Capítulo 44

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–Buenas tardes– dijo en tono firme.

–Buenas tardes, Joel Pimentel– respondió extendiéndole la mano ya que yo estaba en shock sin poder hablar.

–Sí te recuerdo, eres el hermano de Gabriel, ¿no?– exclamó estrechándole la mano.

–El mismo, perdón por lo que acabas de presenciar...– comenzó a explicar.

–No necesito detalles– interrumpió –Mañana hablamos Erick, voy a ver a un cliente– añadió mirándome y sólo pude asentir con la cabeza. –Gusto en verte Joel, dale saludos de mi parte a Gabriel, por favor–

–Claro, con gusto, hasta luego–

Y se fue, yo sentí que estaba a punto de desmayarme, si había despedido a Zabdiel por el escándalo en un centro comercial, ¿qué podía esperar yo si me había pillado en mi oficina en un acto poco decoroso?

Vi que Joel se asomó y luego de unos segundos volvió a entrar y cerró la puerta, supuse que lo vio entrar al ascensor, yo seguía paralizado y él hizo a un lado al oso y luego se paró frente a mí.

– ¿En qué estábamos?– dijo sonriéndome mientras me abrazaba.

–Joey, basta por favor, puede regresar, además todavía hay otras personas trabajando– repliqué poniendo mis manos sobre su pecho.

–Tú lo has dicho, trabajando y no creo que tu jefe regrese– me dio unos besos en el cuello. –Además tú y yo no hemos terminado de reconciliarnos y no puedo esperar– agregó apretando mis nalgas con sus manos.

–Tengo que terminar unos pendientes–respondí acariciando su pecho.

–Este es el más importante, todo lo demás puede esperar–

Volvimos a besarnos desesperadamente, la interrupción hizo que las ansias aumentaran. Me hizo caminar mientras nuestras bocas seguían unidas, yo desabrochaba presurosa los botones de su camisa, sentí que mi espalda chocaba con la puerta, entonces comencé a besar su torso en tanto él deslizaba sus manos por debajo del pantalón hasta meterlos en mi bóxer, yo desabroché velozmente su cinturón y su pantalón, deseoso de sentirlo dentro.

Me quite los zapatos mientras el arrancaba el botón de mi pantalón mientras me bajaba el cierre, deslizando este junto con mi boxer, me tomó de las nalgas para que lo rodeara con mis piernas y entró en mí, me mordí el labio para que el grito no se me escapara y apreté sus hombros, él comenzó a moverse con rapidez, era demasiado intenso el deseo como para hacerlo lento, sentía mi cuerpo arder en cada movimiento, lo sujetaba fuertemente de la espalda mientras me perdía en el inmenso placer que estaba sintiendo.

Buscó mi boca y me besó ansiosamente, después de unos instantes rompió el beso, pero nuestros labios permanecieron unidos y sentimos como ambos llegábamos al orgasmo exhalando el uno en el otro mientras yo lo apretaba de la espalda, volvió a besarme saliendo de mí y yo bajé mis piernas.

–Esto sí es una muy grata reconciliación completa, voy a hacerte enojar más seguido– dijo mirándome a los ojos con mi rostro entre sus manos.

–No te acostumbres, quizá la próxima vez no corras con tanta suerte–

–Te amo Erick, te amo– dijo en mis labios desarmándome completamente.

–Yo también te amo Joel– respondí con voz apenas audible sin quitarle mi vista de sus ojos y volvimos a besarnos.

Después nos abrazamos con fuerza sin decir nada, pero yo tenía la sonrisa estúpida tatuada en mi cara, no sólo habíamos hecho el amor, porque en esta ocasión así había sido, no sólo sexo, me había dicho que me amaba y mi corazón no podía sentirse más dichoso, pero de pronto, un detalle cruzó por mi mente y me separé para mirarlo, él notó mi confusión y también me miró desconcertado.

– ¿Qué sucede amor?–

–Joey– pasé saliva –Tú no... esta vez no usaste protección–

–Ya no tengo porque hacerlo, las cosas han cambiado, nos amamos, ya no es necesario– respondió frotando su nariz en la mía.

–Bueno, por el momento dejarme trabajar, tengo que terminar unos asuntos urgentes, no puedo irme hasta que los acabe– dije separándome.

–Bien, me quedaré contigo, al fin que todo mundo piensa que sigo en Europa–respondió mientras se arreglaba la ropa.

– ¿En serio no tendrás problemas por venir así de improviso?– pregunté en tanto me colocaba mi bóxer y subía mis pantalones, me acomode la camisa de forma que no se viera que el botón ya no estaba.

–No, pero tengo que reportarme–

– ¿Cuándo regresarás?– pregunté casi con pánico, ahora lo extrañaría mucho más.

MI ARDIENTE TENTACIÓN - JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora