Eres tan amable, Joaquín.

94 9 1
                                    

Narrador:

Su pulso se encontraba débil, su respiración era casi nula, estaba inconsciente entre los brazos de Emilio, todos en la habitación estaban asustados.

— No podemos esperar a Johnson, tenemos que llevarlo al hospital.

Entre Guzmán y Emilio levantaron a Joaquín llevándolo a fuera, pronto las miradas de sus hombres se fueron sobre ellos, sin detenerse a dar explicaciones lo subió al auto en la parte trasera junto con el rizado. Otra camioneta se encargaría de llevar a las mujeres, no podía llevarla él en el mismo auto en esa situación o terminarían por estrellarse, salieron de la propiedad manejando a una velocidad poco segura.

Emilio le hablaba intentando hacerlo reaccionar pero eso no sucedía, si no que pasaba todo lo contrario, entonces dejo de escucharlo por completo.

— ¡No está respirando! — exclamó desesperado.

Sin pensarlo dos veces, su pie piso a fondo el acelerador importándole poco si atropella a a alguien que se atravesará en su camino, está mal, todo estaba mal. En poco tiempo estuvieron en el hospital, Guzmán cargó a Joaquín llevándolo hacia adentro con rapidez, tan pronto como los enfermeros reconocieron al castaño se apresuraron a subirlo en una camilla y llevárselo, desapareciendo entre esos pasillos blancos.

En ese momento Joaquín era una de la prioridades del hospital, seguía inconsciente, casi no estaba respirando, necesitaban aplicarle oxígeno con urgencia. Emilio y Guzmán se encontraban en la sala de espera, a los pocos minutos un doctor se dirijo a ellos preguntando qué es lo que le había sucedido, para nuevamente retirarse.

El rizado se encontraba en una de las sillas, con sus codos recargados en sus piernas cubriendo su rostro entre las manos. Al igual que el mayor se encontraba desesperado, sintiéndose inútil esperando, sin poder hacer nada por él. Los colocaron en una sala exclusiva para ellos, cerca de la habitación, pero no los dejaban entrar en ella. Emilio se sentía impotente, no sabía qué hacer, no sabía que estaba ocurriendo, que fue lo que los llevo hasta esa situación cundo tan solo momentos atrás se encontraba de maravilla, no entendía nada. Había lágrimas resbalando por sus mejillas en silencio, estaba tan asustado de que algo pudiera estarle pasando mientras él se encontraba sentado en una estúpida silla. Guzmán pudo notarlo, el castaño solía hacer lo mismo, no dijo nada, solo se sentó a su lado abrazándolo, y aunque al principio se sorprendió, correspondió la acción.

— Él estará bien, eres fuerte, él te necesita.

— ¿Qué fue lo que ocurrió? — hablaba casi en susurros, su voz estaba entrecortada por el nudo en su garganta, Guzmán lo veía dudando si debería decírselo, estaba desesperado. — por favor, necesito saberlo.

— Recibió una llamada... Ahm una advertencia... Es un tema complicado, no pudo mantener la calma, ya tenía problemas de autocontrol y sucedió esto... Es mejor que él te lo explique cuando se recupere.

Y se sentía como si no hubiera obtenido respuesta. Su madre, hermana y nana llegaron al hospital, todos reflejaban la angustia en sus rostros, Emilio estaba sumergido en sus pensamientos, tratando de entender que diablos había sucedido, que pudo ser tan grave para llevarlo al borde del colapso, su rostro estaba oculto entre sus manos, cerraba los ojos y podía ver la misma escena, lo podía escuchar gritando, lo veía en el suelo sin poder respirar, presenciando en cámara lenta como su cuerpo caía inconsciente sobre el suyo. 

El tiempo parecía moverse con demasiada lentitud, en el que no sabían nada de él, aumentando aún más su paranoia. Paso más de una hora antes de que un doctor se acercara a ellos de nuevo, al hacerlo rápidamente se puso de pie.

un brillo propioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora