ST - Capítulo 34

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– Porque ya te dije que estoy en una junta.

– ¿Y tú crees que yo soy tonta?, es viernes y pasan de las nueve de noche, ¿quién es?

– No lo conoces.

– ¿Lo conoceré algún día? – preguntó curiosa.

– Lo dudo – lo más probable es que sí, pero no quise que aún lo supiera.

– Mmmm, otra de tus citas misteriosas, ¿algún día me dirás qué es lo que haces?

– No y en serio ya tengo que irme.

– Uy, qué prisa, a veces es bueno hacer esperar... aumentan las ansias.

– O duermen a la gente, así que ya te dejo niña, nos vemos mañana.

– Hasta mañana baby, diviértete mucho, te mando un besote.

– Y yo dos, descansa y que sueñes con los angelitos.

– Tú también descansa, te he visto más flaco últimamente.

– Me estoy haciendo anoréxico.

– Uy sí te lo creí.

– Bueno, ya adiós, voy a colgar en este momento.

Sólo escuché su risa antes de oprimir el botón de apagado. Salí de la bañera, me lavé las manos y abandoné el baño.

Le sonreí a Erick mientras me acercaba a él, por fin iba a tenerlo nuevamente entre mis brazos. Levanté mis manos para tomar su rostro, pero él me lo impidió sujetándolas por las muñecas, ¿qué pretendía?

Me besó frenéticamente haciendo prisionera mi lengua, que delicia fue sentir la suya, comprobé que tenía las mismas ganas que yo y le correspondí el beso de igual forma, su sabor era realmente embriagador y me perdí en él, disfrutándolo, saboreándolo, en tanto mi cuerpo reaccionaba y la excitación aumentaba, definitivamente necesitaba de él, con sólo un beso había logrado hacer lo que aquella rubia mujer no había podido lograr estando desnuda sobre mí. Forcejeé con él, quería tocarlo, acariciarlo, recorrer su cuerpo con mis manos y entonces rompió el beso.

– Esta noche será a mi manera – susurró en mi oído.

– ¿Ah sí?, ¿y qué tienes en mente?

Lo sentí sonreír sobre mi cuello y empezó a lamerlo, en ese momento logré liberar mis manos, pero él me aventó los brazos impidiendo de nuevo que lo tocara, fue mordiendo mi cuello en tanto levantaba mi suéter hasta que me lo quitó, después levantó mi camisa y fue lamiendo de una forma deliciosa mi torso, quise sujetarlo por los hombros y una vez más no permitió que lo hiciera, entonces empecé a jadear, el no poder tocarlo estaba aumentando peligrosamente la excitación, finalmente me quitó la camisa también, me sonrió y me tiró sobre la cama, sin duda esa noche iba a ser una de las mejores de mi vida, me encantaba esa actitud que había adoptado, quería dominarme y por supuesto que se lo iba a permitir.

Me tumbó en la cama y terminó de desnudarme. Me gustaba esa sonrisa traviesa que tenía en la cara, entonces, tomó mi miembro endurecido entre sus manos y comenzó a lamerlo de manera deliciosa, quise poner mis manos en su cabeza, pero me lo impidió mientras seguía devorándose por completo mi masculinidad. Me acosté por completo en la cama, disfrutando de sus húmedas caricias y mis gemidos se escuchaban por toda la habitación, al fin me estaba haciendo lo que tanto había querido y de qué forma, sentía su tibia boca absorber mi miembro sin parar, al tiempo que lo acariciaba con su mano y pasaba su lengua a todo lo largo.

Yo me mordía los labios ante las grandiosas sensaciones que me estaba provocando, no sé cómo pude contenerme y no gritar su nombre, que ya conocía. Cuando estaba a punto de terminar, él se detuvo y me besó ansiosamente, entrelazando su lengua con la mía en tanto su mano se deslizaba por mi dureza y me hizo explotar en él.

Se separó lo mínimo para tomar aire, quise besarlo, pero seguía sin dejarme, así que hice uso de mi fuerza y logré tirarlo en la cama colocándome encima y lo sujeté de las muñecas con fuerza, pero sin lastimarlo, me miró confundido y yo me reí.

– Ahora es mi turno – susurré mirándolo a los ojos.

– Pero... – Lo besé, tenía que volver a probar esos labios rojos.

– Fue tu idea jugar rudo esta vez... prohibido tocar o prolongaré más la tortura – expliqué sobre sus labios.

Lo fui desnudando lentamente, al tiempo que lo besaba y lamía, le quité la ropa interior con mi boca y después lo giré para recorrer su espalda con mis labios,mi lengua y mis manos. Su respiración se volvió errática y después me suplicó que lo hiciera mío, era lo que más había deseado todos estos días, pero quería embriagarme primero de su aroma, de su sabor, quería comprobar si me había necesitado tanto como yo a él. 

MI ARDIENTE TENTACIÓN - JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora