ST - Capítulo 78

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Ariana salió de la cocina y me quedé pensando en sus palabras, tenía razón, pero me preocupaba el hecho de que la hicieran sufrir una vez más, su vida amorosa no había sido la más óptima y deseaba que al fin encontrara a alguien que la valorara y la hiciera feliz, como se lo merecía, sólo esperaba que otra vez no se equivocara.

Hice los últimos preparativos en el departamento y después salí para ir por Erick al suyo. Lo vi salir de su edificio y sonreí, no hacía tanto frío para que se hubiera puesto un abrigo. Subió al auto y me besó en los labios, me sonrió coqueto y se acomodó en su asiento, arranqué y de pronto puso su mano sobre mi pierna y la fue subiendo lentamente hasta posarla sobre mi miembro que empezó a frotar encima del pantalón.

– Erick, ¿Qué estás haciendo? – pregunté sorprendido y a la vez fascinado.

– Ya no puedo esperar más Joel, te necesito demasiado – respondió mordiéndose el labio – esta vez no traigo pantalón – agregó lamiéndose los labios y pasando sus dedos entre el abrigo para desabrochar el primer botón.

– Estás insinuando que... – dije mientras sentía como mi miembro se endurecía.

Me respondió con una sonrisa sensual en tanto tomaba mi mano de la palanca de velocidades para ponerla sobre su pierna, la fui subiendo haciendo a un lado el abrigo y entonces me di cuenta que era lo único que traía puesto encima de la ropa interior, definitivamente esa era la actitud que adoraba de él. Desabrochó otro botón y me dejó ver el nacimiento de sus pezones, estaba tentándome demasiado, no lograríamos llegar a mi departamento si seguía así. Un semáforo se puso en rojo y se acercó a mí.

– Joel hazme el amor ahora, no soporto más tiempo sin sentirte dentro – susurró en mi oreja después de lamerla y me enloqueció por completo.

Di una vuelta vertiginosa que hizo rechinar las llantas y él se rio, manejé unas cuadras hasta que encontré mi objetivo, un callejón oscuro, de inmediato me estacioné ahí y apagué el auto. Hice el asiento hasta atrás y Erick se sentó sobre mí con sus piernas a mis costados, nos besamos con urgencia, nuestras lenguas parecían estar en una batalla campal mientras Erick se desabrochaba el abrigo por completo, con la mirada comprobé lo que mi mano había notado, únicamente traía un sensual boxer que marcaba su culo. Me sonrió, llevó sus manos a los lados de su ropa interior, dejándome ver su miembro duro.

– Esta vez sí vine preparado – musitó lengüeteando el lóbulo de mi oreja.

– Eso veo, me fascina que seas así de travieso.

– Tú lo provocas.

Presuroso me desabrochó el pantalón mientras yo me acercaba para comerme sus pezones endurecidos. Puso una de sus manos sobre mi miembro y lo dirigió a la entrada de su centro y sin decir más se lo devoró en un solo movimiento en tanto emitió un gritito al sentir como lo llenaba, comenzó a moverse en círculos de manera suprema y me mordía los labios, yo tenía mis manos sobre sus nalgas y se las apretaba, me ofreció su cuello y se lo succioné al tiempo que empezó a subir y bajar provocando un exquisito roce de mi miembro y su muy húmeda entrada.

– Te extrañé tanto Erick– exclamé con la voz entrecortada.

– Yo también a ti, no tienes idea de cuánto deseaba este momento – aseguró lamiéndome los labios.

– No creo que más que yo – aclaré mordiéndole el labio inferior.

Aceleró sus movimientos, apoyando sus manos en el respaldo, a los lados de mi cabeza, los vidrios estaban completamente empañados y nuestros gemidos inundaban el ambiente, nos besamos casi con furia mientras el incrementaba más la velocidad hasta que segundos después ambos llegamos al orgasmo. Se quedó quieto, con su frente pegada a la mía, sus ojos brillaban llorosos por el placer y puso sus manos sobre mis mejillas.

– Te amo tanto Joel Pimentel, gracias por este momento, ha sido maravilloso.

– Yo también te amo y las gracias te las doy yo a ti por hacerme tan feliz.

Me sonrió sobre mis labios y luego me besó apasionadamente, yo lo abracé atrayéndolo más hacia mí, si acaso eso era posible mientras acariciaba la tersa piel de su espalda. Rompimos el beso para tomar aire y después se pasó al asiento del copiloto, nos ordenamos las ropas y después encendí el auto y me puse en marcha rumbo a mi departamento, la noche apenas estaba empezando.

MI ARDIENTE TENTACIÓN - JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora