125. TIEMPO [Gabo/Lorenzo]

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*qué onda? A veces me pongo a leer lo que escribo y me quedo de ಠ ل͟ ಠ pero qué es esta mierda? Así que es probable que me ponga a editar. El siguiente Lorenzo es OOC, supongo que porque creció diferente. Y de Gabo, creo que quedó claro que era medio atrevido cuando apareció Anna jah. Cuando voy a la tienda, un perro me ladra y su dueña desde adentro le grita: Cállate, Valentino, por eso le puse así al perro de Lorenzo. Valentino me odia :'c

—¿De verda' tengo que ir?

Lorenzo dobló algunas prendas antes de meterlas en la maleta.

—Sí— su mamá suspiró y le dirigió una mirada triste— De todas formas, nos vamos de aquí. Ya me están esperando en la otra escuela. Además, dijiste que querías pasar un tiempo con tu papá, ¿no? Él también cree que es necesario. La Navidad pasada no pudo venir. 

—¿Yo dije eso?— Lorenzo enarcó la ceja.

—Ya está todo listo. Tu papá incluso ya te consiguió una escuela. Vas a conocer a mucha gente, y tendrás muchos amigos.

—Eso es lo que las mamás dicen pa' convencer a sus hijos. ¿Por qué no puedo ir contigo?

—Porque,— Paula puso sus manos sobre su cadera— tu dijiste que querías vivir con tu papá.

Lorenzo rodó los ojos. Se arrepentía de haber dicho tal cosa. Lo dijo porque sí, en realidad no quería hacerlo. 

—¿Tienes a la mano tus papeles?

Asintió. Lorenzo se paseó por la casa una última vez. No iban a volver y era difícil y doloroso decirle adiós a todo lo que había pasado allí. Caminó descalzo, recordando. Iba a extrañar pasar el tiempo ayudándole a la vecina con su ganado o yendo al río con algunos chicos del pueblo, los pocos que quedaban y que todavía no se mudaban a la ciudad por la falta de oportunidades. Y él, también se iba.

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—¿Qué es esto? Tu mamá no mencionó nada de eso— con eso, su papá se refería al perro. 

 Valentino le ladró. Lorenzo lo sacó de la caja transportadora y le ató la correa.

—Mamá dijo que estabas de acuerdo.

Diego se acarició la barba y luego se abrió el saco.

—No creas que va a dormir adentro.

—Está bien entrenado. Sabe hacer sus necesidades afuera. Yo le enseñé.

—No es no, Lorenzo.

—Bueno, entonces voy a dormir con él afuera. Lo he hecho muchas veces.

No discutieron más el asunto, estaba claro que Diego no le iba a permitir a su hijo dormir en la intemperie. Diego le ayudó con el equipaje. Valentino subió a la camioneta. Lorenzo le acarició la cabeza y el hocico. Observó la ciudad, las personas, las calles. Le dio melancolía. Iba a extrañar tanto los caminos de tierra.

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Lorenzo se vio al espejo. Su cabello salvaje se había ido. Diego le dio un tarro de gel. Lorenzo había accedido a cortar su cabello, pero el resultado no le había gustado. Tal vez, aún debía acostumbrarse a verse así, con la mitad al ras. 

Lorenzo se despertó exactamente a las 5:00 A.M. Su papá todavía dormía. Se preparó café y se sentó en la cocina acompañado de Valentino. Tenía tanto tiempo antes de ir a la escuela. Lorenzo revisó su mochila cinco veces. Todo estaba listo. Decidió prepararse el desayuno y configurar el nuevo teléfono que Diego le había comprado. Tenía uno, uno que se le había caído al agua tres veces, pero seguía funcionando. Parcialmente. La pantalla estaba estrellada por completo. En realidad, no lo necesitaba. En el pueblo, la señal era pésima. Solo lo utilizaba para tomar fotos de los animales y los lugares que le gustaba visitar. Supuso que en la ciudad, si iba a necesitarlo. Quizá, para mantenerse en contacto con sus nuevos amigos. O seguir tomando fotos.

Historias cortas y otras no tan cortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora