La voz exaltada de su hermana era audible desde cualquier rincón de la casa, y era una casa grande. La misma pelea se había repetido durante toda la semana. Dante comprendía el punto de vista de su hermana Delfina. Ya no estaban en los cincuentas, estaban al inicio de un nuevo siglo, pero situaciones como los matrimonios arreglados no iban a desaparecer nunca. Dante suspiró. A la par, también entendía la decisión de los viejos. Era un negocio que había estado en pie durante casi un siglo, Benedetto e Böhm. En un inicio, era Benedettos, para así no impedir el crecimiento debido al odio creciente en contra de los alemanes luego de la segunda guerra mundial. Una alianza entre dos familias para fundar una empresa de alimentos, en especial, de pasta. Una empresa que había mantenido el linaje de ambas familias desde su fundación. Los viejos querían que los lazos pasaran a la familia, porque era bien sabido que para los italianos, era importante. De niño, Dante había escuchado las conversaciones a escondidas, dentro de los muebles que su abuelo tenía en su oficina, o debajo del escritorio de caoba que era más viejo que su propio abuelo. Lo habían planeado tiempo atrás.
Si el nieto de Bruno Böhm fuera una mujer, Dante estaría en el lugar de su hermana. O, si él fuese una mujer, el panorama sería diferente.
Estaba leyendo el programa del próximo año que tendría en la universidad. Escuchó la puerta del cuarto de al lado ser cerrada con fuerza. Era un predicamento en el que a Dante no le molestaría estar. Más tarde, cuando Delfina se tranquilizara, Dante la llevaría a la plaza a beber café. Ella podría despotricar en su contra, no le importaba, pues era una oportunidad de hablar de su amor imposible sin levantar sospechas.
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Dante quiso excusarse. Ya no se sentía tan valiente como cuando lo decidió. Pero, le bastó pensar en su hermana para seguir adelante. No sabía si los viejos iban a aceptar la propuesta, si cuando ellos entendieran a qué se refería, lo dejarían continuar su petición. El matrimonio entre parejas del mismo sexo ni siquiera era legal en Italia, pero, Dante no podía darse por vencido sin dar un paso adelante. Y a pesar de que su principal motivación era su hermana, también tenía un lado egoísta.
Al abrirse las puertas, Dante se encontró con Marco, quien apenas iba a subirse al elevador. Dante tuvo que pegar su espalda a la pared para no caerse. Figlio di mignotta, ¿Por qué tienes que ser tan malditamente atractivo?, Dante pensó. Marco lo saludó, con ese acento extranjero y una mirada aburrida, con esos ojos tan azules que no parecían ser de un color natural. Él se había dejado crecer la barba.
—Dante, hace mucho que no te veía.
Marco no alcanzó a subirse al elevador, las puertas se cerraron y debía esperar a que bajara. Desde que inició la universidad, había dejado de visitar a su abuelo en las oficinas centrales. Además, Marco y él tenían una buena relación, pues se conocían desde niños, pero no eran cercanos como a Dante le gustaría. Y a pesar de pertenecer a dos culturas diferentes, las familias parecían ser una sola.
—Marco. Qué gusto verte— Dante superó su agitación inicial. Marco tenía el mismo efecto en él desde que eran unos niños. Marco era tres años mayor, al igual que Delfina.
—¿Vienes a ver a tu abuelo?— Marco ignoró la llamada. Dante se sintió halagado.
—De hecho, vengo a hablar con tu abuela también.
Marco se sorprendió. Era bien sabido que Dante le temía a la mujer desde que una vez rompió un florero en la recepción, y el regaño que obtuvo de su parte le bastó para comportarse dentro de las instalaciones. Dante todavía tenía pesadillas. No comprendió el alemán con el que ella le gritó, pero no necesitaba entenderlo, era claro. Marco le dijo que ella no había usado groserías, pero Dante la había hecho enojar, y eso ya era en sí una grosería. Era como su nieto, así que ella tenía ese derecho. Marco había heredado esa parte de su carácter, y luego ella
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Historias cortas y otras no tan cortas
FanficDrabbles/oneshots de diferentes parejas.