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—¿Por qué estás golpeado de nuevo, Kira? —le pregunté a mi amigo rubio mientras él tomaba asiento detrás de mi en el salón de clases. Chasqueó su lengua cruzando sus brazos encima de su pecho.

—Digamos que la persona con la que quiero hablar me repele cada vez que me ve, sabes como soy... —respondé dejando soltar un suspiro de resignación.

—¿Y esa persona es...? —inquiero con curiosidad.

¿Será alguien que le gusta?

Recordaba que a Kira le iban los tíos por lo que quien sea que fuera ese chico tenía agallas como para abofetear dos veces seguidas a mi amigo y salir ileso. Debía ser alguien bastante fuerte y de peor carácter que Kira.

—Esa persona es una niñita llorona muy sufrida —contestó.

—¿Niñita llorona? —eso me dejó confundido. ¿No que prefería a los chicos...?

—Sí, es un llorón y, no me gusta —se apresuró a decir con el entrecejo fruncido —Es solo que... —volvió a suspirar —Olvidalo.

—Pareces muy preocupado por él que insistes en hablarle aunque te sigue abofeteando.

—No me preocupo por él —gruñó. Sonreí porque sí que le preocupaba. Kira solía ser muy insistente, como una garrapata que solo quiere completar su objetivo y, si ese objetivo era hablar con ese chico él no iba desistir muy rápido.

—Claro, si tu lo dices —dije, sarcásticamente.

El profesor entró al salón y nos acomodamos en nuestros lugares. Mis ojos se desviaron hacia donde estaba aquel chico pelinegro de ojos del mismo color y, que me estaba mirando también. Sus ojos estaban rojizos, como si hubiera estado llorando y eso hizo mi corazón acelerarse.

Apartó la mirada un poco ido concentrándose en lo que decía el profesor Bell hasta que escuché la palabra «tarea» salir de su boca y me puse alerta.

—Les dejaré un trabajo en grupo que consiste en realizar una serie de ejercicios como prueba del semestre. Será como un examen de prueba de lo que saldrá en los exámenes finales por lo que deben de estudiar y ayudarse entre si.

Esperaba que fuera mejor en pareja para tener que ir con Kira porque mi amigo rubio era bueno en matemáticas, pero el profesor habían dicho "grupo" así que debía esperar con quien me tocara. Nos entregó a cada uno tres hojas grapadas que contenían varios ejercicios diferentes de matemáticas y me empezó a doler la cabeza de solo ver tanto números.

—Elegiré al azar —dijo y, a continuación, prosiguió a hacerlo.

Me puse nervioso, miraba de vez en cuando hacia Arik mientras me mordía una de mis uñas. Él estaba tranquilo, con su barbilla reposando en su mano. La manga de la camisa le cubría toda la mano y gruñí por lo bajo porque se veía tan lindo.

No podía olvidar lo que había pasado tan solo ayer.

En cuanto llegué al instituto no pude verlo a la cara por lo que lo evité todo el rato. Estaba avergonzado por lo que había sucedido en las duchas. La manera en la que me había hablado, como si tuviera que hacer todo lo que me dijera mientras me presionaba y, literalmente estaba provocándome una erección...me hacían sentir muy acalorado ahora que lo pensaba. Pero no tenía porque darle el gusto de decir que me gustaba en voz alta. No cuando tenía que aclarar mis ideas primeramente.

Además de que esa faceta suya que sacaba de la nada me provocaba algo de miedo.

Si era sincero estaba asustado e intrigado.

Y caliente.

Más que nada intrigado.

De alguna forma me había gustado esa faceta suya tan autoritaria, maliciosa y malévola. ¿Debo estar loco, no? Posiblemente.

[...]

Para mi suerte estaba en un grupo con mi mejor amigo Kira, el chico que me gustaba que era una ternura pero un poco raro y, otro chico que tenía pinta de preferir atender a sus videojuegos que hacernos caso. Decidimos reunirnos en mi casa la primera vez para realizar los ejercicios y estudiar.

Teníamos hasta el viernes para entregarlo.

Tres días a partir de hoy.

—Puedes tener mi número —le dije al chico de cabello negro con un mechón color rojo y ojos azules. Él asintió sin despegar la vista de su nintendo switch mientras sacaba una pequeña libreta negra del bolsillo de sus pantalones.

—Anotalo ahí y ya veremos —contestó.

Me encogí de hombros y proseguí a hacerlo. Él se marchó rato después de que se la entregué y el cuerpo de Arik apareció en mi campo de visión.

—Sora, almorcemos juntos hoy —me pidió, sus ojos estaban más claros y llevaba el cabello revolteado así que me tomé el atrevimiento de arreglarlo un poco con mis manos. Me encontraba un algo nervioso ahora con el pelinegro cerca. No podía deshacerme de lo de ayer en mi mente y, menos porque me había gustado.

Maldición, sí, lo disfruté.

—Claro.

Respondí, sonriendo. De paso sonrojando me al ver su sonrisa tan tierna.

Arik Koslov hoy parecía más pequeño y adorable de la cuenta. Tenía ojeras y tapaba su boca con el dorso de su mano cubierta por la chaqueta del uniforme.

—Ahnmm...yo... —comenzó a decir y detuve un poco mi marcha por el pasillo con él a mi lado —Aún quiero saber si te gusto —terminó de decir.

Automáticamente me sonrojé.

Rasque mi nuca, nervioso y sonreí de lado. —Bueno, no puedo... decirte ahora... —respondí. Tomó mi mano deteniendo me.

Me giré hacia él quien tenía las mejillas rosas.

—¿Por...?

Presioné mi lengua contra mi mejilla antes de responder. —Porque no estoy seguro de lo que siento, no quiero confundirme-

Tiró con fuerza de mi brazo hacia abajo haciendo que me agachara hasta quedar a su altura, él envolvió un brazo en mi cuello enterrando sus dedos en mi cabello castaño claro y la caricia se sintió bien sino fuera porque sus labios contra los míos se sintieron mejor. Cálidos. Más bien estaban calientes. Cerré mis ojos dejándome llevar sin importarme que estabamos a mitad del pasillo rumbo a la cafetería para almorzar.

Alguien podría vernos.

Sino que ya nos habían visto, pero no me importaba en lo absoluto. Estaba disfrutando demasiado de lo que estaba sintiendo en ese momento. De como me sentía cuando nos besábamos y su lengua se encontraba con la mía.

Mi corazón iba a mil por minuto.

Se saldría de mi pecho en cualquier momento y, cuando nos separamos por falta de aire mi rostro se encontraba rojo, incluso mis orejas se sentían así.

Sonreí atontado por el beso.

—El almuerzo puedes esperar, ven conmigo un momento —me arrastró con rapidez y mis pies se movieron solos, siguiéndolo.

Entramos a un pequeño lugar. Supe que era el cuarto de limpieza por los trapeadores y escobas que había y, más porque mi pie casi queda atascado en la cubeta del trapeador. Encendí la luz jalando la delgada y pequeña cadenita en el techo mientras mis ojos se desviaron hacia Arik quien desató mi cinturón, bajó el cierre de mis pantalones y, tiró de estos hacia abajo junto con mis boxers, liberando mi pene.

Podía admitir abiertamente lo que había pasado allí. Porque lo había disfrutado más que lo de las duchas.






Las apariencias engañan [ yaoi/gay ] +16 *EDITANDO* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora