*siento que Martina y Martín serían buenos friendos. Y, apuesto a que muchos hemos hecho lo que Martín. Yo iba al super a comprar cualquier estupidez para ver al cajero jaja a ver Micky 👁️, ya estoy practicando el Martín que cae primero
Estaba tragado.
La cafetería no era nueva. Martín la había visto todas las veces que había pasado por esa calle. ¿Por qué decidió entrar? Desde la ventana, los pastelillos le hicieron agua la boca. No tenía gusto por lo dulce, pero se lamió los labios al ver los pastelillos cubiertos de crema y frutas.
Entró. El chico detrás del mostrador tenía una expresión de completa concentración, sin embargo, el líquido se derramó y su concentración fue sustuida por preocupación. Su chaleco de empleado decía 'en entrenamiento', y Martín entendió. Sintió las mariposas en su estómago, en realidad, eran neuronas. Martín se había sentido así incontables veces, cuando compraba un libro o tenía miedo.
El chico le sonrió cuando llegó al mostrador. Martín se acomodó los lentes. Leyó el gafete de empleado: Julián. Martín quiso regresar la sonrisa amable, pero el resultado fue una mueca. Pidió el pastelillo y se sentó en una mesa para así descifrar porqué el rubio lo había cautivado. ¿Eran los ojos color zafiro? ¿La sonrisa bonita? Martín no había llegado a una conclusión satisfactoria. Porque, mientras más observaba a Julián, las variables se volvían incógnitas.
Se volvió cliente frecuente en solo tres días. Julián ya lo reconocía y ya sabía su orden de memoria, hecho por el cual, Martín actuó como un cachorro feliz por un minuto, hasta que recobró la compostura.
—Este café sabe horrible— Martín fue traído de vuelta gracias a la queja de Martina— Cuando dijiste que conocías una buena cafetería, yo creí que lo decías por el café. O, ¿por qué venís?— Martina alzó la ceja— Debe de haber un motivo, este café es basura.
Martín lo sabía. Lo había probado, pero, Julián seguía en entrenamiento, era entendible. Y Martín no lo decía nada más porqué se trataba de Julián (obviamente sí).
—El Wi-Fi gratis— Martín contestó. Retiró su mirada del rubio. Le dio un sorbito al café y se sorprendió por el sabor. No era tan malo como el del día anterior. Julián estaba mejorando.
—Vos crees que me chupo el dedo, ¿no?— Martina lo acusó con su dedo y su mirada oscura.
Tratar de engañar a Martina era como querer hacerlo con el diablo.
—Desconozco tus hábitos— Martín contestó, burlón.
—Cuidado, Mejía. O ya sabés, podría ir con el chico que está limpiando el mostrador ahora mismo y decirle que tiene un admirador, y puede o no ser el chico que está sentado conmigo.
Así era su amistad, agridulce.
Martina lo había descubierto, era de esperarse. Martín tragó duro y negó. A la distancia, Julián le sonrió. Martín elevó los dedos. Estúpida adrenalina y estúpidas neuronas.
*Gracias por leer ┌(・。・)┘
Según San Google cuando alguien está tragado (en Col.) Significa que está enamorao'
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Historias cortas y otras no tan cortas
FanfictionDrabbles/oneshots de diferentes parejas.