¿Por qué tenía un loro?
La respuesta involucraba a su abuelo paterno. De cumpleaños, el hombre le entregó una jaula con un ave dentro y le dijo: "Aprende de la vida, cuidando una". Lorenzo escondió su disgusto bajo asombro falso. Él esperaba una tarjeta de regalo para una tienda exclusiva, como su abuela lo había hecho, pero no. Su abuelo lo abrazó, y le deseó feliz cumpleaños.
Luego, descubrió que había sido el mejor regalo que había recibido, y sin conocer el futuro, diría que el mejor que recibiría.
—Hola, buenos días— Lorenzo le habló a Pancho, su loro, y el ave le respondió.
Cuando estuvo listo para irse al IAD, le llenó de semillas el plato, y le colocó fruta.
—Adiós, Pancho.
"Adiós, Pancho", el loro repitió. Ojalá que en aquél día donde su abuelo le extendió la jaula, le hubiera agradecido de corazón.
/+/+/+/
Maldita sea, ¿cómo me dejé convencer tan fácil?, Lorenzo se recriminó. Al menos, no tendría que lidiar con el enojo de su papá, él llegaría hasta la siguiente semana.
Una reunión de halcones se convirtió en una fiesta tan pronto uno de sus compañeros mandó un mensaje.
—Ezequiel, te dije que solo unos cuantos.
—Yo solo invité a mis amigos de las águilas. No es mi culpa si trajeron invitados— Ezequiel cruzó los brazos, una sonrisa sardónica adornando sus labios.
—Piérdete, idiota.
—Creo que vi al pichón. Dijiste que no lo habías invitado, pero aquí está, siempre en contra del capitán.
Y no, su corazón no latía deprisa por saber que Gabo estaba allí.
—¿Dónde lo viste?
—Lo vi subir las escaleras hace exactamente dos minutos.
—Vas a ayudarme a limpiar, ¿oíste?— Lorenzo lo apuntó con el dedo, amenazante.
Subió las escaleras de dos en dos. No era propio de Gabo el ir por allí como si fuese su casa. Fue revisando cada habitación, hasta llegar a la suya, dentro, Gabo estaba riendo, y el sonido le recordó el cariño que sentía al ver al enganche alegre.
—¿Gabo? ¿Qué hacés aquí en mi habitación?
Era un tremendo idiota por hablarle de esa manera. Pero, no sabía cómo arreglar la situación en la que él mismo los había metido. Gabo era amable y Lorenzo lo echó a perder desde que se conocieron.
"Me gusta Gabo"
Lorenzo cerró los ojos. Muerto de vergüenza. Bien hecho, Pancho, gracias por traicionarme así, Lorenzo se cubrió los ojos. No era culpa de Pancho en sí. Había repetido esa frase en la intimidad de su habitación tantas veces, que como cuando repetía Buenos días o Buenas noches para que Pancho lo repitiera, debió suceder lo mismo con esa frase. Sí salía de su habitación como si nada hubiese pasado, ¿Gabo lo olvidaría?
—No sabía que tenías un loro. Y lo más genial, habla.
"Habla, Pancho"
Oh, bueno, ya que Gabo no iba a ahondar en lo que Pancho había dicho, Lorenzo decidió que jugaría el mismo juego.
—¿Qué haces aquí?— Lorenzo no siguió el hilo de la conversación.
—Estaba buscando un baño y escuché la voz.
Lorenzo asintió. Evitó mirar a Gabo.
"Enano condenado."
—Deja de avergonzarme, Pancho.
"Lorenzo es el mejor"
Lorenzo fue ignorante ante la risa de Gabo.
—Estoy perdido aquí. ¿Te agrado o no?
Lorenzo torció el gesto. Tenía a Pancho entre las manos.
—Me agradas pero finjo que no— Lorenzo respondió, de espaldas, porque si Gabo lo iba a rechazar, sería mejor así.
—Esa es la confesión más original que he recibido. Y la mejor.
¿Cómo debía de interpretar lo que Gabo había dicho? Cuando Gabo le sonrió, supuso que debía de interpretarlo con la libertad de darle un beso al enano condenado. Oh, debería comprarle una jaula más grande a Pancho. Se la merecía.
Gracias por leer c:
ESTÁS LEYENDO
Historias cortas y otras no tan cortas
Fiksi PenggemarDrabbles/oneshots de diferentes parejas.