Felipe sonrió. La sonrisa era enorme y burlona. Lorenzo (lo supo porque su amigo guapo, Ezequiel, así lo llamó) entró, haciéndose el tonto, como si su único motivo no fuera ir a ver a Gabo. Mala suerte para él, esa semana era el turno de Felipe de atender, ya que Gabo estaría ocupado.
—Buen día, bienvenido.
—Hola— Lorenzo respondió, sus ojos en busca de cierto castaño.
Él agarró una charola y unas pinzas. Su recorrido fue de veinte minutos. Quizás, esperaba que Gabo apareciera, pero, Gabo preparaba los pasteles para una fiesta. Lorenzo echaba mirada furtivas al mostrador, luego, se dio por vencido y suspiró.
—Gracias por tu compra— Felipe le entregó la bolsa.
—Hasta luego.
Lorenzo echó un último vistazo. Felipe estaba a punto de carcajearse. Gabo no le creía que Lorenzo estaba loco por él. Por supuesto que su amigo no le creía, ni porque Lorenzo, cuando Gabo atendía, se quedaba más de una hora hablando con él.
—Yo saludo a Gabo de tu parte— enunció cuando Lorenzo ya iba a abrir la puerta.
No debió decirlo, Lorenzo casi se tropieza con la silla.
—Uy, lo siento.
Gracias por leer.
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Historias cortas y otras no tan cortas
FanficDrabbles/oneshots de diferentes parejas.