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ARIK

Hoy es el dichoso viaje a la montaña organizado por la amiga de Sora. Tengo mi equipaje listo y me coloco los lentes de sol mientras reviso la hora en mi celular. Llevo en el puto auto con Kira y Hanta desde hace media hora esperando por mi novio y, me siento tan tenso e incómodo que he permanecido inmóvil en mi lugar como una jodida piedra.

—¡Muevete, Sora! —grita su amigo desde la ventana del coche.

—¡Un momento! —nos grita devuelta sacando la cabeza por la puerta.

—¿Por qué tarda tanto? Fuka tienes que estar histérica de tanto esperarnos —dice el de pelo oscuro como el mío.

Cuando Sora sale por fin de su casa, sus padres se despiden de él y arrastra su equipaje. Lo pone con los otros detrás y se sube a mi lado. Me mantengo de brazos cruzados con una seria mirada cuando sus labios se pegan a los míos para darme un beso.

Por dentro, estoy sonriendo feliz, pero por fuera no.

—Hola, amor de mi vida.

—¿Por qué tanta demora? —cuestiona Hanta, encendiendo el auto.

—¡Olvidé empacar anoche y fue todo un lío ahora! —sonríe, disculpándose.

—Como sea, conduce —le presiona Kouzomi.

Sora me mira con una sonrisita, parece planear algo y no me da mucha confianza ¿que estará pasando por su mente ahora mismo?

—¿Por qué estás tan feliz? —digo, levantando una ceja.

Nos detenemos en casa del noviecito de Kira.

—¡Por nada! —solo se dedica a sonreír y, cuando ve al enano chico, le saluda con mucho entusiasmo.

Kira se cambia de lugar.

Ahora estamos los cuatro atrás, Kira lleva en sus piernas al chico mientras que Sora va en las mías. Y no deja de moverse inquieto. Mierda. ¿Consumió mucha azucar tan temprano o qué?

No me explico su euforia matutina.

Si sigue moviéndose tanto me va a provocar una erección.

Cuando finalmente pasamos por donde Fuka, el chico este comienza a conducir hasta la estación que está en el pie de la montaña donde nos llevaran en un autobús, más cómodos y amplio. 

El trayecto se me hace eterno.

Me echo una siesta con las manos enrrolladas en la cintura de Sora mientras mis oídos no dejaban de escuchar las pláticas de los demás. Solo me dediqué a dormitar hasta que finalmente llegamos.

—Me duele el culo —se queja Kira —No quiero estar más tiempo sentado.

Ruedo mis ojos.

—¿Quieres comer algo, Arik? Aquí cerca hay un kiosko —me señala Sora y lo observo con aburrimiento. Aún tengo sueño.

—Deja ver pues.

Me dirijo allí con él, quien se dedica a comprar algunas papitas y dulces. Intenté comprarme un par de puros pero al ser menor de edad no me lo permitieron por lo que tuve que convencerla a la señora de que era mayor de edad aunque no fuese cierto y no tuviera identificación.

Cuando finalmente los conseguí, le agradecí y volvimos con los otros.

—Vas a vomitar si comes tantas porquerías, Sora —le limpio las migajas de su boca con la manga de mi sudadera.

Nuestro equipaje ya está en el autobús y, decidimos subir porque los otros también estaban subiendo. Sora y yo nos sentamos hasta atrás donde era más privado y tenía una cortina negra simulando ser una pequeña habitación. 

Las apariencias engañan [ yaoi/gay ] +16 *EDITANDO* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora