138. FECHA (Marco/Dante)

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* hoy les traigo 2x1 jaja. El otro día hice pastel y me quedó crudo :( eso me inspiró.

Marco frunció el ceño. Siendo la fecha que era, el hecho de que Dante no saliera corriendo de la casa y saltara a sus brazos como las pasadas veces, lo puso en alerta. El italiano sabía que no le gustaban las fiestas sorpresa, y no se atrevería a hacer una, además de que Marco no lo creía capaz de planear una.

La puerta estaba cerrada sin la llave puesta. Al entrar, el silencio lo recibió. ¿Dante lo había olvidado? No, el día de ayer era de lo único que su novio hablaba, de la sorpresa que le tenía. 

Marco pensó que pudo haberle pasado un accidente, sin embargo, él era el principal contacto de emergencia, y no recibió ninguna llamada.

—¿Dante?, ¿Dónde estás?

Escuchó el llanto venir de la cocina, y corrió allí, encontró una escena que le hubiese hecho perder la cabeza si no hubiese visto a Dante recargado en la estufa, llorando.

—Dante, Schatz, ¿estás bien? ¿por qué estás llorando?

Desde el momento en el que se hincó, Dante se aferró a su cuello, dejando fluir su llanto. Antes de conocer a Dante, a Marco no se le daba bien el consolar, pero, con Dante en su vida, tuvo que aprender. Ya se podía llamar un experto.

—Marco, soy un inútil— Dante dijo entre sollozos e hipidos— Quería, quería darte una sorpresa y…

Dante no podía controlar su llanto. Viendo el estado de la cocina, Marco pudo deducir a qué se refería su italiano. Dante no era bueno en la cocina, y como él decía: Solo sé comer. Habían renovado la cocina dos veces porque enseñarle a Dante a cocinar era como hacerlo con una piedra, infructífero.

Marco no lo apartó. A Dante debía darle tiempo, y luego él mismo se alejaría y recuperaría su jovial forma de ser.

—Iba a hacerte un pastel. Cómo sé que casi no te gusta lo dulce, compré un sustituto— el único dulce que era del gusto de Marco, era Dante— en la página donde encontré la receta decía que lo podía usar. Todo iba bien, la mezcla me quedó perfecta y estuve a punto de enviarte una foto— Dante explicó.

Oh, cierto. Dante no le había mandado mensajes ese día, y eso debió de ser una señal de que algo malo ocurría. Marco le besó la oreja. El llanto se había traspasado a su camisa, pero Dante ya no lloraba.

—Lo metí al horno.

—Tienes prohibido usar el horno— Marco le recordó. 

Había tenido que comprar cuchillos de seguridad, aquellos para niños, porque Dante terminaba poniendo su ADN en cualquier superficie, dejando una escena de terror.

—Ya sé, ya sé— Dante se quejó— pero, es una ocasión muy especial. 

Marco lo apretó entre sus brazos, indicando que no estaba molesto, aunque tendría que limpiar el desastre. A veces dudaba de la edad mental de su novio. ¿Era un hombre de veinticinco o un niño de ocho? Lo instó a seguir.

—Preparé el betún, y cada vez que lo probaba, no sabía a nada, y le eché más y más azúcar, olvidé que el pastel no era para mí y quedó demasiado dulce— Dante comenzó a llorar de nuevo.

Marco le acarició la espalda mientras le besaba la mejilla. Típico de tí, Marco le quiso decir, pero empeoraría la situación.

—Y como acabé rápido el betún, me puse a ver memes.

Marco rodó los ojos, sin que su Schatz lo viera. Dante había causado muchos accidentes por ver memes, él ya debería saberlo y evitarlo. 

—¿Y qué pasó después, Schatz?— Marco ya lo sabía.

Dante se acercó más a él, queriendo fundirse en el pecho del alemán.

—Unos minutos se convirtieron en dos horas, y el pastel se quemó— Dante soltó un sollozo— Lo siento, Marco. Es tu cumpleaños y quería que fuese especial.

Marco lo vio a los ojos y le limpió las mejillas. Sus días ya eran especiales con él en su vida, no necesitaba más. O bueno, un seguro que cubriera incendios.

—Está bien, Schatz. No lo hiciste a propósito. Pero, la próxima vez que quieras usar la cocina, espera a que esté en casa, ¿sí?

Dante asintió.

—No compré un pastel.

Pero, Marco sí lo hizo. Compró el sabor favorito de Dante, pues, él no era de gustar el pastel como Dante.

—Tampoco tengo un regalo.

—Ya eres el mejor regalo de mi vida, pero, si quieres complacerme en este día, puedes venir conmigo a la habitación.

—Marco, ¿podré caminar mañana?— Dante se limpió los ojos, su tristeza olvidada de momento.

Marco alzó la ceja y sonrió de lado.

—Quizás, quizá no.

*Schatz significa cariño.

Gracias por leer '3'

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