KIRA
Cerré la puerta detrás de mi cuando vi a Nagisa ahí.
—Te tardaste mucho —dije caminando hacia él. La chamarra de mezclilla en sus hombros donde tenía sus brazos cruzados mientras me miraba con enfado, le quedaba bien. Llevaba unos pantalones de pitillos azules calzando unas botas cafes.
—¿De verdad la viste? —cuestionó, con voz temblorosa. Su rostro detonaba enojo pero se notaba nervioso también.
—No, lo dije para que vinieras y hablaramos —respondí.
—No mientas.
—No lo hago, niñita llorona. En todo caso ¿Por qué te preocupa tanto que la vea? ¿Qué es lo que hay en esa foto, Haruno? —me aproximé hacia él tanto para impedir que saliera corriendo como las otras veces, era muy veloz y yo no estaba para seguir persiguiendo a alguien.
—No me preocupa que la veas...es solo que... —sus ojos se cristalizaron y apartó la mirada. Otra vez esa expresión dolida en su rostro ¿Qué anda mal con él?
—Vamos, dime...
—¿De qué querías hablar en todo caso? ¿Solo para eso me amenazaste para que viniera? —cambió el tema, sorbiendo su nariz y mirándome ahora.
—No, es porque siento curiosidad sobre ti, niñita llorona.
—Para de decirme así.
—No quiero, como sea...luego de que te fuiste la vez pasada cuando te invité a comer dijiste que aceptabas mis disculpas pero parecía que solo lo dijiste por decir y yo-
—Lo dije en serio, Kira.
Me interrumpió pero no le creí. —Dejame terminar, yo...me preocupé ¿bien? Te veías más patético que de costumbre y quiero saber la razón de tu molestia.
—¿Para qué?
—¿Cómo que para qué? ¿No es obvio? —respondo.
Él me mira confundido. —No, no es obvio. No entiendo porqué de la nada ahora estás siguiendo me y acosando me, parece que no entiendes que no te quiero cerca de mi ni que te metas en mi vida.
—¡Pues es muy tarde ya! Te guste o no me preocupas y no descansaré hasta saber que te molesta tanto que te ves como un maldito llorón sufrido a punto de romperse.
Su mano se impacta en mi rostro.
Arde.
No entiendo como sus bofetadas pueden doler tanto si no tiene nada de fuerza y se ve tan escualido. Mierda, pica, también.
—¡No necesito tu maldita lástima!
—¡Golpeame todo lo que quieras, eso no me hará desistir!
Sus ojos se cristalizan aún más y, las lágrimas no tardan en rodar de sus orbes celestes recorriendo sus mejillas hasta caer en el suelo.
—¿P-Por qué no me dejas en paz? —sollozó. Su mano cubrió sus ojos mientras seguía llorando cuando escuché unos pasos aproximarse a donde estábamos. Pensándolo bien, no había sido buena idea gritar nos en frente la casa de mi mejor amigo.
—Venga...llora todo lo que quieras —lo abracé cubriendo su cabeza con mis brazos sintiendo como mojaba mi camisa con sus lágrimas. Su llanto se volvió más fuerte y miré por encima de mi hombro a Sora allí, de brazos cruzados. Sus labios se movieron pronunciando algo que leí como «¿él esta bien?» y le respondí con un «vete adentro, entrometido».
Sus brazos me rodearon mientras más lloriqueaba. Tal vez si lo hacía se desahogaba.
Aunque tenía curiosidad por aquella foto que me había pedido no ver pero iba a respetar sus chillidos y no la vería hasta que él estuviera listo. Su pequeño cuerpo se sentía tan tibio contra el mío, cuando estaba a su lado me olvidaba por un momento de que me gustaba mi mejor amigo y que a él le gustaba un pequeño enano diabólico.
[...]
SORA
Caminé por el pasillo con rapidez, de hecho, estaba corriendo con todas mis fuerzas luego de haber recibido un mensaje de mi amiga Fuka de que la viera en los vestidores de chicas. No tenía idea de para qué me quería allí pero había dicho que me diera prisa.
Respiré hondo cuando llegué.
Me encontraba agitado con la respiración errática pero de todas formas abrí las puertas y busqué con la mirada a mi amiga. Su cabello castaño estaba suelto cubriendo un lado de su cara y me extrañé porque ella nunca lo llevaba suelto por ningún motivo. Me aproximé hacia donde estaba y me senté a su lado. Escuché como sorbía su nariz de vez en cuando lo que me dió a entender que había estado llorando.
La abracé atrayéndola hacia mi y acaricié su cabello suavemente.
—¿Qué ocurre, Fuka? —le pregunté, en tono bajo.
—Estaba intercambiando mensajes con unos de mis compañeros durante unos meses... —comenzó a decir y la escuché con atención —Creí por un momento que él sentía lo mismo que yo pero... —empezó a llorar ocultando su rostro en mi pecho.
—Yaaa...yaaaa... —acaricié su espalda con suavidad.
—Él solo estaba jugando conmigo, dijo que había sido solo una apuesta —esas únicas palabras hicieron enfurecer me en gran manera.
—¿Una apuesta? —cuestioné, rechinando mis dientes.
—Él me vio todo este tiempo como una estúpida, dijo que nunca saldría con una sabelotodo como yo, que no valía la pena y que fue divertido ver que me creía todo —sollozó mientras más lágrimas caían de sus marrones ojos.
—¡¿Cómo se atreve ese imbécil?! —gruñí.
Console a mi amiga durante un rato más hasta que pudo sentirse mejor. Mi hombro y pecho estaban humedos debido a sus lágrimas y, luego de que ella se lavara el rostro salimos del vestidor de chicas. Tenía los ojos y nariz rojos, miraba al suelo mientras yo mantenía mi brazo alrededor de sus hombros, protegiéndola de las miradas de los demás.
—Mira eso... —dijo alguien apareciendo frente a nosotros.
Me detuve observándolos a cada uno, a los tres chicos frente a nosotros que habían aparecido. El del cabello rubio cenizo miraba con burla hacia mi amiga.
—Con que no eres del todo una sabelotodo mojigata... —dijo, en tono malicioso.
—Sí, resulta que es como las demás, una zorra —escupió el otro imitando la sonrisa del chico rubio. Mis manos se apretaron en puños.
Deduje que ese era el chico que había hecho sentir miserable a mi Fuka por lo que la aparté suavemente de mi y di unos pasos al frente para encararlo.
—Eres un maldito cínico ¿Cómo te atreves a herir a mi amiga y encima llamarla de esa forma?
El chico rió con diversión.
—Es la verdad, la muy ingenua creyó que sentía algo por ella ¡Que ilusa!
—Quien estaría con una friki inadaptada.
Yo no era muy fuerte como para irme a las peleas pero no dudé en pegarle un puñetazo en la boca en cuanto dijo eso.
—Porque no vas a decirle eso a tu madre, imbécil.
—¡¿Tú qué te crees?! —me devolvió el puñetazo con mucha fuerza que caí al suelo.
¡Mi nariz, mi nariz!
Dolía mucho y la sangre no tardó en salir cuando de pronto escuché la voz de Arik.
—¿Qué hacen ustedes tocando a Sora?
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Las apariencias engañan [ yaoi/gay ] +16 *EDITANDO*
Teen Fiction(COMPLETA) Sora O'Connell cursaba su segundo año en el instituto cuando llegó un estudiante nuevo, él parecía ser inofensivo e ingenuo, vivía todo el tiempo distraído y en su mundo por lo que Sora no le vió nada malo al acercarse a él para que sean...