*¡Hola! He vuelto más pronto de lo que esperaban. Estaba revisando mis documentos de google y encontré un shingo de historias que empecé, esta por ejemplo la empecé el 27 de ago del 22, así que ya tenía polvo jaja. Bueno, esta es la primer parte, aún no sé cuántas tendrá. Está un poco inspirada por la película "los mios, los tuyos y os nuestros", siempre me han encantado esas películas de familias grandes. Espero les guste.
El tatuaje del pez era hipnótico. Era pequeño, pero Gabo se percató gracias al arete en forma de pluma, la moda del momento. Había visto a tantos chicos que se creían modelos con ese mismo arete, que no se sorprendería si al observar con detenimiento al muchacho, se encontraba con el típico corte y la ropa de marca, nada más para lucir estéticos. No le gustaba juzgar, pues él también seguía modas, pero al vaciar su mirada en el muchacho, Gabo probó su punto. Pero, el tipo si parecía un modelo. Su cabello estaba arraigado con más gel del que Gabo supuso alguien debería de usar, sin embargo, se veía suave y bien cuidado. La chaqueta de mezclilla le quedaba como si él fuese el modelo quien la inspiró. El reloj en su muñeca podría valer lo que su madre ganaba en tres meses. La sonrisa perfecta parecía salida de un anuncio de pasta dental, pero se veía genuina. Y luego, los pantalones entallados. Gabo no iba a hacer ningún comentario, porque entonces obtendría un sonrojo. El pez en el cuello parecía moverse cada vez que el muchacho decía palabra.
—Oye, Gabo. ¿Estás bien? Te quedaste como ido— Ricky le apretó el hombro.
Gabo alejó su mirada del modelo. ¿El muchacho se había percatado de su mirada? Gabo se sintió avergonzado. El modelo pasó a su lado, riendo con su acompañante, y el aroma que desprendía dejó a Gabo atontado. Olía exquisito.
—Si, solo estaba pensando. ¿Ya llegó Dedé?— Gabo siguió con la mirada al muchacho hasta que desapareció de su vista.
—No. Dice que va a tardar otros diez minutos. Pero, podemos ir pidiendo comida. Tengo hambre— Ricky se acarició el estómago.
Avanzaron a la zona de comida del centro comercial. Su mente se fue despejando cuando el olor del chico se desvaneció.
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Zoé hizo la invitación para que antes de que alguno de sus hermanos metiches se enterara de su flechazo con el nuevo integrante de los halcones dorados (el chico del que hablaba en ocasiones durante la cena), Gabo, y llevaran a cabo su plan de ahuyentarlo como lo habían hecho con los demás. Su papá Francisco ya le había lanzado esa mirada que Zoé reconocía como protectora, y la de su papá Diego era una que claramente esperaba una explicación por parte de Francisco. Además , todos sus hermanos estaban reunidos bajo el mismo techo. Dani, Julián y Alejandro (y ella, por supuesto), aún vivían con sus padres e iban a diferentes institutos. Ella al IAD, y los demás en el de las Águilas. En cambio, Valentino estaba en otra provincia cursando su carrera en la facultad de medicina. Alfa había regresado después de ir a visitar a su tío por unos días. Lorenzo también estaba estudiando en México y había regresado por las vacaciones.
Valentino llegó primero, obviamente por la distancia. Y luego, unos días después, Lorenzo apareció sumamente cambiado. No era el mismo que se había ido meses atrás. Francisco abrazó a sus dos hijos durante un largo tiempo. Diego solo les hizo las típicas preguntas y les había dado una palmada en la espalda como bienvenida.
En la noche, Lorenzo tocó a su puerta. Zoé estaba haciendo su tarea, y charlando con sus amigas. Y claro, estaba esperando el mensaje de Gabo. Estaba nerviosa y a la misma vez, ansiosa por la respuesta de Gabo.
—Adelante.
—Ey, Zoé. ¿Qué ha pasado en mi ausencia?— Lorenzo ocupó un espacio en la cama.
Zoé se encogió de hombros. No había sucedido mucho, si era honesta.
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Historias cortas y otras no tan cortas
FanficDrabbles/oneshots de diferentes parejas.