25. TAZA [Diego Guevara]

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El humo del café viajó a sus fosas nasales. Aspiró el olor, que funcionó como tranquilizante. Tal vez, fue por eso que se perdió en cientos de pensamientos, viajando a lo profundo de su mente, donde muy pocas veces había llegado.

¿Cómo sería si no hubiera sido un mal hombre con Francisco, si no hubiera destrozado su carrera y corazón?

¿Sería diferente?

¿Podría ser que Francisco y él aún estuvieran juntos?. Si fuera así, ¿Lorenzo sería igual o diferente? O, ¿él existiría? Al igual que Zoé, ¿ella también existiría?

Había un centenar de opciones y de preguntas que aparecían en su mente. Bebió de la taza. Debería dejar de beber café, se estaba volviendo loco, o ya lo estaba, y la cafeína solo aumentaba el sentimiento.

¿Y si no hubiera destruido a Francisco, pero ya no estuvieran juntos? Después de todo, el amor no es para siempre. El amor falla, se esfuma, se estanca. Pero, seguía queriendo a Francisco con la misma intensidad de aquellos días pertenecientes a su juventud. ¿Francisco se sentía igual? ¿Francisco lo seguía queriendo?

¿Y qué si hubieran seguido juntos a través de los años? ¿Qué pasaría con sus hijos? Podría no demostrarle a Lorenzo cuánto lo amaba en verdad, lo orgulloso que estaba de él. 

Justo como habían pasado las cosas, estaban bien. No tenía a Francisco pero tenía a Lorenzo. 

—Papá, ¿estás bien?

Estuvo viendo el fondo de la taza. Revisó la hora en el celular. Su vuelo ya casi salía.

—Tal vez no te lo he dicho, pero te quiero mucho— prosiguió a besar la frente de su hijo. No, no cambiaría nada porque tenía a Lorenzo— Vuelvo el viernes. Nada de fiestas o similar, ¿Oíste?

Lorenzo se quedó estupefacto. ¿Qué acababa de suceder?

Gracias por leer.

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