ST - Capítulo 65

179 28 1
                                    


– Vaya, veo que hoy sí viniste acompañado, pensé que esta vez sí se me haría.

– Pues no, ya es mi novio y por supuesto que tenía que acompañarme – dije serio.

– ¿Así que por ese me rechazaste?, pensé que tenías mejores gustos, es tan insignificante.

– Retira lo que dijiste, no me hagas olvidar que eres mujer y que eres amiga de Gabriel, no te voy a permitir que lo insultes, el vale mucho más que tú, no es una... buscona.

– Vaya, sí que te tiene comiendo de su mano, no es pecado expresar una opinión.

– Lo es cuando se trata de un muy mal comentario sobre el hombre que amo.

– Sí que es afortunado, lo defiendes con tanto ahínco.

– Porque lo amo, pero, no espero que tú entiendas eso, no sabes lo que significa.

Me miró con rabia y en eso vi entrar a Ariana con su hermano así que fui a su encuentro a saludarlos, le dije a ella que subiera a la habitación de Gabriel y de inmediato lo hizo. Entonces, me puse a platicar con mi tío y le comenté que al fin había encontrado a el hombre que él alguna vez me había descrito y me dijo que le daba mucho gusto y que ya quería conocerlo.

Luego de un largo rato de platicar con él subí a mi habitación para cambiarme y ahí estaba Erick ya listo. Le hice saber lo precioso que se veía y me lo agradeció al igual que el dejarlo entrar a mi vida, no entendí porque me decía eso ni la manera en la que me abrazó, así que le respondí que el agradecido era yo y me cuestionó desde cuando había roto las reglas y le dije la verdad, incluso le confesé que le había mentido el día que había llovido y le di mis razones para hacerlo. Me dijo que me amaba, quizá desde el primer instante en el que me vio y le contesté que al parecer yo también.

Minutos más tarde bajamos a la terraza, recibimos a varias personas y después se lo presenté a mis tíos. Luego nos acomodamos en nuestros respectivos lugares y la boda dio inicio, en el momento indicado le coloqué el lazo a mi hermano, quien irradiaba felicidad a kilómetros a la redonda. Al término de la ceremonia nos dirigimos al salón; platicamos, bebimos, comimos y di mi discurso, se me había dificultado hacerlo, pero ahora, al tener a Erick ahí conmigo, todo se me aclaró y dije las primeras palabras que me salieron del corazón y que fueron muy bien recibidas porque todo mundo aplaudió emocionado y la expresión en el rostro de Gabriel era grandiosa. Luego le propuse a Erick que bailáramos y se dejó llevar. Más tarde bailé con mi madre, con mi hermana y con Ariana que se veía ilusionada, supuse que había conocido a alguien, pero lo negó.

Llegó la hora de aventar la liga del novio y lo que nunca, me acerqué, yo no creía en esas tradiciones y jamás me había llamado la atención participar, sin embargo, sentí el impulso de hacerlo esta vez, algo que no creí sentir algún día me había sucedido, la ilusión de casarme. La liga le tocó a un amigo de Gabriel que la presumió. Después fue el turno de las mujeres para el ramo y le tocó a Ariana que se entusiasmó sobremanera, ahí confirmé que sí había conocido a alguien.

– Gracias por el discurso y por la canción– dijo Gabriel abrazándome.

– No tienes nada que agradecer duendecillo, fue de corazón.

– Y sé muy bien quien fue tu musa, me alegra muchísimo que al fin hayas abierto tu corazón, sobre todo a alguien como Erick que se ve que te ama.

– Lo sé, te quiero mucho hermanito, diviértete, en verdad te deseo lo mejor.

– Yo también te quiero mucho, gracias por todo, nos vemos en Navidad.

Abracé a Erick mientras Gabriel y su ahora esposo partían rumbo a su luna de miel. La fiesta continuó otro rato y después tomé una botella, un par de copas y la mano de mi novio, caminamos a la playa, al pequeño recinto que teníamos para descansar y tomar un poco de sol. Brindamos y luego nos amamos de manera celestial, experimentando una nueva forma, recorriendo nuestros cuerpos con múltiples besos y caricias, repitiendo nuestros nombres, gimiendo, disfrutando no sólo del momento, sino del ambiente, de la luz de la luna, del sonido del mar, del aroma de la playa que se mezclaba con el del sexo y después colapsamos juntos una vez más.

Le comenté que faltaba poco para que amaneciera, así que después de vestirnos nos sentamos a la orilla del mar para presenciar ese magnífico hecho que jamás había apreciado como esta vez, con el dueño de mi corazón entre mis brazos luego de haberlo amado de forma tan gloriosa. Me percaté que se quedó dormido, me levanté con sumo cuidado y lo cargué hasta la habitación, lo dejé cuidadosamente en la cama y me acosté a su lado, durmiéndome casi de inmediato.

MI ARDIENTE TENTACIÓN - JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora