Parte 1/2
Narrador:Emilio lo abrazaba sin decir nada, sintiendo sus lágrimas, tratando de imaginar su dolor, pero no estaba ni un poco cerca de su sentir.
La habitación estaba en silencio, al igual que el llanto de Joaquín, inaudible. Se aferraba a él sujetándolo con miedo de soltarlo y que este desapareciera en el viento al hacerlo. Escondido entre sus brazos intentando huir del mundo en su mente, uno que intentaba aniquilarlo, que quería destruirlo, lastimarlo. Quizá lo estaba consiguiendo. Su cabeza apoyada contra su pecho, cubriendo sus oídos en un intento de detener aquellas voces que le gritaban lo cobarde que era, que le recordaba la basura en que se había convertido, voces gritando dentro de su cabeza, aumentando el volúmen dentro de él, haciéndolo querer huir, pero por más que lo intentaba no podía hacerlo, pronunciaban palabras que lo lastimaban, insultos que lo herían, verdades que lo destrozaban. Cerraba sus ojos con fuerza, temiendo que al abrirlos se encontraría con la imagen de aquel hombre, listo para golpearlo hasta el cansancio. Las lágrimas caían, una tras otra, amargas, dolorosas, por qué de tantas cosas en su cabeza, la que que estaba terminando con él por completo era la enorme culpa que cargaba consigo, ese sentimiento que no lo dejaba tranquilo, que aparecía cada vez que la persona que se había convertido en su vida le decía lo mucho que lo amaba, cada vez que se lo demostraba. Estaba lidiando con una guerra interna, donde él estaba siendo el único herido, no llevaba armas consigo, convirtiéndose un blanco vulnerable hacia su enemigo, y era nada más y nada menos que su mente.
Sin decir nada con mucho cuidado y dificultad, consiguió la fuerza de voluntad para separar del abrazo y ponerse de pie, camino directo a la barra de bebidas siguiendo el mismo recorrido, cinco pasos de ida y cinco pasos de vuelta. Su mirada se encontraba perdida, sus brazos cruzados en un intento de detener su movimiento, sus labios se movían como si hablará pero no salía una sola palabra de ellos, Emilio lo observaba atento a todos sus movimientos, preguntándose qué le estaba ocurriendo, estaba preocupado por él, y no tenía idea de que hacer para disminuir la paranoia que estaba viviendo, no sabía que escuchaba, que veía, que sentía, si no lo sabía no podía ayudarlo, sintiéndose inútil al verlo sufrir se esa manera, lenta y dolorosa.
Joaquín se detuvo finalmente, lo suficientemente cerca de la barra para volver a beber incontables vasos de whisky en un intento de nublar sus sentidos dejando todo esto de lado, miró a Emilio y no se atrevió a hacerlo, no pudo siquiera tocar la botellas, no lo haría, no con él presente. Hacía un enorme esfuerzo por escuchar la voz de su subconsciente y no las que lo atormentaban, tratando de decidir que hacer, Emilio se puso de pie haciendo a la silla rechinar contra el suelo, provocando un pequeño salto en el castaño, solo lo miraba confundido, ¿Cómo eso había podido asustarlo? Su mente se encontraba en sitios lejanos, vagando por otros universos, dejando en su lugar lo que era su tortura, no podía escuché nada más que eso, cada vez más dolorosas, como dagas clavándose en su pecho. Comenzó a caminar hacia a él, Joaquín no podía mirarlo, no sentía el suficiente valor para hacerlo, tenía que decirle, de lo contrario enloquecerá por completo, si es no lo había hecho.— T-tengo que decirte a-algo.... — su voz estaba rota, era solo un pequeño hilo volando en el aire. — p-pero me da miedo hacerlo.... M-me da miedo tu r-respuesta... No quisiera que dejaras de q-quererme.
Aún más confundido, tomo suavemente su rostro entre sus manos, limpiando sus lágrimas delicadamente con sus dedos, él cerraba sus ojos mientras lo hacía, solo sintiendo aquel contacto. Puso sus manos sobre las de Emilio, por qué tenía la enorme necesidad de saber que estaba allí, que era él quien tocaba su mejilla y no aquel hombre, sentía sus labios besándola suavemente y no golpeándolo con brusquedad. Escuchaba su voz, pero estaba siendo opacada por las que se encontraban en su cabeza.
— Puedes decirme cualquier cosa, mi amor. — dijo acariciando su rostro levemente con sus dedos, mientras que las manos de Joaquín seguían sobre las de él, necesitaba tocarlo, necesitaba sentirlo. — Te amo y eso no va a cambiar jamás, lo eres todo para mí, no podría enojarme contigo más de unos minutos, debiste darte cuenta. — dijo riendo, y aunque hubiera querido evitarlo, él también lo hizo, una pequeña risa salió de sus labios, en lo que era un hilo de voz. — puedes contarme, confío en ti y tú en mí, somos un equipo, ¿Recuerdas?
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un brillo propio
Random- ¿Sabes por que el sol y la luna son tan hermosos? - Por que tienen un brillo propio, el cual los hace únicos, como tú...... ¿Joaquín será capas de enfrentar a sus padres por amor? ¿El amor que sienten podrá soportarlo? ¿El sentimiento es real? Son...