Narrador:
Días después.
Habían pasado tan sólo unos cuantos días, sin embargo se sentía como si estuviera pasando una vida entera. Ambos se quedaban en la misma habitación, compartiendo aquel silencio, el orgullo de por medio, pero el corazón les impedía alejarse.
Compartían la misma cama, dejando entre ellos centímetros que parecían ser kilómetros enteros, el insomnio golpeaba con fuerza al castaño en más de una ocasión, noches enteras donde solo lo miraba dormir, acariciando sus rizos temeroso de que reaccionara a ello, de que le pidiera que dejara de tocarlo, estaban tan cerca, pero se sentían tan lejos.
El mal humor pareció haberse fusionado con Joaquín, estaba más irritante que nunca, no soportaba escuchar su propia voz y las que gritaban en su cabeza no eran de mucha ayuda. Días enteros en los que se la paso encerrado en su oficina, rodeado de papeles, recibos, trabajo por todos lados, juntas que atendía mediante la tecnología. Se negaba a salir, a hablar más de lo estrictamente necesario con los demás, hundiéndose en el silencio, esperando únicamente la voz de aquel rizado que no le había dirigido la palabra.
Días enteros en los que no podía con la culpa de haber arruinado lo que tenían, con la carga de haberlo lastimado de esa manera, rompiéndose en llanto, uno solitario, en los que se encargaba de repetirse una y otra vez lo idiota que había sido, insultos salían de su propia boca sin que pudiera detenerse o siquiera notarlo, todos dirigidos a él mismo.
Emilio se sentía perdido, como si de pronto hubiera dejado de encajar en su vida, sin saber que papel interpretaba realmente. Sabía que su silencio lo estaba lastimando, que independiente de todo, jamás pudo con ello, y en ese instante cuando más necesitaba sentirlo cerca había una barrera entre ambos.
Sentía sus dedos enredarse en su cabello en medio de la noche, como le susurraba una y otra vez lo mucho que lo ama con la voz rota, habían sido empujados de su propia nube, cayendo del paraíso sin paracaídas, una dolorosa y segura caída contra el duro suelo ansioso por hacerles daño.
Pasaba por su oficina cuando se encontraba solo o en medio de sus ahora interminables juntas de trabajo vía internet, el estrés comenzaba a convertirse en parte de su rutina y potente mal humor. Necesitaba saber que le ocurría, no podía dejar de importarle aunque lo quisiera así.
No hablaban, no estaba listo, no se acompañaban en el día, de lo contrario no podría pensar en si mismo. Pero lo seguía amando con locura, una que parecía describirlo. Lo observaba desde el anonimato, sin que él pudiera notarlo, tan perdido en su mundo.
Los patrones se repetían, podía ver cómo de repente todo su entorno se detenía delante de sus ojos, comenzaba a negar con la cabeza repetidas veces, sus manos cubriendo sus oídos, sus ojos cerrandose con fuerza en un intento inútil de despertar, las lágrimas comenzaban a caer quemando cada fibra de su piel, susurraba suplicante a quien sea que le hablara que se detuviera, no parecía funcionar, sus dedos se enredaban en su cabello, sus uñas se clavaban en su piel, se lastimaba sin ser capaz de notarlo, sin poder detenerse.
Había sido más de una ocasión en la que pudieron escucharlo gritar de manera desgarradora a lo que lo atormentaba que se detuviera, activando en estado de alarma en todos, pero cuando alguien intentaba saber que le ocurría negaba todo aún así las lágrimas siguieran cayendo, aún así su respiración siguiera siendo irregular, sin importar si aquellos monstruos lo observaban fijamente desde el rincón. Su madre llamo a Zuria, pero las mismas ocasiones en las que había estado allí Joaquín le pidió que se fuera, él no quería eso, no quería terapias de ningún tipo, no podía soportarlo.
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un brillo propio
Random- ¿Sabes por que el sol y la luna son tan hermosos? - Por que tienen un brillo propio, el cual los hace únicos, como tú...... ¿Joaquín será capas de enfrentar a sus padres por amor? ¿El amor que sienten podrá soportarlo? ¿El sentimiento es real? Son...