ST - Capítulo 56

382 36 9
                                    


– ¿No más mentiras ni engaños?

– Te lo prometo – aseguré y así sería en adelante.

Se giró y nos besamos desesperadamente, con urgencia, mientras le acariciaba la espalda y el deslizaba sus dedos por mi cuello, sentí como mi miembro empezó a despertar ante el contacto de nuestros cuerpos, pero, el grandioso momento fue interrumpido por su jefe.

Me presenté con él, me reconoció y me miró con desconfianza, me dio la impresión de que yo no le caía muy bien. Me asomé después de que salió de la oficina y cuando me aseguré que había entrado al ascensor, cerré la puerta de la oficina y le puse el seguro para que nadie nos interrumpiera, no podía esperar un segundo más para hacerle el amor.

– Tengo que terminar unos pendientes – objetó Erick, aunque no muy convencido.

– Este es el más importante, todo lo demás puede esperar.

Nos besamos nuevamente, tan ávidos y frenéticos como minutos antes para culminar haciendo el amor de una forma presurosa, pero no por eso menos satisfactoria. Después que terminamos tomé su rostro con mis manos y bromeé con él, diciéndole que lo haría enojar más seguido sólo para poder reconciliarnos de esta manera, me advirtió que quizá la próxima vez no sería así.

– Te amo Erick, te amo – le dije finalmente, ya no podía callarlo más.

– Yo también te amo Joel – respondió haciéndome sumamente feliz.

Otra vez nos fundimos en un beso, pero esta vez sin segundas intenciones, cargado de emoción, de ternura y porque no decirlo, de amor, ambos nos queríamos y esa era una manera de demostrarlo, después nos abrazamos fuertemente y de pronto se separó y me miró un tanto asustado señalando el hecho de que no había usado condón esta vez, lo había olvidado, no me había llevado ninguno a Suecia porque sabía muy bien que no los necesitaría y a decir verdad, no me importaba si lo embarazaba, porque sería el fruto de nuestro amor y así se lo hice saber, aunque no exactamente con esas palabras porque el miedo seguía presente en su cara, tal vez no se sentía preparado para eso y le afirmé que seguiría usando si eso lo tranquilizaba.

Me preguntó cuando regresaba a Londres y no me gustó para nada su comentario ni el tono de su voz cuando le expliqué los motivos por los cuales estaría sólo un par de días en Suecia.

– Erick, yo no te voy a dejar solo, ¿ok?, siempre he sabido administrar mi tiempo y debes creerme cuando te digo que nada es más importante que tú, nunca, grábatelo bien, nunca mis negocios han estado por encima de las personas que quiero, tengo todo planeado y organizado para poder pasar el fin de semana entero en Miami para la boda de Gabriel, a la que tú me vas a acompañar, por cierto.

Le expliqué y una traviesa sonrisa se dibujó en su rostro y me respondió que no sabía si iría, así que le comuniqué que estaría ahí sin importar como, entonces aceptó acompañarme, pero agregó que lo dejara trabajar. Yo aproveché para llamar a Londres y revisar mis mails en el móvil, había algunos urgentes y los respondí.

Como hora y media después salimos de su oficina, él me tomó una foto cargando al oso mientas se reía, me encantaba verlo así de contento, adoraba su sonrisa. Le pregunté si podía quedarme en su departamento, ya que Ariana me había enviado un mail pidiéndome permiso para quedarse en el mío porque habían fumigado el suyo, así que no era opción ir ahí porque no quería que nada nos interrumpiera estos días que estaríamos juntos, sabía que sería poco el tiempo que compartiríamos porque Erick estaba trabajando y yo quería que esos momentos fueran perfectos.

Al llegar al departamento dejé el oso en su habitación y después me dijo que no tenía nada para cenar, así que le sugerí que pidiera una pizza, mientras lo hacía yo le besaba el hombro por la gran remera que traía, pero él me hacía gestos para que me detuviera porque no se podía concentrar en hablar por teléfono. Cuando me dijo que llegaba en media hora le indiqué que era tiempo suficiente.

– Eres insaciable Joel, ¿te tomas algo?

– Tú eres mi mejor estimulante y esta noche lo único que quiero es hacerte feliz, amarte como mereces –
respondí, a decir verdad me tomaba unas vitaminas, que aunque no fueran estimulantes sexuales, me ayudaban.

Lo despojé de su remera, mi lengua impaciente recorrió uno de sus pezones, mordiéndolo y succionándolo, después hice lo mismo con el otro en tanto mis dedos se abrían paso por su centro que se humedecía poco a poco y sus gemidos se dejaban escuchar. Bajé lamiendo por su abdomen, me entretuve en su ombligo y luego le quité el resto de la ropa, dejándolo completamente desnudo. Le abrí las piernas para sumergir mi cabeza y mi lengua fue recorriendo su longitud, la punta que lamí y saboreé como el mejor de los manjares.

MI ARDIENTE TENTACIÓN - JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora