6. ROPA + NUEVO [Felipe/Ezequiel]

836 48 5
                                    

Nota: creo que esto sería otra forma en la que Ezequiel y Felipe pudieron haberse conocido en el universo de El Trato.

El aroma a flores atacó su nariz. Levantó la vista de los papeles. Notó que alguien se sentó en el espacio vacío porque la figura le tapó el sol. La mujer era bonita, de cabello largo pelirrojo y facciones finas.

—Tenés que ser mi modelo.

No supo cómo reaccionar por lo que solo pestañeó varias veces y dejó su boca cerrada.

—¿Qué?

—Sos perfecto. Es lo más nuevo que he diseñado y vos te verás genial. Por favor.

Felipe observó a la mujer bien vestida, de seguro ropa de diseñador, y su maquillaje que la hacía parecer una actriz brillante. No sabía si confiar, ¿qué tal si era una trampa?

—¿Qué? No.

—No voy a irme hasta que aceptes— decidida, la mujer dijo, cruzando sus delgados brazos.

—Oye, ni siquiera sé tú nombre. ¿Cómo puedo confiar en vos si no te conozco?

—No soy una criminal— ella alzó la ceja e hizo una expresión de disgusto.

—Eso es lo que los criminales dicen.

—¿Me estás llamando mentirosa?

Pocas veces en su vida, Felipe se había sentido aterrorizado, pero la mujer bonita, logró hacerlo solo con sus ojos verdes.

—N-no, por supuesto que no— Felipe alzó la mano— Pero, sigo sin saber tu nombre y no confío así de fácil.

—No te imagines lo peor de mí.  Soy Ludmila Correa, diseñadora— Ludmila le apretó la mano, fuerte— Si, lo sé, el gusto es tuyo— ella de adelantó a decir.

—Yo me llamo Felipe— omitió su apellido porque aún no sabía si confiar o no en la mujer.

Eso sí, Ludmila le agradó, con su carácter demandante y abierto, ella imponía. El teléfono de la chica comenzó a vibrar. Ella parecía molesta, y lo que Felipe alcanzó a escuchar fue sobre el retraso de un entrega.

—Tengo que irme. Pero, acá está mi número y mi dirección— Ludmila puso la tarjeta en la mesa— Tenés que ir, o créeme, te volveré a encontrar y no me rendiré.

La marca del labial quedó estampada en su mejilla.

—¡Chau!

—Hasta luego…

---

Movió la tarjeta entre sus dedos. No se había decidido aún. Pero, supuso que en realidad la decisión estaba hecha. Ludmila parecía ser de esas mujeres que no se daban por vencidas.

—¿Si vas a ir?— Gabo le preguntó.

—No lo sé. Me gustaría, pero, ¿si me sucede algo? No sé qué vio esa chica en mí, de todas formas.

—Feli, vos no sos modesto.

Felipe se rió, Gabo tenía razón, no se caracterizaba por ser modesto, pero que una chica le pidiera modelar, no podía creerlo.

—Yo te puedo acompañar. 

—¿De verdad?

—Sí— Gabo encogió los hombros— De seguro te gustó la mujer esa. No te había visto así.

—No, no, estás mal. Ella está casada— Felipe recordó haber visto una argolla de oro en su dedo— Bueno, no te voy a mentir, Ludmila es muy guapa, pero, me da miedo— Felipe recordó su mirada y se estremeció.

Historias cortas y otras no tan cortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora