No fue su idea. No le gustaba la cocina en lo absoluto. Sin embargo, su papá no dio cabida a escapatoria. “Vamos a pasar tiempo juntos, Lorenzo”, Diego había dicho y Lorenzo creyó que sí, su papá estaba en lo correcto. Hubiera preferido que dijera eso cuando todavía era un niño, pero, lo hizo y el gesto le pareció importante.
Llegaron temprano, el salón estaba medio vacío, unas cuantas señoras en la esquina. Lorenzo golpeó las uñas en la mesa de madera. Era aburrido estar allí y la clase aún no comenzaba.
—Ya pronto dará comienzo. Hoy aprenderemos a hacer pay de limón. ¿Quieres ir por alguna bebida mientras tanto?— Diego sacó su cartera. Lorenzo asintió.
Había estado sentado veinte minutos. Estirar las piernas le haría bien. Despejarse de la plática de las ancianas acerca de recetas que, quizá, Lorenzo jamás aprendería a preparar y trucos del hogar. Debería poner atención, podría usarlos.
Compró té embotellado y decidió beberlo en las jardineras afuera del edificio. Cerca del estacionamiento observó a un enano tratando de cargar dos sacos de harina. Sonrió de lado. El empeño que el pequeño chico le ponía a la acción, le pareció inspirador.
—¿Necesitas ayuda con eso?
El enano de cabello marrón volteó, y le sonrió, si Lorenzo era honesto, era la sonrisa más bonita que había tenido el placer de ver.
—Sí, por favor. Mi abuela va a dar el curso de repostería y vengo de ayuda, pero al parecer, no lo estoy siendo— el chico rió, al final de sus ojos, se formaron arrugas. A Lorenzo le temblaron las piernas.
—Oye, qué casualidad, ¿no? Mi papá y yo también venimos al curso. Él quiere pasar tiempo juntos y todo eso. Un poco tarde para eso, pero aquí estamos— Lorenzo explicó. Cargó el saco en su hombro. No estaba pesado.
—Eso es genial. Ni siquiera te he dicho mi nombre, ¿dónde están mis modales? Me llamo Gabriel pero me dicen Gabo.
—Yo soy Lorenzo, mucho gusto.
Gabo asintió. Acomodó el saco en su pecho, como si fuese un bebé.
—¿Son solo tu papá y vos?— Gabo preguntó, ante la respuesta positiva, hizo otra pregunta— ¿Por qué escogió la repostería?
—Ni idea. Papá trata pero en realidad, no sabe cocinar. Y, ahora que lo pienso, no quiero probar comida dulce quemada.
—No dudes de las habilidades de mi abuela como maestra. Le podría enseñar a un perro a hacer tortas— Gabo alzó las cejas pobladas.
—Sí, sería genial— Lorenzo lo volteó a ver— No estaba seguro de venir. Pero, oye, no creo que sea malo si te conocí, ¿no crees?
—Yo igual lo creo.
Era prematuro decirlo, pero Lorenzo estaba seguro de que así sería.
Gracias por leer ^^
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Historias cortas y otras no tan cortas
FanfictionDrabbles/oneshots de diferentes parejas.