Alguien a quien solía conocer.

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Esta canción es como se siente Emilio. 

Entonces. 2/2

La mañana siguiente al despertar lo primero que pudo apreciar fue a Joaquín durmiendo a su lado mientras lo abrazaba por la cintura, su agarre era débil, su respiración era tranquila, lucía bastante pacifico y cómodo durmiendo a su lado. 

Paso sus dedos suavemente sobre sus mejillas dejando lo que eran pequeñas caricias, pequeños rayos de sol que conseguían atravesar las cortinas se reflejaban en su rostro iluminando sus facciones. 

Le gustaba verlo así, tan tranquilo y sin preocupaciones, únicamente dedicándose a descansar después de haber trabajado como un lunático aun cuando no debía hacerlo desde el accidente. 

Lo observaba con atención, atento al mínimo detalle, recordando el pasado, su mente viajaba tiempo atrás cuando grandes ojeras se instalaban debajo de sus bellos ojos color miel, haciéndolo lucir mas cansado, lo estaba, cuando su insomnio le impedía dormir, o cuando sus pesadillas eran tan frecuentes que despertaba aterrado en medio de la noche, atrapado entre las garras de sus monstruos, cada vez siendo más difícil que se tranquilizara y volviera a dormir después de uno de sus tan frecuentes ataques pánico. 

No le sucedía desde hace un tiempo, si bien en ocasiones su insomnio regresaba o necesitó tomar pastillas para dormir, lo hacia tranquilamente, sin despertar en medio de la noche, sin ser perseguido por sus terrores. 

Emilio hablaba con Zuria en ocasiones, quería mantenerse al tanto de su proceso, ella misma le aseguro que estaba siendo una parte fundamental en su recuperación, Joaquín se estaba perdiendo en la oscuridad y regresó antes de que todas las luces se apagaran, iluminando su camino . 

Joaquín lo necesita con tanta desesperación como al oxigeno, o puede que incluso mas. 

Sabia que el castaño lo amaba inmensamente, no solo porque lo había ayudado a sanar todas sus heridas y calmar sus tormentas, sino porque se había enamorado perdidamente de su esencia, amaba sus virtudes, pero sobre todo aquello a lo que Emilio llamaba defectos. Él mismo se lo había dicho con el corazón en las manos.

Joaquín se movió un poco en busca de su cuerpo, uniendo el entrecejo al sentir los rayos del sol reflejándose en su cara al mismo tiempo que arrugaba la nariz, Emilio no pudo evitar sonreír al verlo, enamorado de cada uno de sus gestos por mínimos que estos fueran. 

- Yo quiero tu lado. - dijo aun con sus ojos cerrados y la voz adormilada. 

- Tendrás que quitármelo. —Contestó, pudo ver una pequeña sonrisa sobre sus labios. 

Abrió sus ojos lentamente intentando acostumbrarse a la luz del día en su rostro, del lado de Emilio podía dormir tranquilo sin que a la mañana siguiente el sol rebotara en su cara, pero este jamás lo cedería. 

Con lo primero que se encontró fue con el chico acostado a su lado, estaban frente a frente, se acerco a él uniendo sus labios en un pequeño beso, apenas uniendo sus labios debido a que aun no se sintió despierto por completo, al separarse se acerco mas dejando poca distancia entre ellos mientras lo abrazaba por la cintura. 

- ¿Cómo amaneció mi lindo esposo? - preguntó acariciando suavemente su mejilla. 

- Te encontré durmiendo con las mantas, yo diría que triunfante. - le sonrió divertido acción que le correspondió casi de inmediato. 

- Sabes que jamás te diría que no. - contesto en voz suave. - El tramposo es un chico con cabello rizado, no yo. 

—Lo se. - respondió con una pequeña sonrisa tierna sobre sus labios, sabia que Joaquín haría cualquier cosa únicamente por poder verlo feliz, lo único que necesita para serlo es estar a su lado. 

un brillo propioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora