Historias cortas y otras no tan cortas

173. TIENDA [Ezequiel/Felipe]

La primera vez que Valentino escuchó a su amigo decir el sobrenombre cariñoso, había sido en una tienda donde vendían videojuegos, comics, figuras, y otros objetos relacionados con esa subcultura.

—Este juego le va a encantar a mi princesa— Ezequiel dijo.

Valentino y Lorenzo se miraron. Sabían a la perfección que a Ezequiel le gustaban las chicas que no eran exactamente femeninas, más bien, el tipo de chicas que eran atrevidas, extrovertidas, y no aquellas dóciles. Valentino pensó que hablaba de Zoé, pero Valentino estaba seguro de que la hija de Francisco le daría un puñetazo a Ezequiel antes de aceptar ser llamada así, y además, ya habían terminado. Podría referirse a otra chica.

Entonces, ese sobrenombre apareció bastantes veces después. Mi princesa esto, mi princesa aquello. Valentino no era de esos que se interesaban en la vida de otros, pero Ezequiel era su amigo y la curiosidad de saber la identidad de su princesa, era demasiado grande para ignorarla. No era el único, Lorenzo sentía todavía más curiosidad.

—Oye, Eze— Valentino lo llamó. Ezequiel levantó la vista de su pantalla.

—¿Qué pasa?

—Has estado saliendo con alguien— Lorenzo entró a la conversación —¿Quién es?

Ezequiel sonrió de oreja a oreja. 

—¿Por qué tan interesados? 

—Solo dinos. No te hagas del rogar— Lorenzo cruzó los brazos.

—¿De verdad quieren saber quién es?

—Claro— Valentino respondió.

Luego de un rato, un chico alto y rubio apareció, vestido con el uniforme de las águilas. Lorenzo ya había puesto su típica expresión, aquella reservada para los problemas.

—¿Qué pasa?, ¿para qué me llamaste, Eze? Estaba con unos amigos.

Ezequiel pasó un brazo sobre los hombros del jugador de las águilas. Valentino ni siquiera se enteró del momento en el que Ezequiel abandonó su asiento.

—Ey, Princesa. Mis amigos aquí querían conocerte— Ezequiel le besó la mejilla —Felope, estos son mis amigos que de seguro ya conocés. Valentino y Lorenzo. Chicos este es Felipe, mi novio.

No debía de ser una sorpresa porque Ezequiel era imprevisible. Pero, que la princesa de Ezequiel terminara siendo un chico, tenía mucho sentido

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