Capítulo 35

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Lo sé, me imaginé miles de cosas pero–suspiré –El día que te llamé era mi cumpleaños, mi papá vive muy lejos y mi mamá en Los Ángeles y, para variar, Andrew tuvo que trabajar hasta tarde, así que me sentía muy solo, de casualidad encontré la servilleta con tu número y después de vacilar mil veces te llamé–

–Vaya, veo que la cuarta regla fue rota mucho antes que las demás–

– ¿De qué hablas?– pregunté sorprendida, sólo recordaba tres.

–Regla número cuatro, no repartir los teléfonos indiscriminadamente y menos a desconocidos, te repito que es como una secta, había que ser muy selectivos a la hora de dar algún teléfono, ni imaginas que personajes están envueltos ahí–

–No quiero saberlo, se me revuelve el estómago de imaginar con cuantos has estado–

¿Ahora entiendes lo que siento al pensar que Andrew pueda tocarte?– respondió parándose detrás de mí y abrazándome por la cintura

–No es lo mismo, él es mi novio–

–A eso precisamente me refiero, ustedes han hecho el amor, sé que suena trillado, pero es la verdad, yo sólo he tenido sexo con esas personas, ninguno había significado nada– me dio un beso en el cuello –Hasta que tú apareciste una noche y me cambiaste la perspectiva de todo–añadió recargando su mandíbula en mi hombro.

–Entonces ¿No soy uno más?– dije con el corazón en la boca.

– ¿Y todavía lo preguntas? Jamás había roto las reglas Er, sabía perfectamente que ellos estaban con otros de la misma forma que estaban conmigo, así que ninguno valía la pena, pero contigo fue muy diferente, por eso no te dije la última regla, desde un principio supe que no le darías mi teléfono a nadie, así que no era necesario decirla–

– ¿Y ahora qué va a pasar?–

–Lo que tenga que pasar– me abrazó con más fuerza. –Lo único que debes saber es que no dejaré que salgas de mi vida–resopló en mi oído. –Y espero que el que salga y pronto de la tuya sea él, no quiero compartirte con nadie... y menos con él–

– ¿Por qué lo dices de esa forma? ¿Tú sabes algo de Andrew que yo desconozca?–

–No, me gustaría para que de una vez por todas lo dejaras, pero no sé nada– me dio otro beso en el cuello. –Mejor olvidémonos de él y aprovechemos estas horas, juntos–

Colocó sus manos en el plato que sostenía y me ayudó a restregarlo al igual que los demás que faltaban, ninguno decía nada, sólo sentía su cuerpo pegado al mío y su aliento sobre mi cabeza.

Nuestras manos se rozaban entre los platos y el jabón que resbalaba, Joel deslizaba sus dedos en los míos, la sensación era maravillosa, sentí poco a poco como él se excitaba, pegando más su cuerpo al mío que en automático hice hacia atrás y cerré los ojos al sentir también mi excitación.

Él dejó correr el agua para retirar el jabón de los platos y después los pusimos en el escurridor.

Con sus manos, aún mojadas, acarició mi abdomen por debajo de la playera y un escalofrío delicioso recorrió mi piel mientras me daba besos cortos en el cuello.

Me giré para quedar frente a él y nos besamos apasionadamente en tanto le acariciaba el pecho por encima de su camiseta.

Él me tenía abrazado, acariciando mi espalda. Subí mis brazos sin que él lo pidiera y me quitó la playera, delineó mi pezón izquierdo con las yemas de sus dedos y después lo besó en tanto yo acariciaba su cabello.

Se separó un poco mirándome con un infinito deseo, entonces yo le retiré la camiseta y la dejé caer al suelo, besé su torso perfecto, lamí sus pezones y él jadeaba acariciando mis nalgas por encima del pantalón y después deslizó sus manos para desabrochármelo.

Me cargó y me colocó en la mesa para quitarme el resto de la ropa, mi respiración estaba más que acelerada y lo único que deseaba era sentirlo en mi interior, no importaba cuantas veces me hiciera suyo, la sensación previa era la misma, incluso más intensa con cada encuentro.

Mientras Joel retiraba el condón de su envoltura yo le desabroché el pantalón y se lo baje al igual que su bóxer, mientras se lo colocaba me besó apasionadamente y segundos después sentí como se introdujo, yo puse mis manos en sus nalgas para impulsarlo a que entrara más profundo, me acariciaba el contorno de mi cuerpo y nos mirábamos, grabándonos las expresiones de placer que ambos teníamos en la cara, tratando de gemir lo más bajo que se pudiera.

Dirigió su boca a mi cuello y lo recorrió con su lengua y después lo succionó con sus labios, yo lo sujeté fuertemente por la espalda, sintiendo como entraba y salía de mí con un ritmo exquisito y lo aprisioné con mis piernas para intensificar la sensación, gruñó en mi oído y entonces, tomé su rostro con mis manos y lo besé desesperadamente, pero terminé rompiendo el beso porque no pude reprimir el grito al llegar al orgasmo al mismo tiempo que él, que apenas y pudo ponerme su mano en mi boca para que no fuera tan audible mientras me miraba con sus ojos acuosos debido al intenso placer que acabábamos de experimentar.

Retiró su mano de mi boca y me besó una vez más, en tanto yo acariciaba su cuello y sus hombros bien definidos, después me abrazó fuertemente unos segundos y luego frotó mi nariz con la suya en tanto acariciaba mis mejillas.

– ¿Qué me hiciste Erick? Me tienes todo hipnotizado–

–Lo mismo que tú me hiciste a mí, porque yo estoy igual que tú–

Me regaló la hermosa sonrisa que me encantaba y volvió a besarme, nos separamos lo necesario para tomar aire cuando, de pronto, se escuchó un ruido y se encendió la luz de la sala y en el suelo alcance a ver una sombra.

No pude moverme del pánico que me inundó, la escena del ping pong vino a mi mente y eso no sería nada a lo que sucedería si era Andrew el que estaba ahí.

Joel alcanzó a subirse y abrocharse el pantalón y se volteó para encarar a quien fuera, yo sólo pude enterrar mi cabeza en su hombro mientras él trataba de cubrir mi cuerpo desnudo.

MI ARDIENTE TENTACIÓN - JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora