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—No te metas en asuntos que no te conciernen, enano —dijo uno de ellos. Me levanté con ayuda de Fuka quien se veía llena de miedo por lo que estaba pasando.

—Me concierne cuando haz tocado a Sora; me pregunto quien te ha dado permiso siquiera de mirarlo o dirigirle la palabra —parpadee varias veces con rapidez. La voz de Arik se escuchaba fría y ronca.

—¿Qué eres su novio o algo así? —inquirió uno de ellos con burla. Mis mejillas se tornaron rosas al escucharlo.

—No te metas en nuestros asuntos.

—Parece que no me di a entender bien... —se aproximó hacia uno de ellos, el de cabello negro con las puntas rubias y abrí mis ojos a más no poder cuando lo tumbó al suelo de una patada que no supe como demonios la había hecho. Todo pasó muy rápido.

Sus ojos negros se veían peligrosos y lo observó desde arriba aún con las manos en los bolsillos del pantalón del uniforme. Fuka ahogó un grito cuando el chico escupió sangre, pronto tendría un moretón en el rostro cerca de la boca.

—Me entero que tocaste a Sora o a la chica de nuevo y te mataré ¿entiendes?

—¡¿Quién te crees que eres para amenazarnos?! —gritó el rubio, colérico.

Arik lo miró rapidamente y vi como el chico se tensaba y luego retrocedía.

Demonios...

—Mejor vámonos...esto no se quedará así —dijo, ayudando a levantar al pelinegro de mechas rubias y, se largaron con rapidez. Por supuesto que no iba a quedarse así porque en cuanto Kira se enterara de lo que le han hecho a Fuka se iba a armar la verdadera pelea. Y yo que no me iba a quedar de.boquita cerrada ante esto, Fuka era mi amiga y si tenía que meter mi manl en aceite caliente por ella lo haría sin dudar.

—¿Estás bien? —Arik se acercó a mi, hasta ahora no había notado el fuerte olor a sangre en mi.

—Me duele mucho la nariz —respondí, mi camisa estaba manchada ya.

—Vamos a la enfermería.

[...]


—Auch, auch...

—Quedate quieto, querido —dijo la enfermera mientras limpiaba la sangre de mi nariz. Se me hincharía pronto, me dolía mucho.

Cuando terminó, ella buscó algo entre unas cajas hasta que volvió con otro camisa blanca. Me la entregó para que la reemplazara con la que había manchado y luego se retiró hacia su oficina para seguir con su papeleo. O eso creí. Me quite la camisa y comencé a ponerme la otro bajo la atenta mirada de Arik que había insistido en quedarse conmigo luego de que Fuka se fuera con una chica más que conocía a su salón ya que las clases comenzarían pronto de nuevo y, eso estaba bien, ella podía estar triste ahora pero cuandl se trataba de clases su trsiteza iba a segundo plano.

—Espero que esos chicos no vuelvan a molestarte —dijo, acercándose a mi.

—Se como defenderme —mentí. Fue pura suerte que pude atinar le, tal vez estuve tan enojado en ese momento.

—Se nota —dijo, sarcasticamente.

Rodé mis ojos.

—Gracias de todas formas, no sabía que podías patear a alguien de esa manera tan genial —sonreí, luego de cambiarme.

Él sonrió también. —Lo aprendí cuando vivía con mi padre en Rusia.

—Tú te ves tan pequeño e inofensivo pero eres muy fuerte —comenté, brincando de la camilla para bajarme.

—Es porque suelo entrenar en la noche, me gusta mantenerme en forma.

—Que envidia, yo soy muy flojo para hacer eso.

—¿Seguro que estás bien? No vayas a marearte —dijo, preocupado y reí.

—Estoy bien.

—Esos chicos son unos idiotas.

—Sí, lo son pero, en cuanto Kira sepa lo que le hicieron a Fuka la patada que le diste a uno de ellos será como una cálida brisa de verano.

—No te involucres en ninguna pelea, Sora —salimos de la enfermería.

—Lo haré si es necesario —afirmé, convencido.

—Por favor, no eres muy fuerte que digamos —lo miré frunciendo el ceño.

—Aún así, ellos lastimaron a mi amiga y no pienso quedarme de brazos cruzados.

—Esta bien, pero que conste que te lo advertí —lo abracé, despeinando su cabello ondulado que estaba en rulos desaliñados.

—Estaré bien, Arik.

—Eres muy malo mintiendo —tal vez sí lo era.

[...]

KIRA

Toque el timbre de su casa repetidas veces ¿Cómo se donde vive? Tengo mis métodos para saber ciertas cosas, no por nada conseguí su número de celular tan rápido y en poco tiempo. Sabía que no había ido al instituto porque había estado allí y había dicho que faltaría porque no se sentía bien por lo que me fugué y me vine a su casa.

La cual nadie pensaba abrirme.

Volví a tocar repetidas veces hasta que escuche un "ya voy" desde el otro lado y respiré hondo.

¿Qué estaba haciendo allí?

No tenía idea.

Simplemente me dieron ganas de venir a molestarlo y ver si en realidad se encontraba mal o no.

Quien me abrió fue una chica igual de bajita que Nagisa, tenía el cabello pelirrojo y los ojos azul oscuros. Me miró de arriba a abajo con curiosidad mientras masticaba un chicle.

—¿A quién buscas? —preguntó.

—¿Está Nagisa? 

—Sí, está enfermo, me pidió que si venía un tal Kira o algo así que no lo dejara pasar.

Presioné mis labios en una fina línea.

—Me llamo Luke —dije el primer nombre que se me vino a la mente.

—Ah, entonces pasa —abrió más la puerta y sonreí.

Que niña mas fácil de engañar.

—Es la puerta número dos a la derecha —me indicó, volviendo al sofá donde la televisión estaba encendida.

—Gracias.

Subí las escaleras con tranquilidad.

Esta casa es grande y espaciosa.

Cuando vislumbre la habitación de Nagisa tomé el pomo de la puerta y la abrí cerrándola detrás de mi con seguro, por si acaso.

Él estaba en su cama, dormido. O eso supongo.

Esta cubierto por las mantas de varios colores pasteles y de entre estas se asoma su larga cabellera castaña rojiza. Me acerco hasta donde está y me siento en la orilla de la cama tomando una de las mantas y, quitándola de su cabeza.

Efectivamente está dormido.

Tiene la mejillas rojas y los labios pálidos.

Toco su frente y parece estar ardiendo en fiebre. Ummnh, parece que en verdad no mentían cuando dijeron que se encontraba mal. Me pregunté si se había tomado algo ya pero en cambio me tumbe a su lado luego de quitarme los zapatos. Su cuerpo estaba exageradamente caliente pero no me importó porque el mío se encontraba frío en comparación.

Había sido una larga caminata del instituto hasta su casa así que me merecía una siesta.

Claro, porque no.

La merezco.

Me acomodé a su lado y lo abracé, él estaba bien dormido que no se movió de su lugar. Respiraba tranquilamente y yo cerré mis ojos dejándome caer en los brazos del sueño.









Las apariencias engañan [ yaoi/gay ] +16 *EDITANDO* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora