81. MUSA [Martín/Julián]

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*Joder, bendita la hora en la que apareció Martín en O11ce...

No sabía porqué estaba en esa habitación. El hombre calvo se le acercó con cara de pocos amigos y le dijo que debía acompañarlo. Julián no se opuso. Su estatura no sería problema para el hombre, sus músculos tenían músculos.

Julián lo siguió. Había perdido a Ciro entre la multitud. Julián no estaba tan alarmado, pues la playera y el gafete del hombre decían que era miembro del equipo de la banda que su amigo amaba. Julián no los conocía, pero al parecer, "Venus y Marte", tenía una enorme base de fanáticas, había pocos hombres allí.

—Espera aquí.

Julián asintió. No tenía de otra. Estaba seguro de que parecía un chihuahua temblando.

[•••]

Siempre le iba a parecer increíble la fama que habían construido por subir unos cuantos videos a YouTube, haciendo covers. Y ahora, eran una banda con canciones propias, dando conciertos y giras, presentaciones, entrevistas y firmas de autógrafos.

Los gritos cesaron, pero las chicas se veían excitadas y felices de estar allí. Se acomodaron en las sillas. Los bolígrafos y marcadores ya estaban preparados.

Martín era el más popular, por ende, las chicas se amontonaron con él. Era lo único que no le gustaba de ser 'famoso'. La chica se acercó de más y Martín suspiró. 

Lorenzo se preguntaba cómo era que el patán tenía casi toda la atención. Martín le respondía con una sonrisa de superioridad.

Martín firmó la fotografía. Fue difícil vencer la tentación de rayar el rostro de Lorenzo.

En cuanto levantó la mirada para aceptar la fotografía u hoja a firmar, sus ojos encontraron los ojos más azules que había tenido el placer de ver en su vida. Y, ew, Nunca había pensado así de nadie. El chico se rió, supuso que por lo que su acompañante dijo. Martín alzó la comisura. 

Le hizo la seña a una de las personas de seguridad.

—Quiero ver en privado al chico con la playera de la selección argentina.

—Entendido.

—¿Qué es esto? ¿Nuestro Martín está usando su poder?— Lorenzo le dijo a la oreja. Ezequiel y Lorenzo se rieron.

—No lo necesito. 

[•••]

¿Cuál era exactamente su plan? No lo sabía. ¿Invitarlo a salir? ¿Cómo diablos se hacía eso? Debió haber hablado con Valentino antes de estar frente al chico. 

—Yo no hice nada, lo juro.

Al chico le tembló el labio y la atracción de Martín se elevó. 

—Lamento asustarte. No hiciste nada malo. Yo pedí que te trajeran aquí.

El desconocido cruzó los brazos, cohibido.

—¿Nos conocemos?

El ego de Martín sufrió un golpe duro muy bajo.

—¿No estás aquí por 'Venus y Marte'?

—No. Mi amigo me pidió que lo acompañara. Por cierto, ¿quién sos vos?

Martín estaba acostumbrado a ser reconocido. Sin embargo, le gustaba ser un extraño frente al chico delante de él.

—Yo soy Martín, el bajista.

—Yo soy Julián. Canto en la ducha, pero no lo hago tan bien— Julián se acomodó el fleco. 

Martín rió bajito. Se sentó en una silla de plástico. No supo cómo, pero comenzó a hablar y hablar. No era su fuerte el hablar normal. Porque, nadie quería saber las estadísticas de datos como la mortalidad por muertes debido a ingesta de calamares. No era ruidoso como Lorenzo y Ezequiel, y era mucho más serio que Valentino. Pero, si quería seguir escuchando a Julián, debía de usar su boca. Una hora se convirtió en dos, y luego, Martín tenía el brazo sobre Julián, intentando mostrarle lo básico de cómo tocar el bajo. Martín siempre lo cargaba con él, porque la inspiración llegaba en cualquier momento.

—Martín, ¿ya podemos irnos?—Ezequiel asomó la cabeza— Me muero de hambre.

—Ya voy.

Martín revisó la hora en su reloj de pulsera. Ya debían de estar en camino a su siguiente parada, un concierto. Debían descansar y ensayar.

—¿Dónde vives? Podemos dejarte allí— Martín le preguntó a Julián.

—No te preocupes, puedo volver solo. Vos de seguro tenés que hacer muchas cosas— Julián le apretó el hombro.

—No pasa nada. Te llevamos.

[•••]

Julián bajó de la camioneta, y luego, Martín. Se alejaron unos pasos. Martín se quitó la chaqueta, había metido el papelillo con su número escrito en el bolsillo. Se la colocó sobre los hombros a Julián.

—Es un recuerdo, para que no me olvides— Martín, en definitiva, no iba a hacerlo.

—Fue un placer conocerte. Espero poder volver a verte.

Julián se despidió. Martín regresó a la camioneta, donde los demás integrantes se estaban aguantando las risitas. 

—Yo también quiero que alguien me regale su chaqueta— Ezequiel dijo.

Martín lo ignoró y se sentó a un lado de Valentino. A los tres les pareció increíble que después de lo que había ocurrido, Martín portaba su misma expresión.

—Tengo una idea para una canción— Martín se acomodó los lentes.

Sus compañeros se pusieron serios, mientras tanto, el cerebro de Martín ya estaba formando versos sobre ojos azules. Quién iba a pensarlo, Martín había encontrado su musa en la multitud.

*Ni puta idea si Musa se puede usar con hombres pero conchesumare

Historias cortas y otras no tan cortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora