ST - Capítulo 61

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Ese día anduve ansioso en todo momento, así que cuando vi que era una hora prudente en Suecia le marqué a Erick, me contestó y me dijo que la prueba había salido negativa, que sólo había sido una falsa alarma, mis planes se desvanecieron, pero, ya habría tiempo para eso, las cosas llevaban un orden, aunque no era reglamentario, nos casaríamos en un futuro y cuando él se sintiera listo vendrían los hijos.

Al fin había llegado el ansiado día en que volvería a estar con mi novio, me encontraba en el taxi camino a su departamento, para luego irnos al aeropuerto y volar a Miami. En cuanto me abrió la puerta se arrojó a mis brazos y nos fundimos en un beso frenético, cargado de emociones, como añoraba sus besos, sus caricias, había sido muy divertido el jueguito de la web cam, pero nada comparado con tenerlo en la realidad, embriagándome con su sabor y disfrutando de su olor, estar entre sus brazos era mi paraíso personal y que ganas de hacerlo mío, de hacerle el amor, sin embargo, teníamos un vuelo que tomar.

Al llegar al aeropuerto registramos las maletas y caminamos hacia la sala de espera, Erick se sentó y yo fui a comprar unos dulces. Debí tardarme menos de cinco minutos y al girarme para regresar a su lado lo vi muy sonriente abrazando a un tipo que después lo sostuvo de las manos, la sangre comenzó a hervirme y la ira me inundó por completo, ¿Quién demonios era ese idiota que se atrevía a tocar a mi hombre?

– De verdad luces maravilloso y radiante – le dijo muy entusiasmado.

– Porque la felicidad se refleja en el rostro – intervine abrazándolo – y Erick y yo somos muy felices, ¿verdad corazón?, por cierto, ¿no me vas a presentar?

– Sí, claro, él, un ex compañero de la preparatoria, él es Joel Pimentel.

– Su novio, para mayor información – me enfureció más el que él no lo aclarara.

Reconoció mi apellido y empezó a alabar a Emanuel, ¿estaba pretendiendo quedar bien conmigo?, ¿pensaba que por eso iba a pasar por alto lo que acababa de ver? Cuando se marchó no pude evitar recriminarle a Erick, el muy inocente no se había dado cuenta de las miraditas de ese idiota, me importaba muy poco si habían estudiado juntos, eso no lo eximía de haberle coqueteado. En respuesta, Erick me recriminó lo de mi amiga, entonces respondí sin pensar con un muy desagradable e hiriente comentario del que fui consciente al momento de sentir la fuerte bofetada que él me dio con toda la razón.

– No quiero volver a verte en mi vida – exclamó molesto y se alejó.

– Perdóname Er, por favor, perdóname no quise decir eso – dije corriendo y abrazándolo.

Había sido un completo idiota, pero no tenía idea de cómo manejar los celos, me cegaban completamente y perdía totalmente el raciocinio, no sabía cómo canalizarlos y lo herí sin proponérmelo, me odié en ese momento por ser tan estúpido, mi única justificación era el inmenso amor que sentía por él y haría lo imposible por lograr su perdón, no me importaba arrodillarme y recorrer todo el aeropuerto de esa manera con tal de que me perdonara, la amaba con todo mi ser y me aterraba la idea de perderlo, mucho más si yo era el causante por mis estupideces.

Accedió a subir al avión, pero no me dirigió la palabra para nada, eso me dolía, aunque no podía esperar que su actitud fuera diferente después de la gran estupidez que le había dicho, me daban ganas de romperme yo solo la boca por no saber tenerla cerrada. Se levantó y supuse que iba al baño, esperé unos minutos y después lo seguí, otra de mis locuras se había hecho presente en mi mente y, más que nada, estaba buscando reconciliarme, así que toqué discretamente la puerta del baño, me respondió que estaba ocupado y seguí insistiendo hasta que me abrió y lo obligué a entrar, me dijo que estaba loco y le respondí que sí, por él no había otra verdad.

Comencé a besarlo, pero su boca permanecía cerrada, sin un pequeño atisbo que me indicara que en algún momento me correspondería, mis manos recorrían su cintura y sus muslos, las de él estaban a sus costados y ese rechazo me dolió mucho más que la bofetada que me había dado. Pero no me iba a rendir, no quería que siguiera enojado conmigo, mi lengua recorría sus labios tratando de entrar a su boca y mis manos subieron a sus pezones, entonces Erick se rindió finalmente y su lengua recibió la mía que se unieron presurosas al tiempo que ponía sus manos en mi cuello y lo hicimos con urgencia en ese estrecho baño, cuanto había echado de menos su cuerpo.

Volví a pedirle perdón y me pidió que no abusara de él, le di mi razón, aunque quizá no era suficiente para que me perdonara y finalmente me dijo que dependería de mi comportamiento, como deseaba volver el tiempo atrás para cambiar las cosas.

MI ARDIENTE TENTACIÓN - JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora