166. BESOS [Lorenzo/Gabo]

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*Recordando que Lorenzo de verdad un verdadero hijo de puta con Gabo.

Lorenzo dejó la marca de su puño en una de las paredes. El enojo y la decepción eran más grandes que el dolor, pero el día de mañana tendría que ocultar las pequeñas aberturas con bandas. El golpe le había traído una ola de satisfacción que había callado las palabras de su papá. Nunca iba a ser suficiente, nunca sería suficiente. Entonces, ¿para qué intentarlo? No emitió sonido al golpear la pared, pero sintió agua juntarse en sus ojos, aunque, no iba a llorar. Había perdido la natural habilidad de aliviar su sentir con llanto. Gracias papá, Lorenzo dijo en su mente, con un poco de desprecio. Abrió la llave del agua, para limpiar la sangre que comenzaba a secarse. Siseó al sentir el contacto del agua caer sobre sus heridas.

—¿Estás bien?

Lo que le faltaba. Una parte de sus problemas. Era extraño que no tuviera ganas de pelear, de querer humillar al chico frente a él, pero la realidad era que Gabo si era fuerte a diferencia de él. Lorenzo le lanzó una mirada que claramente decía: Déjame en paz.

—¿Qué te pasó en la mano? Uy, debes de lavarte antes de que se infecte.

Gabo remojó servilletas de papel con agua y jabón, y sin previo aviso, tomó la mano de Lorenzo entre las suyas.

—No me respondiste, pero no me parece que estés bien.

Pudo haber sido la suavidad con la que Gabo le habló a pesar del imbécil que había llegado a ser con él, la preocupación que por primera vez vio en una persona además de su madre, o tal vez, la manera en la que Gabo seguía allí, tratando de ayudarlo, pero no pudo contener las lágrimas. Y maldita sea, ¿por qué en frente de Gabo? ¿por qué ahora? Quizás, había llegado a su límite, justamente frente a la persona que menos quería. Debió esperar a su papá en la cafetería, a pesar de la advertencia del Pulpo cuando le dijo que había quedado una mancha.

—Oye, ¿qué pasa?

Lorenzo no sabía qué decir, pero quería seguir sintiendo el toque amable de Gabo.

—Te duele mucho, ¿no?

Gabo había limpiado las heridas con éxito. El dolor se hizo presente, pero era otra clase. Y podría ser que Gabo lo supiera. Gabo entonó la canción que Lorenzo no había escuchado en mucho tiempo.

—Sana sana colita de rana, si no se alivia hoy se aliviará mañana— Gabo acarició sus nudillos— Ricky me la enseñó. Al parecer, ayuda mucho a Dedé— Gabo alzó los hombros y ladeó la cabeza— Pensé que era el fantasma de Pelosi, pero qué bueno que sos vos.

Lorenzo no había notado que Gabo ya traía la pijama puesta. ¿Era tan tarde? Su llanto había cesado, y el agua se había secado en sus mejillas. Lo que sucedió a continuación, lo dejó más que perplejo. Los besos en sus nudillos lastimados.

—Mamá solía hacerlo cuando era un niño— Gabo explicó— Siempre lograba hacerme sentir mejor.

Lorenzo quería preguntarle ¿porqué?, Cuando en verdad no sé lo merecía. Recibió un mensaje de su papá, quien ya llevaba minutos buscándolo.

—Tengo que irme— Lorenzo dijo. Su voz sonaba extraña.

—Sí, yo también. Bueno, no porque vivo aquí. No aquí en los baños. Quiero decir, sí.

Lorenzo puso los ojos en blanco pero le pareció encantador lo nervioso que de pronto se había puesto el argentino. Lorenzo se acomodó la mochila.

—Gracias— Lorenzo dijo, siendo honesto, algo que sucedía nunca, pero Gabo era suertudo.

—No hay problema. Nos vemos mañana. Descansa.

Lorenzo se retiró. Lo que había sucedido había sido abstracto, pero tan necesario para Lorenzo. Había surgido algo nuevo, con feos antecedentes pero qué podía florecer. Lorenzo no sabía de dónde había venido ese pensamiento, sin embargo, la sensación de los labios de Gabo sobre su carne seguían tan presentes como la presión de su papá.

*Gracias por leer °×°

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