Ahora.
Emilio llegó a casa, en la sala se encontraba Joaquín pasando tiempo con los niños, estaban sentados en el suelo rodeado de cojines, hojas y colores, estaban dibujando sobre la mesa de cristal.
Los escuchaba reír, como es que Joaquín bromeaba con los pequeños y les hablaba con tanto cariño como solo un padre amoroso podría.
— Ya estoy aquí. — dijo Emilio después de que se percató que el castaño no había advertido su llegada.
— ¡Ese color no! — exclamó a la pequeña Jane con la diversión en su voz, ignorando por completo la del rizado.
Los pequeño bromeaban con él, divirtiéndose en su compañía, con grandes sonrisas en sus rostros, Joaquín parecía estarlo disfrutando y Emilio no podía evitar sentirse tan enfermo y poca cosa.
Se quedó allí un par de minutos, en ningún momento giro, las palabras del castaño no fueron dirigidas hacia él, ni su mirada.
Toda su atención estaba puesta en los niños a su lado, completamente ajeno a lo que ocurría fuera de ellos. Emilio subió las escaleras entrando en la habitación, cerrando la puerta de golpe con más fuerza de la necesaria, con suerte aquello captaría la atención de Joaquín, espero un minuto, luego dos, luego tres, Lugo diez. No sucedió, él no subió.
Se tiró boca a bajo sobre la cama, sintiéndose tan enojado como lo había estado últimamente, queriendo ir allá abajo y gritarle a la cara lo molesto que se encontraba con él.
Jane y Ethan se habían convertido en parte de su vida más rápido de lo que pensó, lo mismo ocurría con ellos, emocionados por tener a su padre, pero más aún por qué este aprendiera a amarlos con tanta rapidez.
Emilio no tenía ningún inconveniente con que los niños formarán parte de sus vidas, no podía evitarlo, no podía cambiarlo, sabía que independientemente de lo que pasará con Sasha, ahora que Joaquín sabía de su existencia no los dejaría atrás, los problemas comenzaron cuando ellos llegaron y no podía negarlo.
Aunque le doliera decirlo, ya no era tan importante para él, ya no era su prioridad en lo absoluto, tenía dos nuevas personas a quienes amar olvidándose por completo de quién lo ha amado a pesar de sus errores.
Se sentía enojado, pero más que eso, dolido. Estaba aislado, no importaba cuántas veces Joaquín tratara de negarlo, así era y estaba tan jodidamente cansado de esa situación.
Cada segundo que pasaba pensaba más en la situación, aumentando su enojo, golpeó el colchón repetidas veces con toda la frustración que estaba sintiendo en medio de gritos ahogados entre las almohadas, la rabia se volvió dolor, las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas mojando las fundas.
Se rompió en un llanto silencioso, jamás pensó que dejaría de amarlo tan rápido cuando le prometió una eternidad, no sabía que era más doloroso para él.
Qué Joaquín tuviera dos hijos que llegaron a poner sus vidas de cabeza, o que ellos lo sacarán tan rápido de su corazón para mudarse dentro dejándolo fuera, o saber lo mucho que a Joaquín le emocionaba últimamente el hecho de tener dos hijos a quienes cuidar, amar y ver crecer, y que sin importar con cuántas fuerzas lo desee o cuánta fe tenga en ello, él y Emilio jamás podrían tener hijos propios. Sí, eso era lo que más lo dolía y lo estaba viviendo solo.
Se puso de pie limpiando sus lágrimas sin importar cuánto quisiera derramar cada una de ellas y sacar su dolor, se estaba lastimando más de lo que ya se encontraba.
Aún con sus mejillas empapadas que intentaba secar en movimientos torpes, se dirijo al escritorio de la habitación comenzó a trabajar en sus tareas de la universidad, necesitaba algo con que distraerse antes de volverse loco e ir y grite cosas que no quería decir.
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un brillo propio
Random- ¿Sabes por que el sol y la luna son tan hermosos? - Por que tienen un brillo propio, el cual los hace únicos, como tú...... ¿Joaquín será capas de enfrentar a sus padres por amor? ¿El amor que sienten podrá soportarlo? ¿El sentimiento es real? Son...