ST - Capítulo 15

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Por Segunda Vez

– ¿Cómo fui tan idiota para no haberme dado cuenta? – exclamó aun llorando.

– Dicen que el amor es ciego, no en vano nunca me cayó bien, aunque jamás me imaginé que tuviera esas tendencias.

– Eso es lo que más me duele, si me hubiera engañado con una mujer creo que hasta lo hubiera perdonado, pero un hombre...

– Ya no llores, por favor, no vale la pena que estés así, no por él.

– Es que no sabes el shock tan grande, además ve los papeles, es un estafador profesional.

– Pero sus días de vividor han terminado.

– Eran todos mis ahorros Joel, tengo muchísimas deudas.

– No te preocupes por eso, yo te ayudaré a cubrirlas.

– No, de ningún modo lo voy a permitir, te lo agradezco, pero no es justo que tú pagues por mis errores.

– Para eso somos los amigos y yo estoy en deuda contigo.

– Ni lo menciones, sabes que eres otro hermano para mí.

La seguí abrazando y cuando se quedó dormida la llevé a su habitación, yo también estaba en shock, nunca me hubiera pasado por la mente que Axel tuviera esos gustos, lo había visto infinidad de veces con chicas en la universidad, jamás le noté nada extraño, ¿sería reciente su cambio?, ¿o simplemente era bisexual? Hablaría con él, esto no se podía quedar así.

Estaba acostado al lado de Ariana viéndola dormir cuando de pronto una imagen vino a mi mente, el rostro de él chico de la noche anterior, me pregunté que estaría haciendo, si también ya estaría dormido, ¿volvería a verlo?, pero, ¿por qué pensaba en el?, eso no estaba bien, ¿acaso rompería las reglas esta vez?, cerré los ojos tratando de dormir.

Cuando desperté, Ariana ya se había ido a trabajar, me dejó una nota en la mesa de noche diciéndome que me sintiera en casa y desayunara lo que quisiera, me levanté y me dirigí a la cocina, abrí el refrigerador y saqué un bote de leche, me serví en un vaso y después tomé las galletas del anaquel de arriba, me senté frente a la mesa y al terminar le marqué a Axel y lo cité a las seis en el restaurante del Rose Imperial.

Nos llevaron la cena y estuvimos platicando de cosas triviales, le coqueteó descaradamente a la mesera que se sonrojó, yo moví la cabeza reprobatoriamente. Cuando terminamos de cenar abrí el sobre que traía y saqué las fotos, las fui poniendo una a una sobre la mesa.

La expresión de su rostro fue cambiando conforme las veía de sorpresa, a nervios, a vergüenza, a coraje, simplemente no tenía precio verlo así.

– No sabía que habías cambiado a las mujeres, ¿te hartaste después de todas las que tuviste en la universidad?

– No, no las he cambiado – respondió nervioso juntando las fotos, pero lo detuve.

– A mí me importa muy poco con quien te revuelques, sea mujer u hombre, pero, este tipejo abusó y utilizó vilmente a alguien sumamente preciado por mí y eso no se puede quedar así y tú vas a ayudarme, si no quieres que estas fotografías sean distribuidas entre las chicas de la sociedad a la que pertenecemos o peor aún, que lleguen a la editorial de una importante revista de sociales.

– Joel, no es lo que piensas, no he dejado a las mujeres, me encantan, tú lo sabes, pero, en una fiesta ya con muchos tragos encima un tipo se me acercó y probé y...

– Ya te dije que eso a mí no me interesa, lo que quiero es que este individuo pague por la canallada que hizo.

– Está bien, ¿qué debo hacer? – preguntó sintiéndose acorralado.

– Hundirlo, quiero verlo en la cárcel, aprovecha tus encantos y dale confianza, deja que te estafe, porque si no lo sabes, a eso se dedica en la vida, hasta te estoy haciendo un favor – moví la cabeza – después refúndelo en prisión.

– ¿Y por qué no lo hace la persona que mencionas?, yo buscaré las pruebas necesarias. – Porque no pienso permitir que pase por ese proceso, ya suficiente daño le hizo.

– ¿Se trata de Gabriel?

– No y no es de tu incumbencia quien sea... tienes tres meses Axel, o esto saldrá a la luz pública – dije determinado en tanto recogía las fotos y las guardaba de nuevo en el sobre.

– De acuerdo, muy pronto estará en prisión.

– Eso espero, buenas noches Axel.

Tomé el sobre y bajé alestacionamiento para guardarlo en mi auto, faltaban cinco minutos para lasocho, me puse un poco de loción y subí de nueva cuenta, pero por las escaleras

MI ARDIENTE TENTACIÓN - JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora