Capítulo 62

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Ese día Altagracia tenía que declarar.

Se paró a duras penas de la cama y entró al baño para darse una ducha rápida. Intentó no pensar mucho en lo que podría pasar hoy en el juzgado mientras el agua fría la desperezaba, pero le fue imposible relajarse. Se había preparado por lo que sentía toda una vida para este momento. Se sentía tan cerca de librarse su horrible pasado que le daba miedo ilusionarse tanto.

Salió del baño envuelta en una toalla y su corazón dio un pequeño salto al ver a José Luis. Él se paró inmediatamente de la cama y, sin importarle su desnudez, fue hacia ella para plantarle un beso en la frente.

– Mi amor, hablé con Genaro para que nos llevara hoy al juzgado. – el empresario se sentía demasiado nervioso para conducir. Esperaba que ese día tuviera fin esta odisea legal y, con eso, que las sombras en los ojos verdes de su güera desaparecieran de una vez y por todas.

– Está bien. Pero necesito que te prepares rápido... siempre duras una eternidad en el baño. – respondió, tratando de quitarle seriedad al momento. Estaba demasiado tenso, lo podía sentir.

– No me andes difamando por ahí. – le pidió, sonriendo ligeramente.

– No, pues si yo solo digo la verdad. – dijo, dándole un beso rápido en los labios y una nalgada para que se apurara.

Media hora después ya estaban en el todoterreno de camino a la audiencia. José Luis no dejó de sostener su mano durante todo el trayecto. Quería asegurarse de que ella supiera que él estaba ahí para ella.

Que estaría siempre.

Al llegar al juzgado, tuvieron que pasar entre el acostumbrado enjambre de periodistas para entrar y Altagracia pensó que definitivamente no iba a extrañar sus viajes diarios al tribunal. Mónica, Regina, Isabella y Matamoros ya habían llegado, al igual que Saúl. El desgaste era obvio en sus caras, pero ya el final estaba cerca.

La audiencia inició y el Ministerio presentó el video que se hizo viral antes de la desaparición de Altagracia, mostrando cómo mataba a Rafael con un abrecartas. Saúl contrarrestó con la versión sin editar del mismo video, cuya veracidad fue confirmada por un perito. En esa versión se veía claramente que el acto no había sido premeditado y, lo más importante, que había sido en defensa propia.

La rubia había perdido sensación en las dos manos al tenerlas apretadas con fuerza. Se sentió algo enferma al principio, era horrible tener que revivir el trauma que había sufrido a manos de Rafael. Pensó que ver el video la destruiría, pero fue lo contrario. Le aseguró que hizo lo correcto al defenderse de Rafael. En ese momento era su vida o la de él. Y por su hija, por su familia... por José Luis, agradeció tener la fuerza de pelear por sobrevivir.

Luego de presentar, Saúl se sentó a su lado y le dio una palmadita en el hombro en señal de apoyo, a lo que ella respondió con una sonrisa tensa.

Luego de la debacle con la grabación, escucharon las palabras que esperó inquieta por tanto tiempo.

– El Ministerio llama a declarar a la acusada, Altagracia Sandoval.

Se dirigió con paso decidido hacia el estrado, sin voltear a ver al público. Si tenía que exponerse para acabar con esto, estaba dispuesta a hacerlo. Hizo la juramentación y se sentó con toda la gracia que le permitía el asiento incómodo. El fiscal no perdió tiempo en atacarla.

– ¿Es o no es usted la persona que aparece en el video matando a Rafael Cabral?

– Si soy la del video, pero...

– ¿Qué tenía puesto? – dijo el fiscal, sin dejarla terminar.

– ¿Eso ... eso qué tiene que ver? – musitó Altagracia, confundida.

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