– Pues a su embarazo. Debe tener un ángel guardián porque el bebé está estupendo luego de todo lo que pasó.
Altagracia sentía cómo los oídos le retumbaban. Escuchaba voces, pero lejanas y las palabras apenas se diferenciaban unas de otras.
– ¿Embarazo? Altagracia... hermana...
Sintió cómo unas manos la estabilizaban. No había diferencia si eran de Matamoros o de Regina. Francamente, ya estaba harta de marearse a cada rato en los últimos días. Aunque inicialmente se lo achacó al secuestro, ahora ya entendía el porqué.
Un bebé... Un BEBÉ.
– N-no... – la rubia negó con la cabeza. ¿Embarazada? Era imposible... – A menos que...
– ¿A menos que qué? – preguntó Regina. – ¿Están seguros de esto, enfermera? ¿Y cómo saben que el bebé está bien? Mi hermana pasó por mucho.
Altagracia miró a la señora, quien de seguro pudo leer la sorpresa dibujada en su rostro.
– ¿Es que no sabía? – preguntó y la rubia detestó cómo la lástima teñía su voz.
– Nunca t-tuve síntomas...
– Para algunas, las náuseas y malestares se presentan más tarde. A veces nunca llegan, todo depende de cada persona.
La empresaria no podía hablar y se había quedado blanca como un papel.
– Entiendo que pueda ser una noticia muy impactante para usted. Para su tranquilidad, el conteo sanguíneo está bien, salvo una ligera anemia. Si prefiere, podemos hacerle unos exámenes más exhaustivos, como un ultrasonido para que pueda ver al bebé y confirmar su salud.
– Yo... Eh... Necesito unos minutos. – dijo, apenas en un susurro.
La enfermera se excusó y se retiró a su estación, mientras Altagracia intentaba recuperarse del golpe de asombro. Por enésima vez aquel día, se sentó en una silla sin saber qué sería de su vida.
– No sé qué pasó, Regina. – dijo, sintiendo sus ojos curiosos sobre ella.
Habían ocurrido tantas cosas en tan poco tiempo que no sabía ni por dónde empezar. Se esforzó en hacer memoria. Tenía semanas sin tener relaciones, por supuesto. Y antes de eso, estaba protegiéndose.
No, eso no es cierto.
La verdad es que no podía recordar cuándo fue la última vez que se tomó la píldora...
– Mierda...
Había parado el tratamiento desde el problema con Saúl.
Respiró con pesadez. Le parecía la idiotez más grande del mundo, ser descuidada de esa manera. Y ahora... Se masajeó el puente de la nariz, intentando convencerse de que no era el fin del mundo.
– Me olvidé de tomar la píldora por varios días luego de que tuve una pelea con José Luis... Ya luego salimos corriendo a Querétaro. Y... volvimos a estar juntos. En resumidas cuentas, fui una irresponsable. Se supone que soy una mujer adulta, Regina. No entiendo cómo pude ser tan estúpida.
– Hasta ahí todo está claro... No que seas una estúpida, me... me refiero a que a cualquiera le puede pasar. – se apresuró a agregar, sentándose a su lado. – Pero ¿de verdad no sabías que estabas de encargo?
– Te juro que no. No había señales, no sentí náuseas, ni... Dios mío, con razón estaba tan cansada. Y con todo lo que ocurrió con Alfonso y Magdalena, yo... Pensé que no me había llegado la regla por el estrés. Es más, ni siquiera sé cuándo tendría que haberme llegado.
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La Indomable
FanfictionAltagracia lo había perdido todo: su empresa, su familia, el hombre al que amaba... Pero la vida le ha dado otra oportunidad para resarcir sus errores y ser feliz. ¿La aprovechará? Como me habría gustado que hubiera sido La Doña 2.