ST - Capítulo 63

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Íbamos subiendo a la habitación cuando nos topamos con Emanuel, quien salió con uno de sus típicos comentarios, logrando incomodar a Erick, pero le dije que no le prestara atención, que él también tenía sus anécdotas. Entramos a la habitación y nos dimos una ducha rápida porque ambos estábamos tiritando de frío.

– Ni se te ocurra vestirte corazón – dije mientras se secaba.

– Estoy empezando a sospechar que sí ingieres alguna sustancia prohibida.

– Juro que no, sólo tomo vitaminas, además la comida fue de mariscos, se sabe muy bien cuáles son sus propiedades – aclaré y le quité la toalla mirándolo sensualmente – y lo principal, te amo y eso es el mejor afrodisiaco – añadí lamiendo su cuello.

– Yo también te amo y me encanta que seas así – aceptó con una risita.

Lo besé apasionadamente y después lo cargué para llevarlo a la cama, lo deposité ahí y me comí sus pezones alternadamente mientras mis dedos se deslizaban hasta su entrada que invadí con ellos y comenzó a jadear y a susurrar mi nombre, después me llevé mis dedos a la boca para disfrutar de su sabor. Dibujé sus labios con la punta de mi lengua entrando en su centro, Erick se arqueó al sentirme y se aferró a mi espalda, casi enterrándome sus uñas, fui embistiéndolo lentamente en tanto lo besaba, luego puse mi cabeza sobre su hombro, gimiendo ante la magnificencia de su cuerpo que se movía al unísono con el mío, apretándome con sus piernas y llevando sus manos hasta mis nalgas que empujaba para que llegara aún más adentro de su muy húmeda entrada. Le hice a un lado unos cabellos que tenía sobre el rostro.

– ¿Te gusta? – le pregunté con voz ronca debido a la excitación.

– Me... encanta – respondió con dificultad.

– ¿Quieres más? – inquirí sobre sus labios, mirándolo.

– Sí... mucho más... un poco más rápido.

– ¿Así? – cuestioné acelerando mis movimientos.

– Sí... así...Joel.

– Oh Erick... eres exquisito.

– Tú me vuelves loco... te amo.

– Y yo te amo a ti.

Aceleré aún más las embestidas, entrando y saliendo de el de tal manera que se escuchaba el chocar de nuestros cuerpos que ya estaban cubiertos de sudor. Hice unos cuantos movimientos más y descargué en su interior, inundándolo por completo mientras el gemía delicioso, indicándome que también había llegado al mismo tiempo que yo. Después de unos segundos, bajé de él y me acosté a su lado, pegándome a su cuerpo, con nuestras piernas entrelazadas hasta que nos quedamos dormidos.

A la mañana siguiente desperté y el aún dormía, me acomodé para mirarlo, definitivamente era un ángel reflejando paz y tranquilidad, con sus labios color carmesí y no pude evitar sonreír al reconocer que ese ángel era sólo mío y que yo era de él, sin ninguna duda, ambos nos pertenecíamos, nos completábamos y nos amábamos.

– Buenos días corazón – dije cuando despertó y le di un pequeño beso.

– Buenos días mi amor.

MI ARDIENTE TENTACIÓN - JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora