ST - Capítulo 50

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Eres para mí.

Instantes después entraron Ariana y ese infeliz que me entregó las llaves y las dejé en la mesa. El desayuno transcurrió casi en silencio, a excepción de pequeñas líneas que decía Ari y que Andrew le respondía. Cuando terminamos, Erick subió y casi de inmediato Andrew fue detrás de él. Entonces Ari me propuso que jugáramos ping pong para que sacara el enojo que visiblemente se me notaba.

Estaba logrando tranquilizarme hasta que ellos bajaron y se unieron al juego, no pude controlarme y empecé a golpear la pelota con demasiada fuerza dirigiéndosela a él con toda la intensión de darle en la cara, los otros dos se dieron cuenta que prácticamente los estábamos ignorando y se quitaron de la mesa. Andrew era muy hábil y lograba regresarme la pelota, hubo un momento en el que Ariana y Erick entraron a la casa, él y yo seguimos jugando, ya había analizado su forma de jugar, así que hice un movimiento que no se esperaba y logré golpearlo en el hombro, me disculpé fingidamente y entonces me dijo que mejor entráramos a la casa, que ya le había dado sed así que dejamos hasta ahí el juego, al menos no me había quedado con las ganas de pegarle.

Al entrar, vi a Ariana mirando un partido de hockey y resultó que a él también le gustaba ese deporte, así que se sentó a su lado y cuando le comenté a ella que debíamos ir al supermercado me sugirió que esperáramos a que terminara, pero yo me negué y Andrew atinó a decir que a Erick tampoco le gustaba y entonces Ariana sugirió que fuéramos nosotros por los víveres. Erick parecía no estar muy de acuerdo con la idea, pero accedió.

Íbamos en el coche en completo silencio, de pronto una canción empezó a sonar en la radio, la letra me llegó, apenas y nos conocíamos, él estaba con alguien más y lo nuestro era indebido y, tal como decía la canción, yo no podía respirar cuando pensaba en él, a decir verdad, en lo único que pensaba los últimos días era en él.

Entonces me disculpé, el me recriminó y con toda razón, le di mis motivos, aunque me callé lo referente a mis sentimientos, quizá era demasiado pronto para expresárselos, me asustaba su reacción y a lo único que aspiraba en estos momentos era su perdón por mi insensato comportamiento, pero, no sabía cómo manejar los celos, era la primera vez en mi vida que los sentía y me cegaban por completo la razón, sólo esperaba que lo entendiera, que se diera cuenta que era mi todo.

Al llegar al supermercado noté que seguía serio conmigo, lo ayudé a bajar del coche y siguió caminando, esperaba que pronto se le pasara el disgusto. Al menos me habló, eso era buena señal, así que hicimos todas las compras, en uno de los pasillos había una pareja de ancianos, mientras yo buscaba unas cosas, escuché su comentario y sentí una gran alegría al ver lo que proyectábamos Erick y yo, parecíamos recién casados, algo que no se me había ocurrido.

Cuando me acerqué a él lo noté como ausente mirando a la pareja, seguramente también había escuchado lo que dijeron, me moría de ganas de saber lo que pensaba al respecto y lo miré a los ojos tratando de encontrar la respuesta, le sonreí y después entrelacé mi mano con la de él, como si fuéramos novios y caminamos hacia las cajas para pagar.

Íbamos de regreso a la casa y una loca idea se me ocurrió, lo deseaba tanto y debía aprovechar el que nos encontráramos solos y lejos, entonces manejé en dirección a un pequeño bosque que normalmente estaba desierto, pero como no sabía si ya se le había pasado del todo la molestia hacia mí, fingí que el auto se había descompuesto y se lo creyó.

Vi que se acomodó en su asiento y yo hice lo mismo, empecé a jugar con mis manos, ideando la forma de acercarme sin que sospechara que el auto sí funcionaba, me volteé para mirarlo y comencé a acariciar su rostro, como si tratara de grabármelo, puse un mechón detrás de su oreja en tanto el sostenía una de mis manos y me acerqué para besarlo, necesitaba mi dosis de su néctar, entonces el hizo algo que me enloquecía, tomar el control... puso mi mano sobre su pezón que empecé a acariciar mientras el desabrochaba mi camisa, agradecí el haber metido un condón al bolsillo de mi pantalón.

Hice que se sentara sobre mí y nos besamos de nuevo mientras metía mis manos por debajo de su suéter para acariciar su delicada piel, después me besó el cuello, bajó a mi torso y depositó suaves besos, yo sentía como mi temperatura se elevaba y mi respiración se hacía pesada. Me desabrochó el pantalón y liberó mi miembro que ya estaba endurecido, se quitó su suéter y entonces besé el nacimiento de sus pezones en tanto el deslizaba su mano por mi erección, desabroché su pantalón y metí mis dedos para prepararlo, el jadeó y sentí como se humedecía. No pude evitar el recriminarle que trajera pantalón, no había modo de que supiera que lo haríamos en el coche.

Empezó a quitarse las prendas que estorbaban mientras yo me colocaba el condón y me hizo un comentario bastante gracioso, jamás me imaginé que pensara que era el dueño de la empresa de condones, debía sorprenderle el que siempre estuviera preparado, fue un hábito que adquirí en la preparatoria y del que mi tío tenía cierta responsabilidad por su argumento sobre la prevención.

MI ARDIENTE TENTACIÓN - JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora