Capítulo 3

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La alarma incesante de mi celular me despertó, abrí mis ojos y por un instante me sorprendí al ver que no estaba en mi recámara entonces recordé lo que había sucedido la noche anterior y no pude evitar reírme con un niño después de haber hecho una gran travesura.

Me levanté y no había ningún rastro de él, ni siquiera una nota.

"Regla número tres; no lazos afectivos".

Recordé que lo había dicho muy claramente, así que me levanté de la cama y empecé a buscar mi ropa, una vez que la encontré me vestí y salí de la habitación. Esperaba poder llegar temprano a la oficina.

Al dar un paso a fuera del hotel sentí el aire fresco de la mañana pero extrañamente lo sentí diferente esta vez, hasta cerré los ojos por unos segundos para disfrutarlo. Algo había cambiado en mí después de esa noche.

Eran las 9:30 am cuando entré a la oficina, era la primera vez que llegaba tarde en el año que tenía trabajando ahí, de inmediato vi el enorme arreglo floral que estaba sobre mis escritorio y que dejaba muy poco por debajo el ramo que había recibido ayer, sentí que el corazón se me aceleraba al pensar en quien podría ser.

En cuanto Zabdiel me vio entrar me siguió corriendo y cerró la puerta tras de sí mientras yo tomaba la nota que tenía el arreglo.

"Mi amor, en verdad perdóname por no haber podido estar contigo ayer, pero te prometo que festejaremos tu cumpleaños, aún no se como pero considerando un hecho.

Con todo mi amor. Andrew".

Claro. ¿Quién más podría enviarme flores que no fuera mi novio? No sé cómo pude pensar por unos instantes que había sido el desconocido de anoche.

"No nombres, nada que pueda dar indicios de quienes somos en realidad".

Recordé las reglas y tenía que hacerlo a menudo si quería que eso siguiera funcionando. ¿Pero en que estaba pensando? ¿Acaso iba a volver a llamarlo? Sonreí y sacudí la cabeza tratando de disipar esas ideas que me rondaban.

-A ver, cuéntamelo todo, con lujo de detalles sabes que soy un morboso de lo peor- exclamó Zabdiel ansioso mientras olía las flores.

-¿Qué quieres que te cuente?- pregunté rodeando el escritorio para sentarme en la silla frente a él.

-¡Dios! ¿Y todavía lo preguntas? Llegas media hora tarde, te llega este hermoso arreglo de flores y además traes un brillo en los ojos y una sonrisa en la cara que jamás te había visto. La celebración de tu cumpleaños debió ser memorable, Andrew debió lucirse. Así que quiero los detalles ahora mismo- dijo más emocionado y se sentó recargando su cabeza en ambas manos mirándome.

Y sin saber mi amigo le había atinado perfectamente a la descripción de la celebración, realmente había sido memorable pero ignoraba que Andrew no tuvo nada que ver.

Zabdiel además de ser mi compañero de trabajo, era mi mejor amigo. A los poco días de conocerme me contó como el papá de su hijo después de haberlo adoptado porque según Zabdiel lo presionó para esto y él todavía no estaba preparando los abandonó. Y de ahí una gran confianza surgió entre los dos, pero a pesar de eso dude si era buena idea compartirle lo que había hecho en mi cumpleaños. Él sentía gran empatía por mi novio y siempre decía que éramos la pareja perfecta.

No definitivamente aquella aventura era mejor tenerla en secreto.

-Pues temo desilusionarte porque no hubo tal celebración, el arreglo se debe precisamente a que Andrew no pudo llevarme a cenar-

-Él siempre tan detallista- dijo sacando una orquídea del arreglo.

-Bueno de alguna u otra manera intenta recompensar el poco tiempo que pasa a mi lado-

-Sabes que si trabaja tanto es para tener un patrimonio seguro y en algún futuro casarse contigo y darte todo lo que mereces-

-Eso lo sé muy bien, no tienes que convencerme de que es el novio perfecto, sé que lo es y por eso lo amo y aceptó que trabaje tanto para estar juntos algún día y para siempre-

-Sí... Pero no luces nada enfadado porque tu novio te dejó plantado justo el día de tu cumpleaños por el contrario luces radiante ¿Qué fue lo que hiciste anoche?- preguntó con picardía.

-Nada, solo ver televisión y terminarme yo sólo la botella de vodka-en ese momento recordé lo perceptivo que es mi amigo y lo malo que soy para las mentiras.

-Si claro, y yo rezo el rosario todas las tardes llegando del trabajo, eso ni tú te la creíste-

-Te juro que así fue, sabes que no tengo más amigos que tú y Richard y jamás iría sólo a algún lado que no sea el supermercado-

-Es que de verdad te ves distinto, hasta algo diferente en tus ojos-

-Solo un año más de edad, y ya déjame ver que tengo de pendientes antes de que venga el jefe y nos regañe- dije encendiendo la computadora.

-Está bien, pero te aclaro que no me convenció tu argumento. Algo te traes y me lo tendrás que decir tarde o temprano-

-Está bien, fui y me acosté con un desconocido. ¿Satisfecho?-

-Ay Erick- dijo riendo. -Tampoco te tienes que ir al otro extremo, ambos sabemos que no harías una cosa así-dijo saliendo y cerrando la puerta.

Y tenía razón, por algo me llamaban; "El siempre correcto Erick".

No supe que me había pasado la noche anterior, que había faltado a todos mis principios y valores, pero al recordar todas sus caricias y sus besos eran razón suficiente para olvidarse hasta de la cordura. Incluso de mi propio nombre.

Suspiré y miré mi celular que había dejado a un lado del teclado de la computadora. ¿Había una restricción en cuanto al horario? Volví a recordar las reglas y no menciono nada al respecto.

Lleve las manos a mi cara, sentí un rubor intenso en mis mejillas, pero que me ocurría Dios mío. Aún no habían pasado ni doce horas de haberlo hecho con él, y yo ya ansiaba que volviera a pasar.

Y te aseguró que te dejará sin sentido.

Recordé las palabras del chico que me lo recomendó, debía reconocer que tenía toda la razón y no sólo por el magnífico sexo que habíamos tenido sino porque estaba haciéndome perder el sentido de todo.

El timbre del teléfono me hizo aterrizar y respondí a la llamada de mi jefe.

MI ARDIENTE TENTACIÓN - JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora