105. COMPLETO [Martín/Julián]

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*¿Qué onda? ♡(ӦvӦ。)

Derrota tras derrota.

Martín se limpió el sudor con la playera. El árbitro pitó segundos atrás, pero la mente de Martín seguía en el juego, trabajando como una máquina para crear estrategias, pero ya había llegado a su fin. En su exterior, seguía siendo el capitán que la mayoría de jugadores alababan. Otra oportunidad de ascender a primera división se le había escapado. Tal vez era la presencia del karma por todas las fechorías que hizo en su juventud, en especial por herir a Julián, el mismo que ahora era su esposo.

Martín se retiró del estadio así como terminó el partido. No atendió al entrenador cuando esté quiso detenerlo, al igual que ignoró a sus compañeros de equipo. Necesitaba ver a Julián lo antes posible, porque él tenía el don de hacerlo sentir mejor con solo verlo. Estando a su lado, estaba completo.

Tocó la puerta como un loco desesperado, ya que, dejó su bolso en los vestidores, y allí estaban sus llaves y su teléfono. Maldita sea, Julián, abre rápido. En cuanto el argentino abrió la puerta, Martín se lanzó sobre él.

No era de los que lloran, pero alguna vez, Julián lo convenció de que llorar no tenía nada de malo, al contrario.

—Woah, Martín. 

—Perdimos— Martín dijo. 

Ya no pudo contener más el llanto y se aferró a Julián. El rubio lo comprendía a la perfección. No le preguntó más, y guardó silencio. Julián lo guió al sillón. Martín se separó del abrazo. Julián le limpió la humedad en su rostro.

—Todavía tenés oportunidades. No te des por vencido.

—¿Y si fallo de nuevo?

—Tratas de nuevo, y si fallas, tratas otra vez, que yo voy a estar aletandote siempre.

—Lo siento— Martín se quitó los lentes y los limpió. Su mirada se puso sobre la pierna que una vez le lastimó.

Si pudiera regresar en el tiempo, jamás lo hubiera hecho, jamás le hubiera arrebatado esa oportunidad a Julián. No merecía a Julián, pero sin embargo, él estaba allí, a pesar de todo. Julián le alzó el rostro.

—Tengo algo para vos.

Julián sacó de su bolsillo un llavero. Él entendía a la perfección el hambre de ganar de Martín. ¿A quién no le gustaba ganar? El problema venía cuando perdía. Martín no lidiaba muy bien con ser un perdedor. 

—Hay algo en lo que siempre vas a ser un ganador. Y así, cuando lo veas, me recuerdes y te dé suerte.

Julián le entregó el llavero que había mandado a hacer, exclusivamente para Martín. La copa de plástico tenía escrito: "El mejor esposo de la vía láctea".

Martín sonrió, y era una expresión que había visto pocas veces en él.

—Gracias, Julián. Aunque, debería pertenecerte a tí.

Julián lo besó. Y la respuesta se perdió en el contacto, los argumentos de Martín murieron mientras movía la lengua y respiraba el dulce aroma de Julián. Iba a seguir intentando, porque Julián iba a estar apoyándolo.

*Gracias por leer (´∩。• ᵕ •。∩')  Cuídense!

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