ST - Capítulo 46

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MARATÓN 2/5

– Por favor, por favor, en verdad necesito saber si se pone celoso de él.

– En serio que te desconozco – me zarandeó de los brazos – ¿quién eres y que le hiciste a mi amigo de toda la vida?, devuélvemelo.

– Soy el mismo, sólo... estoy pasando por un período extraño.

– Pero muy extraño, mejor trataré de hacerle platica sobre él, no me le voy a insinuar al tipo, ni siquiera me gusta y aunque ese fuera el caso no voy a quedar como una cualquiera frente a él sólo por ayudarte, por mucho que seas mi mejor amigo.

– Está bien, perdón, sé que me estoy comportando como psicópata.

– La verdad me da mucho gusto verte así, al fin estás sentando cabeza y dejando de ser el Casanova, estaba empezando a preocuparme por ti, pero el amor te llegó y lo mejor es que estás dispuesto a que no se te vaya, aunque tus recursos sean bastante retorcidos.

– Lo sé, no creas que no me doy cuenta... me asusta el no saber de qué puedo ser capaz con tal de tenerlo.

– Bueno, el amor siempre implica riesgos y locuras, aunque creo que tú las estás llevando al extremo – me abrazó fuertemente – te quiero loquillo, me voy a dormir.

– Yo también te quiero niña, no sé cómo agradecerte el que siempre me apoyes.

– Ya encontraré la forma de cobrarme algún día, buenas noches.

– Buenas noches, por cierto, ahora te quedarás en la recamara de enfrente a la que siempre ocupas, porque ellos están en esa.

– Entendido, hasta mañana.

Subió y yo me dejé caer en el sillón para pensar, tenía que encontrar la forma de que Erick se quedara conmigo, lo deseaba y lo necesitaba, no iba a desaprovechar la oportunidad de tenerlo en la misma casa y no hacerlo mío, entonces recordé que traía su pañuelo en mi maleta, así que recurriría al chantaje con tal de que estuviera conmigo, aunque fuera retorcido. Subí por él, afortunadamente traía conmigo el Nextel y también lo bajé y me metí a la cocina a marcarle a su móvil.

– Hola – respondió sorprendido.

– Tienes cinco minutos para bajar a la cocina o subo y le cuento todo a Andrew, recuerda que tengo una prenda que te pertenece – le advertí y colgué.

Me recargué al lado del lavabo y olí su pañuelo que aún estaba impregnada con su perfume, instantes después el bajó y lo miré desafiante.

– ¿Qué pretendes? – exclamó cruzándose de brazos.

– No quiero que él te toque – le hice saber en un tono bastante serio.

– Es mi novio, ¿lo olvidas?, ¿acaso yo te estoy prohibiendo que lo hagas con tu novia?

– ¿Cuántas veces tengo que decirte que Ariana no es mi novia?

– Que cínico eres, ¿cómo te atreves a negarla después de lo que he visto hoy?

– Pues no se compara con lo que yo vi – de sólo acordarme quería golpearlo.

– Pues yo no niego a Andrew, sabes perfectamente que es mi novio.

– No me lo recuerdes, no me hagas recordar que lo vi dándote un beso.

– Pues eso es lo que hacen los novios, ¿no?, no sólo cocinan y cantan juntos y se toquetean frente a otros – dijo caminando hacia atrás y topando con el frigorífico.

Me hizo tan feliz ese comentario, era la confirmación de sus celos, entonces lo acorralé y cuando me dijo que a Andrew también lo conocía de toda la vida no le agradó el comentario que le hice sobre el porqué me buscaba y quiso abofetearme, pero le atajé la mano y luego empecé a acariciarle su cuello y bajé hasta uno de sus pezones, me pidió que me detuviera, pero, otra vez, no hacía nada para que en realidad eso sucediera.

Así que después acaricié su nalga y me pegué a su cuerpo que tanto deseaba, lamí sus labios y levanté su pierna para que el roce de nuestros miembros fuera más contundente, el jadeó y eso fue mi pase para besarlo con desesperación, lo cargué y lo dirigí hacia el cuarto de lavado para hacerlo mío ahí mismo, no importaba cuántas veces lo hiciéramos, mi cuerpo no se cansaba de él, por el contrario, con cada encuentro lo deseaba con mayor fuerza y anhelaba con que llegara el día de que fuera mío y de nadie más, que durmiéramos y despertáramos juntos.

– Nadie te ha hecho vibrar como yo y nadie jamás podrá hacerlo, soy el único que conoce el mapa de tu cuerpo y sabe exactamente qué lugares tocar y cómo hacerlo – le aclaré cuando terminamos de hacerlo.

– Lo sé, lo sé y me asusta – aceptó haciéndome más feliz.

– No tienes nada que temer Erick – le aseguré mirándola a los ojos.

– Esto es una locura Joel.

– Sí, la más maravillosa que he cometido en toda mi vida.

Me besó con dulzura hasta que nos hizo falta el aire y después nos vestimos en silencio, antes de que saliera de ahí volví a pedirle que no permitiera que él lo tocara y me pidió que yo tampoco lo hiciera con Ariana así que le aclaré que no compartía la habitación con ella. Muy a mi pesar se marchó prometiéndome que sólo dormiría con él y me dio un pequeño beso en los labios.

Me quedé unos minutos recargado en la pared, reviviendo en mi mente lo que acababa de hacer con él, en verdad me tenía loco como jamás lo había estado por nadie y me gustaba la sensación. No pude evitar sonreír, él también estaba loco por mí, no le había importado que su novio estuviera en la misma casa y me entregó su cuerpo y algo más, en definitiva no era únicamente sexo lo que compartíamos, yo lo había tenido cientos de veces y jamás me había sentido así, entonces fue cuando comprendí lo que ya había escuchado, había una diferencia entre tener sexo y hacer el amor, ahora lo reconocía de primera mano y por supuesto que era mucho más satisfactorio, ahí fue cuando me di cuenta que un gran sentimiento hacia él estaba creciendo dentro de mí.

MI ARDIENTE TENTACIÓN - JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora