100. TEMBLOR [Julián/Martín]

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*no puedo creer que haya escrito 100 capítulos ya, joeer. Bueno, aquí Julián es chica, o sea, Juliana. Y, me inspiré en un vídeo donde maquillan a Daniel Patiño...

Martín no era el típico novio. No, tampoco era el típico chico. Era como si un anciano soberbio viviera en su mente. Pero así, Juliana lo amaba.

Había visto el vídeo días atrás, y en cuanto lo vio, pensó en Martín. Sabía que a la primera, la respuesta sería no. Lo sabía porque lo conocía. Además, se le olvidó que iba a planteárselo.

Estaban viendo una película. Martín era bienvenido a la casa Vidal incluso si sus papás no estaban presentes. Martín era un caballero en ese aspecto. Juliana era la que tenía que comenzar cualquier contacto físico, ya fuese un beso o tomarse de las manos. Ni hablar de ir más allá. Una vez, Martín le tocó un pecho sin fijarse, y no la vio a los ojos por los próximos días, hasta que ella le dijo que estaba bien. Y lo resolvieron con un beso.

Recordó la petición cuando la notificación de que alguien le había dado "me gusta" a su comentario (Me encantaría hacerlo con mi novio).

—Martín, déjame maquillarte— Juliana se acomodó el suéter de Martín. Las mangas le quedaban largas.

—No, gracias.

Se subió encima de su novio, y lo encaró. Martín puso una de sus manos sobre su cadera.

—¿Por favor?— Juliana ladeó la cabeza. Usó la mueca a la que Martín no podía negarse.

Martín suspiró. Le acomodó el fleco detrás de la oreja.

—Nada de tomar fotos o vídeos.

—No, te lo prometo. Sos el mejor novio del mundo— Julián le transfirió de su labial a los labios— Uy, perdón.

Sacó la cosmetiquera de su mochila, pero allí solo guardaba lo básico. Subió a su cuarto, y bajó el arsenal. Le gustaba andar al natural, pero había ocasiones en las que le gustaba relucir su rostro.

—¿Para qué necesitas todo eso?— Martín preguntó, horrorizado.

—Ya lo verás.

Juliana comenzó por la base. Cómo lo predijo, Martín se quedó quieto. Peleó las ganas de besarlo cada vez que lo veía a los ojos, o veía sus labios partidos. Luego, siguió con los ojos. Dejaría los labios al final. Porque, su autocontrol se fue al carajo, y le robaba besos a Martín casa dos por tres.

—¿Va a tardar más?

—No, ya casi acabo.

Cuando Martín vio el enchinador de pestañas, sus cejas se alzaron al límite.

—¿Qué es esa herramienta de tortura?

El pensamiento de Martín no estaba tan alejado de la realidad. El temblor de sus párpados lo demostraban, pero él no se quejó, se mantuvo callado, y eso le pareció extraño. Pensó que iba a aprender sobre el maquillaje, el proceso de creación, la química de los procesos industriales o cualquier cosa. Sin embargo, él se mantuvo callado.

—¿No tenés "Sabías qué" del maquillaje?

—La historia se remonta a las antiguas civilizaciones, Egipto y Roma. Pulverizaban minerales y utilizaban una mezcla de hollín y otros ingredientes, llamado "kohl".

"Ese es mi Martín", Juliana pensó. Esas eran las ventajas de tener una enciclopedia andante como novio, ya que, gracias a él y su ayuda, Juliana había pasado los exámenes.

Por último, Juliana aplicó el labial.

—Y,— alargó el sonido— ¡listo!

Le pasó el espejo de mano, y ella igual observó su creación.

—¡Por fin! No puedo creer la tortura por la que me hiciste pasar. Pero, no se ve cómo pensé que iba a terminar— la media sonrisa la enamoró un poquito más.

—¡Ey!— Juliana rió— Si fueses una mujer, definitivamente, saldría con vos.

*estaba haciéndome pendeja en FaceApp...

*estaba haciéndome pendeja en FaceApp

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Les presento a Juliana...
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