Respirar.

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Escuchenla, quizá así tenga más sentido.

Narra Joaquín:

Todo estaba bien, realmente estaba disfrutando de ese pequeño momento a lado de Emilio. Pero como todo lo bueno tenía que acabar, fue interrumpido por la llegada de Renata y aquella mujer a la que aún le mantengo la mirada. Puedo ver cómo tiene una sonrisa en su rostro y se lo que está pensando.

Aun tienes problemas de ira.

Alguien aquí sigue diciendo mentiras.

La observaba con frialdad, haciendo notar la molestia e indiferencia ante sentía en esos instantes. Le había pedido de la manera más amable que pude que se largará de mí maldita casa. Pero no lo hizo, en cambio seguía aquí mirándome divertida. Mientras escuchaba a Renata decir lo grosero que me estaba comportando.

No lo estaba siendo, estaba siendo directo, yo no la llamé, no le pedí que fuera a verme, no necesito hablar con ella, no necesito ayuda, estoy perfectamente bien.

— ¿Podrían dejarnos a solas? — dijo ella. — tenemos muchas cosas que hablar.

— Por supuesto. — dijo Emilio no muy convencido mientras miraba a mi pequeña hermanita que podría jurar era la responsable de esto, se pudo de pie y tome su muñeca en un intento de detenerlo y que no se fuera, no quería que lo hiciera, no quería tener que hablar con ella. Me sonrió he hice lo mismo, mientras se soltaba ligeramente de mi agarre, se acercó a mí y cuando creí que por fin me besaría, después de haber sido interrumpidos, desvío su rostro dejando un beso sobre mí mejilla haciendo que mi sonrisa se desvaneciera, lo miré con la evidente decepción que sentía en ese instante, solo pude escucharlo reír levemente en mi cara, susurrando para que solo yo escuchara. — quizá luego.

Sin decir más salieron de la oficina dejándonos solos, caminé hasta el escritorio y tome asiento en aquella silla giratoria. No pude evitar soltar un suspiro fastidiado.

Ella tomó asiento en una silla del otro lado de aquel enorme escritorio quedando frente mí, me observaba con atención mientras que yo no prestaba el menor interés en ella y su presencia. Saco de su bolsa una libreta acompañada de un bolígrafo, entonces podía estar seguro de que definitivamente no importaba de qué manera le pidieron que se fuera no lo haría sin antes hablar.

— ¿Qué es lo que quieres, Zuria?

— Parece que no te da gusto verme, Joaquín.

— Realmente no, yo no te llame, no entiendo qué haces aquí, estoy perfectamente bien.

— Tienes razón, no me llamaste, y por todo lo que ha ocurrido no sé que estás esperando, lo hizo tu hermana, la pobre está muy preocupada por ti y te niegas a decirle una palabra respecto a lo que sea que te esté sucediendo.

No conteste, por qué tenía razón, no había querido hablar con Renata por qué no quería preocuparla, por qué no era necesario, por qué ya había ocurrido y nuevamente se iría.

Lo consideraba una perdida de tiempo, creo que hasta la fecha sigo opinando lo mismo. Comenzó a contarme todo lo que le había dicho Renata. Lo preocupada que estaba por mí, le había hablado sobre mis pequeños ataques, la escuchaba y realmente parecía poco desde la perspectiva de Renata, ella solo había presenciado un poco de cómo realmente me sentía.
También mencionó un poco de la perspectiva de Azul, la escuchaba relatar como había ocurrido todo desde sus ojos, al mismo tiempo que decía lo que opinaba al respecto, y ambas tenían algo en común, ambas creían que necesitaba ayuda urgente, cuando no lo sentía así.

— Zuria, detente. — dije interrumpiendo. — lamento mucho que te hayan hecho venir hasta aquí, pero no es necesario, estoy bien, terminara con el tiempo, ellas simplemente estaban asustadas, exageran las cosas.

un brillo propioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora