Capítulo 2

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-¿Estás libre esta noche?- pregunté atropelladamente cerrando los ojos como si él me estuviera viendo.

-Sí. ¿En dónde nos vemos?- respondió y casi pude asegurar que sonreía.

-No lo sé, tú dime- no iba a citarlo en mi departamento, alguien podría verlo.

-¿Te queda cerca el Hotel Rose Imperial?- muy conveniente. ¿Cómo no se me ocurrió?

-Te veo en el lobby en media hora ¿Te parece bien?-

-Sí, claro- si el tráfico me lo permitía.

-¿Cómo te reconozco?-

-Mido 1.76, cabello corto negro, ojos verdes, piel bronceada, suéter gris. ¿Yo cómo te reconozco?-

-Simplemente lo sabrás, en media hora nos vemos-

Escuché el sonido que indicaba que él había colgado primero.

Metí lo indispensable a mi pantalón, como mi celular, cartera y mis llaves y salí prácticamente corriendo.

Mientras bajaba por el ascensor pensaba en lo que estaba apunto de hacer, era completamente insensato, una locura total, una cita con un total desconocido y podría ser un psicópata. Pero ya lo había hecho y además mi número había quedado registrado en su celular, si no me aparecía seguramente me buscaría para reprocharme.

Tomé un taxi y le indiqué la dirección. Exactamente 25 minutos después estaba yo cruzando la puerta del hotel, uno de cinco estrellas por si preguntan, jamás imaginé que ahí alquilaran una habitación para sólo una noche.

Tomé un gran respiro mientras caminaba nervioso de un lado a otro, ¿Y si era una broma?

El chico que me dio el teléfono sólo lo había visto una vez en mi vida y por lo que recordaba ya estaba pasadito de copas. Definitivamente había perdido el juicio, estaba por salir del lugar cuando álguien susurró en mi oído.

-¿Estás libre está noche?- el sonido de su voz erizó mi piel.

Asiento con la cabeza, aquella intensa sensación que su aliento produjo en mi oreja no me permitió hablar y eso que todavía no me tocaba.

Voltee y me encontré con el hombre más guapo que había visto jamás; alto, delgado, de piel bronceada, ojos majestuosos color negro, largas pestañas, cabello corto y un poco desordenado y con una sonrisa encantadora, vestía un traje negro impecable, en verdad era un Dios.

Me ofreció su brazo y nervioso lo tomé. Caminamos en silencio al elevador. Subimos al piso 15 y recorrimos el pasillo hasta la última habitación. Deslizó la tarjeta y la puerta se abrió, me dejó pasar primero, además de guapo, olía exquisitamente. Entró detrás de mí, encendió la luz y cerró la puerta.

-¿Cómo me contactaste?- preguntó mientras yo caminaba al centro de la habitación.

-Un... amigo me dio tú número- no consideré buena idea decirle la verdad.

-¿Te explicó las reglas?- preguntó con un tono de solemnidad.

-No, sólo me dijo la clave--- respondí volteando y encarándolo.

-Bien, regla número uno, no nombres. No me dirás el tuyo ni yo te diré el mío. Regla dos, no preguntas personales. Nada que pueda dar indicios de quienes somos en realidad. ¿Entendido?-

-Sí, no nombres ni preguntas personales- repetí como si fuera un alumno.

Se acercó a mí, mi corazón se disparó más de lo que ya estaba. Me quitó el suéter y comenzó a acariciarme un brazo con el dorso de su mano, como acto reflejo yo cerré los ojos. Sentí como acariciaba el otro con la yema de sus dedos, lo próximo que sentí fueron sus tibios labios recorriendo mi cuello mientras me sujetaba por la cintura, yo subí mis manos por su pecho y lo abracé por el cuello, estaba perdiéndose en sus caricias.

¿Cómo era posible que un desconocido estuviera excitándome de esa manera?

Deslizó sus manos por mi espalda y subió lentamente mi playera mientras sus labios subían por mi mentón hasta llegar a los míos, me besó despacio y suavemente, yo correspondí un tanto frenético, me estaban matando sus caricias y había deseado, como nunca antes, sentir su boca unida con la mía.

Le quité el saco y lo tire al suelo, el comenzó a quitarme la playera. Nos separamos y está pasó por mis hombros hasta que dar en el suelo, nos volvimos a unir en un beso mientras yo desabrochaba su camisa sin dejar de besarnos.

Sus manos fueron hasta el botón de mi pantalón que desabrochó rápidamente mientras deslizaba el cierre de este, nos separamos nuevamente, se fue deslizando hasta quedar a la altura de mis rodillas, fue bajando lentamente el pantalón hasta que quedó en mis tobillos, me hizo levantar una pierna y luego la otra, lo aventó a algún lugar de la habitación, se levantó y yo quité por completó su camisa.

Él besó uno de mis hombros mientras una de sus mano iba a uno de mis pezones mientras hacía movimientos circulares, sus labios se separaron de mi hombro mientras se deslizaban a mi pezón, yo tenía mis manos enterradas en su cabello.

Subió por mi cuello con besos cortos hasta volver a besarme, me dirigió hasta la cama, me tendió en ella y se colocó encima de mí, fue besando mi cuello nuevamente siguió bajando por mi pecho, continuó hacia mi ombligo y sentí como sus manos me quitaban la única prenda que me quedaba.

Abrí la boca cuando sentí que besaba la punta de mi pene, con las manos apreté el edredón y un fuerte gemido se me escapó, que incluso me sorprendió. Yo era del tipo silencioso en esas cuestiones, pero sus caricias me estaban enloqueciendo.

De pronto sentí una corriente eléctrica recorriendo cada minúscula parte de mi cuerpo, estaba llegando al clímax. Otro sonido se escapó de mi boca y apreté más el edredón.

Mi respiración y mi pulso estaban a mil y trataba de controlarlos, ví como él se levantaba y terminaba de desnudarse, de su pantalón sacó un condón, le retiraba la envoltura y se lo puso. Al subirse a la cama acarició mis piernas con sus manos hasta llegar a la cadera.

Acarició mi entrada, introdujo un dedo, después otro y no sé qué botón encendió, pero sentí una fuerte necesidad de tenerlo dentro. Así que abrí más mis piernas y sentí como se introducía, me aferré a su espalda mientras él se movía constantemente besando alternadamente mis pezones, jadeaba, pero a decir verdad, mis gemidos eran los que inundaban la habitación, jamás había sentido lo que ahora estaba experimentando.

Aceleró sus movimientos mientras se apoyaba con ambas manos sobre la cama, pude ver completamente su rostro inundado de placer, mis manos subían y bajaban por su espalda mientras le pedía por más. Sus movimientos se volvieron frenéticos y de pronto me envolvió una sensación totalmente desconocida y nueva para mí, era el éxtasis total.

Creo que hasta luces de colores pude ver.

Se dejó caer rendido a mi lado, estábamos empapados de sudor.

Cuando controló un poco su respiración se acostó a mi lado y nos quedamos en silencio unos minutos, yo trataba de recobrar el aliento y el sentido de las cosas, entonces él se levantó de la cama.

-¿Te vas ya?- pregunté casi con pánico.

-Sí- se dirigió al baño -Pero tú puedes quedarte, la habitación ya está pagada- agregó.

-Espera... tú- no supe como formular la pregunta sin que sonará personal.

-Regla número tres; No lazos afectivos- dijo y entró al baño.

¿Así que eso era todo? Sexo casual entre dos extraños, sin compromisos de ninguna índole, sin explicaciones ni interrogantes, sonaba sencillo y simple. Suspiré, sin duda era el mejor cumpleaños de toda mi vida.

Sonriente y satisfecho abracé la almohada y me quedé profundamente dormido.

MI ARDIENTE TENTACIÓN - JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora