* continuación del anterior.
—¿Qué te parece si te la llevas tú?— Lorenzo puso la muñeca sobre el pecho de Gabo, y este, ante el miedo de volver a escuchar el llanto, la agarró con ambos brazos.
Lorenzo estaba a punto de retirarse cuando Gabo lo agarró del cuello de la camisa.
—Se supone que somos un equipo— Gabo le recriminó.
El suspiro de Lorenzo era de derrota. Francisco estaba haciendo todo lo posible, y aunque le disgustara aceptarlo, Gabo también. Él era el único inmaduro. Lorenzo cruzó los brazos y pegó su espalda a la pared.
—Diana es un nombre bonito para una niña— Lorenzo murmuró, temiendo que Gabo se molestara al pensar que lo había dicho como una burla, aunque no era así. De verdad le parecía bonito.
Ser bueno le representaba un reto, pero ser bueno con Gabo era peor. Y la verdad era que él no quería ser así. No lo podía evitar. Ante la llegada de Gabo, su maldad se había elevado. El idiota de Ezequiel había hecho un chiste, le mostró un dibujo mal hecho que representaba una gráfica de su maldad. La carcajada de Valentino lo persiguió por días.
—¿En serio?— Gabo preguntó, el tono de duda evidente en su voz.
Lorenzo se limitó a asentir. Todavía no entendía porqué su papá había llegado a esta loca idea. Lorenzo debía de darse por vencido, y mejor cambiarse de equipo antes de dejar una huella incorrecta en el IAD. Sin embargo, el pensamiento de que ya no vería a Gabo, lo confundió. Eso era lo que estaba buscando, ¿no? Lorenzo respiró profundamente. Iba a hacerlo bien por Francisco y no por el chico frente a él.
—¿Qué te parece si tú te la llevas hoy, y yo mañana?— Lorenzo propuso —Estamos divorciados, así que eso es lo ideal, ¿no?— Lorenzo bromeó. Gabo rió.
Francisco, que seguía escuchando, se sintió orgulloso de Lorenzo. Todavía no sabía si este experimento resultaría bien o empeoraría la situación de sus alumnos, pero era un buen inicio.
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Dentro de la pañalera, había ropa, toallitas húmedas, un biberón, y pañales. Lorenzo frunció el ceño. ¿Para qué necesitaban pañales si era una simple muñeca? Pero, no era una simple muñeca y ya lo estaban descubriendo.
—¿Qué es ese olor?— Lorenzo arrugó la nariz.
Gabo se encontraba sumido en la tarea. Ya que debían de pasar tiempo juntos, habían encontrado un lugar fresco mientras Francisco terminaba su trabajo del día. Tiempo atrás, la bebé estuvo llorando hasta que Lorenzo la colocó sobre su pecho y le acercó el biberón a la boca. El pensamiento de que Lorenzo sería un buen padre lo perseguía cada vez que Lorenzo tomaba acción en cuidar a la bebé.
—¿Tenés experiencia cuidando bebés?— Gabo le preguntó, había dejado su tarea de lado. Aún no se percataba del mal olor del que hablaba Lorenzo.
—¿No es obvio?— Lorenzo hizo una mueca.
Al saber de dónde provenía el mal olor, Lorenzo abrió los ojos. Francisco se había lucido con el castigo.
—Ni siquiera es un bebé real y huele peor que uno.
—¿De qué estás hablando?— Gabo lo miró, esperando una respuesta.
Y su respuesta fue Lorenzo poniendo el trasero del bebé en su nariz. Gabo hizo una cara de asco. Lorenzo le quitó la ropa a la bebé, y si, había una mancha en el pañal. Claramente no era de verdad, pero era asqueroso.
—Es tu turno de cuidarlo, así que tú debes cambiarla.
—¿Qué? Vos también sos su padre.
—Si, y tú eres su madre.
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Historias cortas y otras no tan cortas
FanficDrabbles/oneshots de diferentes parejas.