La vio salir de su oficina y se quedó dónde estaba, sin poder moverse por lo que pareció una eternidad. Aun cuando su corazón le gritaba que corriera tras ella, sus pies, su cuerpo completo dejó de obedecerle.
Su mente también se había quedado en blanco. No tenía la capacidad suficiente para entender todo lo que había pasado. Como de pronto su relación se había ido por el caño... y todo por su culpa. Por su impulsividad y falta de control.
Pero el José Luis que fue antes ya no existía. Y no sabía cómo haría para que Altagracia lo entendiera.
Tal vez solo necesitara tiempo... aunque conociéndola, ni que bajara un batallón de ángeles directo del cielo bastaría para convencerla de que lo perdonara.
– ...ñor Navarrete, ¿está bien? – dijo una voz lejana que lo sacó de su estupor.
Sus ojos se enfocaron en Verónica quien lo veía con cara de preocupación desde la puerta. Se obligó a moverse hacia su escritorio, intentando mantener aunque sea un ápice de normalidad en su voz.
– Claro que sí, todo bien. ¿Y tú?
– Todo bien, gracias. – La secretaria tenía una expresión de extrañeza, pero no insistió. – La señora acaba de salir y no la pude alcanzar. Necesito que firme unos planos para aprobarlos, no sé si usted se los podría entregar.
José Luis tragó con fuerza, esperando deshacerse del nudo que le atenazaba la garganta.
– No te preocupes, volverá.
Le daría tiempo suficiente para que entrara en razón. Se intentó convencer de que Altagracia volvería.
Tenía que volver.
La haría volver.
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– Sé que es súper tarde, pero quería llamarte antes de que se me pasara la oportunidad.¿Qué pendejada estás haciendo, Altagracia?, se preguntó, conteniendo las ganas de cerrar. Miró al chofer para confirmar que seguía pendiente del camino.
– C-claro. – dijo una voz somnolienta al otro lado del teléfono. – Cuéntame todo.
Ya que vas a meter la pata, más vale que lo hagas hasta el fondo.
– Hablemos de negocios.
[...]
Altagracia aspiró hondo después de culminar con la llamada, aunque sus pulmones seguían faltos de aire. La conversación que acababa de tener era justo lo que necesitaba para salir de la Constructora Navarrete. Y de paso, salir de la vida de José Luis.
Rogó al cielo que la distancia fuera suficiente para deshacerse de sus sentimientos por él, que para nada le servían.
La rubia volvió a mirar hacia el tráfico, mientras permanecía en un limbo emocional y pensaba a dónde ir.
No podía volver a la oficina, ni mucho menos a la casa del empresario. De tan solo pensar en volverlo a ver, el puño de hierro que apretaba su corazón se cerraba aún más. Tampoco podía ir donde Regina, no tenía ganas de responder preguntas en ese momento. No tenía ganas de interactuar con nadie.
Necesitaba estar sola.
Pensó en su departamento y la idea le causó rechazo inmediato. No había vuelto desde que regresaron a México y no sabía cómo reaccionaría al entrar. Alguna vez se sintió segura en ese espacio, pero todo se había ido a la verga con las amenazas y el ataque a Magdalena. Además, estaba la manera en que ella y José Luis habían marcado cada esquina con sus caricias, sus besos...
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La Indomable
FanfictionAltagracia lo había perdido todo: su empresa, su familia, el hombre al que amaba... Pero la vida le ha dado otra oportunidad para resarcir sus errores y ser feliz. ¿La aprovechará? Como me habría gustado que hubiera sido La Doña 2.