Le gustaba estar en compañía de sus compañeros, jugando o hablando. Pero, ese día no. Jugaban un juego de mesa, Marco estaba sentado a su lado, Dante no jugaba, él solo hacía de juez. Fabrizio trató de hacer trampa y Marco lo descubrió. Era difícil concentrarse si Marco colocaba su palma cerca de su cintura y le sonreía de lado. No habían tenido tiempo a solas como a Dante le hubiera gustado. Marco regresó de un campeonato y Dante lo había extrañado tanto, que contaba los días hasta el regreso de Marco.
"Vamos al cuarto, por favor"
Puso el por favor porque Marco le recordaba que debía de ser educado. Ya quería besar a Marco y que él estuviera dentro de él. Sin embargo, Marco ignoró las notificaciones de los mensajes, él estaba entretenido en el juego.
Le mandó señales, un toque en la espalda, en la pierna cerca de la ingle, miradas, pero Marco no captó el mensaje, y se vio obligado a llamar su atención de otra manera.
A Marco no le gustaba la canción, por ese hecho, Dante decidió usarla. No pensó que Marco le haría caso, pero debía intentarlo.
—Marco se n'è andato e non rutina più. E IL treno delle 7:30 senza lui— el turno de Marco no llegaba todavía, por lo que el canto no lo distraería, y claro, Marco podía hacer varias cosas a la vez. Notó que Marco se tensó y su piel se volvió de gallina, pero no era suficiente— Marco è dentro me. È dolce il suo respiro fra…
Marco se levantó, y el movimiento causó que la mesa se moviera, dejando a todos sorprendidos. No era la reacción que Dante esperaba, pero, tenía la atención de Marco. Él lo agarró fuerte de la muñeca y lo arrastró lejos de sus compañeros. Dante no sabía si Marco se había enojado o qué iba a hacer.
—¡Marco, espera!— Dante quiso detenerlo. No se percató de que ya estaban en la habitación que compartían.
—No— Marco dijo firme— Es lo que pedías a gritos. Acepta las consecuencias— aventó a Dante en su cama, y no le importó que su trabajo de haberla tendido estuviera deshecho. Era momento de deshacer a Dante.
Los botones saltaron, el hilo que los unía a la tela no resistió. La camisa quedó abierta, por consiguiente, el pecho de Dante estaba al descubierto.
—¿Quieres que espere?— Marco puso su mano en el botón del pantalón de mezclilla, esperando consentimiento.
—No— Dante miró los ojos oscurecidos.
Apenas salió de su boca y Marco ya tenía su lengua explorando la cavidad de Dante. Mientras se besaban, Marco bajó el pantalón en conjunto con la ropa interior. Dante se estremeció cuando sintió la mano de Marco envolver su erección.
—Te he estado esperando por un largo tiempo. Mi mano no era suficiente.
—¿Pensabas en mí?— Marco le mordió el lóbulo y detrás de la oreja. Se imaginó a Dante con su mano moviéndose en su eje y diciendo su nombre. No tenía porqué estar imaginando, cuando el núcleo de sus deseos estaba debajo de él.
—¿En quién más?
Cuando colocó su palma sobre el pecho de Dante, sintió su respiración, arriba y abajo, y aprovechó para acariciar las tetillas.
—Te voy a dejar más cansado que los entrenamientos, así que prepárate. Voy a estar muy adentro de ti que vas a sentirme por varios días.
Dante amaba cuando Marco hablaba sucio estando así, con las pieles tocándose. Marco repartió besos en la clavícula y en el pecho del italiano, lamiendo y, a veces, mordiendo y marcando. Así, Dante le pertenecía, y lo hacía sentir bien. Dante decía su nombre y el pecho de Marco se inflaba de puro cariño y amor. Dante le puso la mano en la mejilla y Marco le besó los dedos, los nudillos y la palma.
—Te amo— murmuró, y vio que Dante sonrió, un poco cohibido, lo que era extraño, dada la naturaleza abierta y extrovertida de Dante.
—Yo te amo más, Marco.
—No digas nada más que mi nombre, ¿entiendes?
Marco le robó el aliento mientras le pellizcaba los botones rosados. Adoraba cada recóndito de Dante. Su piel, sus labios, sus ojos, su cabello, sus orejas, sus lunares, sus bromas que a veces no daban gracia y esa manera que lo hacía sentirse querido y apreciado.
Recorrió la piel, dejando rastros de saliva. Dante estaba tan duro que dolía, solo quería venirse con Marco dentro.
Luego, Marco ubicó su cabeza entre las piernas de Dante. Comenzó por lamer la cabeza, y sintió los dedos de Dante jalar su cabello. Dante arqueó la espalda. El calor era demasiado.
—Va a acabar muy pronto si sigues así...ah…
En un solo movimiento, Marco se metió todo el miembro en la boca, Dante lloriqueo y apretó sus piernas en la cabeza de Marco. Decidió que no haría sufrir más a su chico. Hasta ese momento, estaban semidesnudos. Marco aventó la playera al suelo y siguió su pantalón. Dante le pasó el lubricante, lo había guardado debajo de la almohada justo para este momento.
Dante cambió las posiciones, él se subió sobre Marco. No había necesidad de que Marco preparara su entrada, se encargó de eso. Marco puso sus manos en la cadera delgada, apretó la carne y sonrió, malvado. Dante le colocó el condón a ciegas y echó bastante lubricante en su palma. Se aseguró de que la erección de Marco entrara en él, sin que Marco tuviera que empujar. El calor y lo estrecho del canal lo abrumó, Marco cerró los ojos y mordió sus labios. Los días que estuvo lejos de Dante, hicieron que sus ganas crecieran inconmensurablemente de enterrarse profundo en Dante toda la noche. Le encantaba oír la voz de Dante quebrarse y gemir.
Dante estaba haciendo casi todo el trabajo, subiendo y bajando, pero Marco no desperdició ni un segundo más al tomar la erección de Dante en su puño y bombear, siguiendo el ritmo del italiano. Dejó las sombras de sus dedos marcadas en la epidermis y le encantaría grabarse en el alma de Dante, para la posteridad y para cuando estuvieran apartados. A pesar de que recordaba cada rincón de Dante, había raspones en sus antebrazos, de seguro por los partidos, y observó un lunar pequeño en la pierna. Sintió el orgasmo viajar por su espina dorsal, por su vientre y finalizar en el condón. Dante lo apretó en sus interiores, y el sentimiento fue exquisito. Pintó nuevos rasguños en la espalda de Dante, pero tenía la certeza de que en la mañana solo serían líneas rojas. Incrementó el ritmo de su mano, y pronto, Dante gritó, llenando de blanco el abdomen de Marco.
Dante no soportó más, y se dejó caer sobre Marco. Con corazones acelerados, Marco lo besó. Entonces, despeinados y sudorosos, cerraron los ojos.
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—¿En serio creen que no sabemos?— Lorenzo rodó los ojos.
—Dejalos creer que salen en secreto— Ezequiel contestó.
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Gracias por leer !☺︎︎
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Historias cortas y otras no tan cortas
FanfictionDrabbles/oneshots de diferentes parejas.