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SORA

Miré hacia mis manos intentando recordar que estaba haciendo, o porque estaba caminando tan rápido; olvidé completamente a donde me dirigía de un momento a otro y, ahora era incapaz de recordarlo. ¿De qué tenía clases?

¡Deportes!

Ah, por fin pude recordar. Me apresuré en llegar a los vestidores y cuando lo hice solo estaba el pelinegro allí, Arik. Intenté aparentar que no me molestaba o que no me estaba sonrojando sin razón alguna ante su presencia.

—¿Donde estabas? La clase seguro ya empezó —dijo él y me dispuse a quitarme el uniforme.

—Mmmnh...venía en camino pero me distraje —me coloqué el uniforme de deportes cuando sentí la mirada obscura de Arik.

—¿Qué? —cuestioné.

—Nada, nada... —su cara se volvió roja.

Salimos de los vestidores después de cambiarnos y sentí la mirada de algunos cuando nos vieron salir siendo los últimos. Me pregunté que pasaba por sus mentes en ese momento pero Kira se acercó a mi con rapidez alejándome del pelinegro.

—El entrandor nos ordenó estirar las extremidades, eres mi compañero, ven —nos dispusimos a lo que mi rubio amigo había dicho pero mis ojos no dudaron en desviarse hasta donde estaba él. Iba con una de las amigas de Naomi quien le hablaba de algo y él le respondía con normalidad, como se esperaba que lo hiciera. Quise saber de qué estaban hablando, tenía curiosidad pero me olvidé del asunto al mirar a Kira quien, tenía una expresión molesta.

—Venga, Sora...ayúdame aquí.

—Voy, voy...

La clase fue aburrida; hicimos calentamientos, algunos ejercicios en parejas y luego nos fuimos de nuevo a los vestidores para ducharnos y quitarnos el sudor. Yo entré de primero pero recibí una llamada de mi madre en ese momento por lo que tuve que atenderla antes de hacer otra cosa. Vislumbre el lugar vacío después de colgar con mi madre, afirmando le que regresaría directamente a la casa hoy.

Tomé la toalla y me dirigí a las duchas luego de desnudarme y, como supuse, ahí estaba Arik.

El agua caía en su cuerpo mientras mantenía los ojos cerrados y la cabeza levantada para que le cayera en la cara. Me dispuse a ducharme en silencio hasta que sentí unos fríos brazos rodear mi cintura. Diría que no me exalté o que no me asusté porque sí lo hice sobretodo porque él fue muy silencioso. Di un pequeño brinco pero los brazos se aferraron tanto a mi que me tensé. Se que era Arik pero no podía dejar de sentirme entre una mezcla de incómodo y disfrute que tenía ahora, era extraño.

Su mejilla se presionó contra mi espalda y mi rostro se sintió caliente.

Trague saliva con fuerza intentando que mi corazón no latiera muy fuerte debido a la tan aproximada cercanía del chico que me empezaba a gustar. Me estaba sintiendo nervioso. Muy nervioso. Más porque sus manos estaban descendiendo lentamente de mi cintura hasta mi abdomen bajo.

—¿Q-Qué...estas haciendo? —pregunté en tono bajo, lo único que se escuchaba eran las duchas abiertas.

—Nada...solo te vi llegar ahora y... —sujeté sus manos con fuerza justo antes de que llegaran a mi miembro —Creo que estoy caliente de solo verte...

Me di la vuelta luego de quitar sus brazos de mi y lo observé con seriedad. Su rostro estaba sonrojado y, una sonrisilla divertida se extendía en su boca haciéndolo lucir entretenido con la situación que él había creído. No me pasó desapercibido el tono rojizo de sus ojos y, me pregunté si se debía al jabón tirado a un lado.

—¿Qué intentas hacer, Arik? ¿Acaso te gusto? —mi pulso aumentó en cuanto lo pregunté.

—¿Que si me gustas...? —frunció el ceño un poco. Retrocedí un paso cuando soltó una risita tapando su boca y luego acarició su barbilla con una sonrisa maliciosa —Sí, puede que si me gustes... —me miró con ojos lujuriosos y forcé una sonrisa arrogante.

—No creerás que soy gay ¿verdad? He sido amable contigo porque me agradas mucho y eres muy lindo. Me pareces tierno pero no confundas las cosas.

Arik sonrió aún más.

—Sé que no eres gay, Sora... —se acercó a mi lentamente y no me moví de mi lugar —También se que de verdad te gusto independientemente de como me vea porque sino, no me habrías besado antes ¿verdad?

Su mano tocó mi pecho con suavidad y abrí mucho mis ojos cuando me empujo con fuerza contra las baldosas de las duchas. Me resbalé con el agua cayendo al suelo y él me observó desde arriba con los brazos cruzados y una sonrisa siniestra haciendo brillar sus ojos negros de manera peligrosa.

—Dime, Sora ¿te gusto? —preguntó.

Parpadee varias veces. 

¿Arik de verdad me gustaba?

Sí. Sí me gustaba de verdad. Me gustaba un tío que se veía lindo, tierno y que derrochaba ternura. También que era extraño cuando estabamos en una situación comprometedora, tanto que me daba miedo.

—Vamos, quiero oírlo decirte —su pie se levantó hacia mi tocando directamente mi miembro con sus dedos.

Aguanté la respiración, mis mejillas se pusieron rojas y lo observé conmocionado cuando su pie comenzó a moverse acariciando mi miembro el cual parecía querer despertarse.

—Estoy esperando, Sora...di que te gusto —siguió diciendo.

—¿P-Por qué...?

Mi voz salió temblorosa y me sonroje aún más luchando contra la erección que amenazaba con comenzar.

—Para que seas honesto contigo mismo, vamos, dilo —mordí con fuerza mi labio inferior sintiendo como mi miembro ya empezaba a reaccionar a sus caricias.

Oh no, oh no, oh no, me estoy excitando.

—P-Para...Arik, detente... —mi voz temblorosa debido a lo que sus caricias me estaban haciendo sentir me provocan mucha vergüenza. Demasiada. No podía mirarlo a los ojos. Mi cara estaba roja y mi respiración errática mientras más aumentaba sus movimientos con su pie.

—¿Por qué no lo dices, Sora? —presionó su pie contra mi erección —Solo tienes que admitirlo y me detendré...

No podía admitirlo, no quería hacerlo. Aunque no tenía nada de malo pero aún así...decirlo en voz alta era algo que no estaba dispuesto hacer todavía. Sostuve su pie con fuerza y de manera temblorosa mientras respiraba por la boca, él lo alejó y luego se agachó frente a mi. No lo miré a la cara pero no hizo falta porque él simplemente acortó la distancia entre nosotros estampando sus labios contra los míos. Su mano en mi nuca hacía profundizar el beso mientras su otra mano se paseaba por mi cuerpo con toda libertad, provocándome escalofríos.

Él se sentó en mis piernas mientras la lluvia artificial caía sobre nosotros. El beso comenzó a intensificarse cada vez más, su lengua se abrió paso en mi boca mientras su mano aferrada a mi nuca.

Cuando se separó de mi solté un jadeo, su mano agarró mi pene acariciándolo lentamente; su boca se acerca a mi de nuevo y tomo la iniciativa para besarlo también colocando mis manos en su cintura para acercarlo más a mi.

No recuerdo cuanto tiempo permanecimos allí pero no fue hasta que llegué a mi casa que tuve que fingir que aquello no me había gustado demasiado o, que había estado dispuesto a llegar a más.

Algo que tampoco admitiría en voz alta, nunca.














Las apariencias engañan [ yaoi/gay ] +16 *EDITANDO* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora