Capítulo 51

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–La verdad no, estoy en casa de mi novio–dijo siguiéndome el juego.

–Es una verdadera lástima... ardo en deseos de verte, acariciarte, besarte, desnudarte, recorrer tu cuerpo.

–Ufff, no sigas que me harás hacer algo que no quiero.

–Vamos, no tiene por qué enterarse tu novio... además, lo prohibido es más excitante, ¿no crees?

–Definitivamente.

–Me han dicho que eres un dios en la cama y me encantaría comprobarlo y, por tu tono de voz, creo que no exageraron, tienes una voz endemoniadamente sensual, has despertado más mi deseo por ti.

– ¿En serio piensas que mi voz es sensual?–exclamó enfatizándola más.

–Demasiado... mi cuerpo ha empezado a... alterarse sólo de escucharte.

–Tu voz también es muy sexy, ¿así eres tú?

– ¿Por qué no vienes y lo compruebas por ti mismo?

–Está bien, ¿cómo te reconozco?

–Sólo tengo puesto una bata– respondí y le colgué.

Salió de la cocina y yo estaba parado en la entrada de mi habitación, tenía un brazo estirado recargado en el umbral de la puerta y le sonreí coquetamente, lamiéndome los labios, Joel me recorrió con la mirada.

–Hola extraño– dije y le guiñé un ojo.

–Hola hermoso, en verdad eres tan sexy como tu voz.

–Y espera que me ponga en acción–agregué y lo jalé de la camisa.

Lo besé desenfrenadamente, él me pegó a su cuerpo y entramos a la habitación, lo giré y lo hice sentarse en la cama, me quité la bata y le mostré mi atuendo, me di la vuelta para que observara, gire sobre mi hombro y me di cuenta que estaba mordiéndose el labio inferior, sonreí al ver tal acción.

–Lo dicho, sí que eres sexy.

–Esta noche yo te haré feliz a ti.

Me di la vuelta y le abrí la camisa con fuerza, los botones salieron volando y se la arranqué, él suspiró, rápidamente le quité el pantalón, su cuerpo había reaccionado, así que me hinqué y tomé su erección en mis manos y la recorrí con mis labios y mi lengua, despacio y suave, a diferencia de la rapidez con que lo había desnudado.

Él apoyó sus manos en la cama y echó la cabeza hacia atrás, gimiendo en respuesta a mis caricias, yo seguí tocando y besando toda su masculinidad, lanzó pequeños gritos de placer y me pedía que no parara, así que yo le obedecía hasta que sentí que casi alcanzaba el clímax, me detuve.

Sus ojos ardían en deseo al igual que los míos, me acerqué y le lamí los labios, él me tomó por la cintura, bajo sus manos hasta mi cadera, tomando los bordes del boxer deslizándolos por mis piernas, regreso sus manos a mi cintura e hizo sentarme en él, sus manos bajaron hasta mis nalgas y las abrió introduciendo su dedo para comenzar a prepararme, haciendo un vaivén con él, introdujo uno más, yo gemía por lo que hacía, cada encuentro que tenía con él era tan excitante, mordía mi labio, saco sus dedos y lo remplazo por su miembro uniendo al fin nuestros cuerpos que se movieron acompasadamente y comencé a gemir más fuerte que él.

–Me enloqueces como nadie lo había hecho Er...

–Shh, regla número uno, no nombres– dije poniéndole un dedo en los labios.

–Encantador y sexy desconocido.

–Así es más excitante, hermoso y sensual desconocido.

En un movimiento me hizo girar y quedo encima de mí, nos besamos mientras seguía introduciéndose en mí cada vez con mayor intensidad, lamió mi cuello, bajo su lengua hasta uno de mis pezones y empezó a lamerlo como si de una paleta se tratara, yo subía y bajaba mis manos por su espalda hasta sus nalgas, aumentó aún más sus movimientos, tomo mi miembro y lo comenzó a masajear rápidamente, cuando sentí como ambos llegábamos al orgasmo gritando al unísono, manchando así nuestros abdómenes.

–Al demonio con las reglas, me fascinas Erick, me vuelves loco y cada vez tengo más ansias de ti– susurró en mi oído, aún con la respiración agitada.

–Tú también me enloqueces como nadie Joel, te amo.

–Yo te amo más– respondió y me besó.

Recargó su cabeza en mi hombro, yo se la acaricié y no supe en que momento nos quedamos dormidos.

El despertador volvió a hacer de las suyas a la mañana siguiente regresándome a la realidad, podría quedarme con él todo el día en la cama, pero los deberes me llamaban. Joel lo apagó, ya que estaba de ese lado, acarició mi abdomen mientras me regalaba una hermosa sonrisa.

–Bueno día, jovencito, creo que serás él causante de un fuerte disgusto con mi novio por haberme quedado a dormir con usted y no con él.

–Seguro encontrará la forma de reconciliarse con él, dicen que eso es lo mejor de las peleas– le di un beso en los labios. –Buen día–

–Y lo he comprobado, gracias por darme un pretexto para discutir con él– dijo acariciando mi labio inferior. –Creo que es hora de tomar un baño, ¿tú si dejarás que te lave la espalda?–

MI ARDIENTE TENTACIÓN - JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora