168. LUCHA [Lorenzo/Gabo]

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—¿De verdad lo invitaron?— Gabo preguntó. El moño estaba ladeado y había tratado de arreglarlo por los últimos diez minutos.

Dedé le lanzó una mirada a su futuro esposo. Ricky asintió.

—¿No es lo que querías?— Dedé alzó una de sus cejas. Estaba confundido. Gabo no lo había pedido directamente, pero eso fue lo que tanto Ricky como él entendieron cuando Gabo preguntó si iban a invitar a la criatura. Habían decidido que invitarían a todos los integrantes de su equipo, desde jugadores hasta el staff completo. Querían compartir su felicidad con todos aquellos que los habían visto crecer, y quiénes los habían apoyado, incluso si eran de diferentes equipos. Cuando Gabo entendió que en efecto, .Lorenzo había recibido una invitación y que su asistencia había sido confirmada, él escogió otros cinco atuendos. Por supuesto que sabían sobre la situación entre Lorenzo y su amigo. Había sido un rompimiento mutuo, aunque Gabo fue el que insertó la idea, Lorenzo estuvo de acuerdo, pero quizá más por inercia que por voluntad.

—No— Gabo tuvo la audacia de negar— Solo, era simple curiosidad. Lo nuestro acabó hace casi un año. Ya lo superé, uh superamos.

Ni Dedé o Ricky le creían, pero no iban a abrir un debate sobre un tema personal para Gabo, uno que su amigo había tratado de mantener en el olvido, a pesar de que lo habían descubierto viendo las fotos que aún tenía con Lorenzo. Dede y Ricky se miraron entre sí. Para evitar confrontaciones, habían omitido un pequeñísimo detalle: Lorenzo asistiría acompañado.

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Gabo buscó con la mirada la figura felina y elegante del Guevara menor. La ceremonia había acabado y la fiesta dió comienzo horas atrás. El banquete también había terminado, aunque en la mesa donde estaban los ahora esposos, la comida seguía apareciendo. El estómago de Dedé se volvía más grande con cada año que pasaba.

Ricky le dirigió una mirada conocedora. Gabo ya no iba a ocultar sus verdaderas intenciones. Además de que quería formar parte de las memorias de sus amigos en ese día tan especial, Gabo también quería recuperar lo que dejó ir. No quería que su relación con Lorenzo se viera dañada sin reparo por la distancia. El equipo de Lorenzo estaba en Europa y Gabo en América. No solo eran países diferentes, sino continentes. Durante vacaciones no habría problema, pero entre temporadas, sería duro. Y no era como si creyera que iban a fracasar, pero Gabo quería evitar peleas e inseguridades.

Por el camino de piedra, la figura de Lorenzo se fue volviendo cada vez más clara. Y no solo él, también una niña de pelo azabache y un vestido blanco a quien Lorenzo traía en brazos, a su lado, la sonrisa distinguible de Ezequiel también hizo acto de presencia. Gabo se había levantado y tenía la intención de correr hacia Lorenzo, y rogar si era necesario, pero todo lo que quería decir se atoró en su garganta. Su lucha interna que había ganado antes de que la boda siquiera diera comienzo sobre acercarse a su ex, había sido totalmente en vano. Perdió de vista a Lorenzo entre el mar de mesas e invitados. Un horrible sabor de boca lo inundó.

La expresión de sus amigos eran claras. Ellos sabían que esto iba a ocurrir. Gabo suspiró. No había manera de regresar el tiempo, y debía de aprender a lidiar con las consecuencias. Se bebió de un trago la bebida alcohólica en su vaso, para así detener el llanto. Era un día feliz, y no podía arruinarlo.

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Lorenzo movió la muñeca de un lado a otro. Fue buena idea que Nellie cargara una de sus mochilas con unos cuantos juguetes. El plato con la hamburguesa apenas a la mitad quedó olvidado. Nellie estaba más interesada en la actuación como bruja que Lorenzo estaba haciendo. Sus risas atrajeron la atención de los invitados alrededor, y también sonrisas. Lorenzo acomodó la diadema sobre el cabello suave. 

—Ey, ¿no vas a reunirte con el pichón? No recorrí mil tiendas con vos para que te arrepientas. 

—Todavía no es el momento adecuado— Lorenzo rompió el personaje.

—No te preocupes por Nellie, Felipe llegará pronto.

—¿Por qué llevas al niñero a todas partes?— Lorenzo preguntó. De verdad quería saber la pregunta.

—Bueno, porque es el único que Nellie no ha espantado con su hiperactividad, y a ella le agrada bastante.

—No solo a ella, ¿no?

Ezequiel ocultó la clara vergüenza con la servilleta. Lorenzo estaba en lo correcto. Sonrió de lado, y continuó su labor de bruja.

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La canción lenta llenó la pista de baile con numerosas parejas. Gabo se hundió en su asiento. Declinó la petición de varias mujeres. La mesa se quedó vacía, a excepción de él. Su cabeza no paraba de darle vueltas al hecho de que Lorenzo había seguido adelante. No había seguido la vida de Lorenzo mediante las redes, porque sabía que sucumbiría. Pudo ver a Lorenzo bailar con la niña. Sonrió. Era una escena hermosa. Luego, la niñita se acercó a él.

—Oye, ¿querés bailar con mi tío Lorenzo?

—¡Nellie!— Lorenzo cruzó los brazos y parecía avergonzado. Extraño en Lorenzo, pero llegaba a ocurrir.

Gabo se percató del pulgar alzado de Ezequiel a la distancia. Oh.

—¿De verdad?— Gabo preguntó. Su ceja casi alcanzó la línea de su cabello.

—¿Quieres?— Lorenzo guardó sus manos dentro del pantalón. 

Carajo, lo había extrañado muchísimo. Tenía un gran autocontrol, porque de otra manera, ya estaría atacando a Lorenzo, pidiendo perdón y tratando de enmendar lo que había roto. Gabo se levantó, acomodó su estúpido moño, pero solo empeoró la situación. Lorenzo extendió su mano y Gabo la aceptó. Doce meses y nada había cambiado. A excepción de todos los espacios en su vida en los que Lorenzo debía estar. La siguiente canción comenzó a sonar. Lorenzo rodeó su cadera y el baile lento se sintió como la primera vez que se tocaron, electrizante. Los bellos en su cuerpo se erizaron. Lorenzo seguía utilizando la misma colonia desde el instituto, la misma que ponía a Gabo temblar cuando se combinaba con el sudor y la mirada oscura de Lorenzo.

—¿Me extrañaste, Moreti?— Lorenzo susurró la pregunta en su oído.

Gabo no respondió, porque su cuerpo estaba hablando sin ser consciente.

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De camino a un paraíso para llevar a cabo una luna de miel increíble, Dedé preguntó:

—¿Crees que hicimos mal al decirle la mentira a Lorenzo de que Gabo moría por verlo?

—No era una mentira con exactitud, ¿no crees? 

Dedé le dió una mordida gigante al pedazo de carne mientras decía su respuesta. Ricky negó. El mismo Dedé de siempre, al cual, Ricky no cambiaría por nada, pero posiblemente, Dedé si lo cambiaría por un simple sandwich.

*Gracias por leer! ^°×°^

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