ST - Capítulo 16

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Lo vi recargado en la pared, ¿tenía los ojos cerrados?, sí que era intrigante su forma de comportarse, otra vez estaba nervioso, ¿por mí?, ¿o sólo por la situación? Me miró.

– Buenas noches – saludé admirándolo, que hermoso se veía.

– Buenas noches – respondió mientras me sonreía.

Entramos al ascensor, me gustaba ver la expresión de su rostro cuando me miraba, era una mezcla de fascinación, deseo, nervios, ansias, de muchas emociones, que francamente alimentaban mi ego. Percibí un ligero movimiento de su parte, acercándose a mí, malditas cámaras de seguridad, yo también ardía en deseos por besarlo, pero tenía que advertirlo antes de tener que rechazarlo y que se lo tomará a mal, pero, ¿por qué me importaba eso?, ya lo había hecho con mujeres sin tomar en cuenta que se molestaran o se sintieran ofendidas.

– En este hotel hay cámaras en los ascensores, por seguridad – la señalé con los ojos.

– Entiendo, pero no iba a intentar nada extraño – respondió avergonzado.

No pude evitar que una sonrisa se me escapara, sabía que estaba tan ansioso como yo, sus ojos eran ventanas abiertas, ¿acaso no veía el deseo en los míos?, como iba a verlo si prefería mirar el suelo.

Salimos del ascensor y caminamos unos metros para llegar a la habitación, me sorprendió gratamente cuando al entrar y encender la luz él tomó la iniciativa y me acorraló contra la puerta para besarme desesperado, le respondí de igual manera, mi lengua se entrelazaba con la de el en una lucha sin tregua, frotándose, sintiéndose, en tanto mis manos desabrochaban el estorboso abrigo que dejé caer al suelo segundos después, lo separé un poco para mirarlo y me quedé perplejo, traía unos provocativos pantalones verdes ajustados y una camisa pegada al cuerpo.

– Wow... ese pantalón sí que te queda bien, muy bien.

– ¿De verdad? – preguntó y se dio una vuelta coquetamente

– Por supuesto, aunque, a decir verdad, se verá mejor en el suelo.

Me gustaba esa combinación en él, de niño tímido y hombre fatal. Me complacía ser yo quien sacara en el esa parte sensual que no mostraba en público, no se hubiera puesto el abrigo si lo hiciera.

Lo tomé por la cintura y mi lengua recorrió su oreja exhalando en él, sentí como doblaba su cuerpo y me sujetaba por los codos, fui lamiendo hasta llegar a su cuello que besé en tanto desprendía su camisa, empecé a bajarla por los costados de sus hombros, después bese sus pezones, luego él tomó mi cara y me besó frenético deslicé una de mis manos por dentro de su pantalón, luego de desprenderlo, y masajee su nalga. Después de romper el beso lamió mi cuello.

– Quiero sentirte dentro de mí – musitó en mi oído acariciando mi miembro ya erecto y después desabrochó con rapidez mi pantalón y liberó mi erección.

Mientras me ponía el condón, él se tumbó en la cama y se deshizo de su pantalón y ropa interior al tiempo que yo lo hacía de mi pantalón, me coloqué encima para entrar en el que gritó al sentirme, comencé con el movimiento haciéndolo mío, haciéndolo vibrar en tanto el me quitaba la camisa y acariciaba mi pecho.

Gemí en su oreja, quería que estuviera seguro de lo que me hacía sentir, de cómo disfrutaba tenerlo entre mis brazos e inundar su cuerpo con el mío, sentí como deslizaba sus manos por mi espalda hasta mis nalgas que empujaba para que llegará más profundo en él, volví a besarlo y mordí sus labios, quería comérmelo, él rompió el intenso beso y gritó de manera deliciosa mientras llegaba al orgasmo y su cuerpo se estremecía, no puede evitar reírme, me llenaba de un gozo incomparable ser yo el responsable de ese grito.

– Sshhh, van a pensar que te estoy matando – dije sobre sus labios abiertos.

– Y lo estás haciendo... de placer – respondió mirándome a los ojos.

Me senté en la cama y él se sentó sobre mí, rozando exquisitamente su miembro con el mío, lamiendo y mordisqueando mi oreja en tanto presionaba mis pezones con sus dedos.

Lo levanté un poco, a pesar de estar disfrutando del roce de nuestros sexos, quería estar de nuevo dentro de él. Me encantó que tomara la iniciativa y fuera el quien se lo introducía, comenzó a moverse lentamente, gimiendo. Yo le acariciaba sus muslos y él se movía a su ritmo, poniendo sus manos sobre mis hombros.

Nos miramos a los ojos y eso fue el aliciente que me faltaba para alcanzar el orgasmo en tanto le apretaba sus nalgas y gritaba por la intensa sensación. Calló mi grito besándome mientras el terminaba también. Suspiró y lo miré confundido, no sé porque, pero quería saber lo que pensaba en ese momento, me inquietaba su actitud.

MI ARDIENTE TENTACIÓN - JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora