Saúl Aguirre
Tenía ya dos horas en el hospital y nadie le decía nada. Se sentía tan frustrado de no saber ningún detalle. Lo único que podía hacer era esperar a que alguien se dignara a informarle qué era lo que pasaba con Mónica.
Encima de todo había dejado el móvil tirado en la Fundación. Cuando vio a Mónica desmoronarse frente a sus ojos no pensó, solo actuó. La tomó en brazos y la montó en su todoterreno como pudo. No le dio tiempo siquiera de comunicarse con Regina... O con Altagracia. Y, aunque Mónica no había reaccionado cuando llegaron a emergencias, no quería alarmarlas por si resultaba ser un simple mareo. La enfermera le había dicho que sus signos vitales estaban estables y que le estaban practicando unas pruebas. Y no más. Solo silencio.
No se había podía estar quieto por más de cinco segundos, estaba tan nervioso. Trataba de convencerse de que no era nada grave pero la falta de información no era precisamente buen augurio.
– ¿Parientes de la señorita Mónica Hernández? – oyó preguntar a una de las enfermeras que tanto había cuestionado y se acercó rápidamente a ella. – Su esposo, ¿cierto?
– Eh... sí. Soy yo. ¿Qué me puede decir? ¿Ya saben qué es lo que tiene?
–El médico general solicitó que el especialista chequeara el caso y el doctor Mendoza ya está en la habitación para confirmar ciertos datos. La paciente está despierta y en buena condición. Por favor, acompáñeme. – Saúl asintió y siguió a la enfermera hasta llegar a una de las habitaciones semiprivadas del centro.
Al entrar y verla conectada a una intravenosa y unos aparatos en los que no se fijó mucho, trató de no pensar en los eventos de hace 2 años. Mónica había pasado tantas cosas y esperaba que esta no fuera otra prueba. Ella merecía ser feliz, encontrar a alguien con quien tener una familia, envejecer...
– Saúl, hola. – dijo Adolfo. Vaya casualidad...
– Hola, Adolfo. Mónica, ¿cómo te sientes? – dijo mientras se acercaba a la cama. Se veía tan desmejorada.
– He tenido días peores... – respondió ella, con una voz débil. – Adolfo me estaba contando que me desmayé.
– Así es. Pero quería que Saúl estuviera aquí para hablar con ambos. – replicó Adolfo, leyendo lo que parecía un expediente. – A Mónica se le realizaron unos exámenes rutinarios para descartar cualquier patología. El recuento de los glóbulos blancos salió muy alto y debemos hacer otros estudios para determinar exactamente con qué estamos lidiando. Según me explicó Mónica, el único síntoma que ha tenido es fatiga, ¿cierto?
– Si, Adolfo. He estado muy cansada últimamente. – Mónica evitaba mirar a Saúl a toda costa. Lo entendía y lo hacía sentir peor. Sabía que, si fuera por ella, él no estaría ahí.
– Bueno, pues indicaré otros exámenes y esperamos los resultados. – expresó, mientras cerraba la carpeta y lo miraba. – Saúl, como su esposo, necesito que firmes unos documentos del hospital.
Saúl se pasó una mano por el cabello, en un gesto de incomodidad. Él y Mónica se miraron por unos tensos momentos hasta que Saúl decidió hablar.
– ¿Le digo yo o le dices tú?
– Es que, Adolfo... Saúl y yo nos estamos divorciando. – si Adolfo estaba sorprendido, no lo demostraba ni un poco. – Te pido que por favor coloques a mi tía Regina como contacto de emergencia y familiar más cercana.
– De acuerdo... – dijo Adolfo, tras lo cual le pidió los datos de Regina. – Yo llevaré esto a registro y ya en el día de mañana te estarían haciendo los estudios. Si quieres que tu tía se quede contigo esta noche, debes decirle que llegue antes del cierre de las horas de visita. Nos vemos mañana.
Al salir Adolfo, la habitación se llenó de tensión. Saúl sabía que debía irse, pero necesitaba estar seguro de que ella iba a estar bien.
– Mónica... puedo quedarme hasta que llegue Regina.
– No te preocupes, con que la llames es suficiente. Gracias por todo, Saúl. Buenas noches.
En lenguaje sutil, quiso decir "Te quiero fuera de mi vista", así que salió sin hacer otro comentario. Estaba realmente intranquilo, pero no podía cargar a nadie más con sus preocupaciones. Llamó a Regina y esperó que llegara al Hospital. Ella no estaba muy contenta con cómo se habían dado las cosas en su matrimonio, pero en esos momentos solo le interesaba la salud de Mónica. Se despidió escuetamente y salió, pensando en lo agotado que se sentía. Y con razón, ya era muy tarde y no había parado desde las seis de la mañana.
Así que decidió no pasar por la Fundación e ir directo a la vecindad, donde se estaba quedando luego de la separación. Luego podría buscar su móvil.
[...]
Todo esto es tu culpa, Saúl. Eres el único responsable de mis desgracias.
[...]
Saúl despertó adolorido de tanto dar tumbos en la cama. No pudo dormir por las pesadillas recurrentes con Altagracia, con Mónica. El sol le cegaba los ojos. A duras penas pudo ver la hora marcada en el reloj: 7:48 de la mañana. Ayer fue un día pesado, pero tenía la certeza de que hoy lo sería mucho más.
Tenía que llegar a su despacho para recuperar el celular, así podría estar al tanto de Mónica. También para comunicarse con Altagracia de ser necesario, aunque esperaba que no lo fuera. Hizo un repaso mental de todas los pendientes por hacer mientras se arreglaba.
Cuando llegó a la Fundación pasaban de las nueve. No le sorprendió ver llamadas perdidas de Altagracia, aunque tenía tantas cosas que resolver que decidió encargarse luego de ese momento de demencia que había experimentado. No se consideraba un cobarde, pero no le apetecía enfrentarse a sus insultos tan temprano. Lo que si hizo fue dejarle un mensaje a Regina, pidiéndole que lo mantuviera informado de cualquier avance.
Trabajó tan enfocado que no se dio cuenta de que se había pasado la hora de almuerzo hasta que entró una llamada de Regina. En ese instante, Saúl tuvo un mal presentimiento. Si fueran buenas noticias, le hubiera enviado un mensaje en vez de llamarlo.
Escuchar los sollozos de Regina no hicieron más que confirmar lo que se temía. Pero cuando le dio el diagnóstico, se le heló la sangre y supo que tendría que decirle a Altagracia.
Mónica tenía leucemia.
¡Hola! Muchísimas gracias por seguir leyendo mi historia, me emociona como no saben cuando me escriben o votan por cada capítulo 💖😁 Estoy tratando de actualizar lo más rápido posible pero a veces se me dificulta. Cualquier petición que tengan, la pueden dejar en los comentarios y así poderlos tomar en cuenta.
¡Gracias totales!
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La Indomable
FanfictionAltagracia lo había perdido todo: su empresa, su familia, el hombre al que amaba... Pero la vida le ha dado otra oportunidad para resarcir sus errores y ser feliz. ¿La aprovechará? Como me habría gustado que hubiera sido La Doña 2.