90. VECINO [Marco/Dante]

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Era gracioso cómo había conocido a Marco.

Recién se había mudado y ya se arrepentía. El sonido de la aspiradora lo despertaba a las 5:00 a.m. Dante necesitaba dormir por lo menos seis horas para funcionar de manera correcta y tener un buen desempeño en su trabajo. Una vez, se quedó dormido en el escritorio y los niños pensaron que había muerto. Ese día lo recordaría siempre, y no solo por el regaño de la directora, sino porque tuvo que calmar a sus pequeños estudiantes.

Toda una semana soportó el sonido de la aspiradora y ya había llegado a su límite.

Tocó la puerta como un maniático. Estaba enojado. Su sanidad estaba a punto de quebrarse por completo. Pero, lo que no esperaba era que ese día su futuro iba a cambiar. El hombre que abrió la puerta, lo dejó petrificado. Debería ser ilegal ser así de atractivo. Los reclamos y maldiciones (con un toque de su bella Italia) que había planeado, se esfumaron al ver a su vecino.

—Hola. ¿Necesitas algo?

Dante cruzó los brazos y negó. No, estaba molesto con su vecino porque era una horrible persona, pero eso quedó olvidado y no era justo.

—¡Sí!— Dante se acercó— Yo venía aquí, a decirte todo tipo de insultos porque es de muy mala educación aspirar a las cinco de la mañana, pero no, tienes que ser un desgraciado muy guapo. Hasta me da pena insultar a tu madre.

Y allí comenzó todo. Como disculpa, Marco lo invitó a pasar y le sirvió una taza de café en su cocina pulcra. El apartamento de Marco era tan blanco y lucía tan limpio que Dante ni siquiera quería tocar ninguna superficie.

Luego, aprendió que Marco vivía con un trastorno obsesivo compulsivo. Aunque iba a terapia, el control no estaba a su alcance. A pesar de que eran tan diferentes, había equilibrio en su relación. Dante se había vuelto más organizado, y Marco, aprendió que si no limpiaba a cada segundo, nada malo iba a suceder. Sin embargo, cuando los días malos llegaban, Dante sabía que debía darle espacio. Y así como Dante le daba espacio, Marco comprendió que en época de exámenes, también debía entender el mal humor de Dante.

—No puedo creer que nos haya unido una aspiradora.

Marco le sonrió. Dante iba a saber que no había sido coincidencia. Lo primero que Marco notó de su nuevo vecino, fue el cabello disparatado y eso bastó para atraerlo. Como no tenía una idea de cómo acercarse a su nuevo vecino, Lorenzo le dio la idea: 'Si no puedes acercarte, haz que venga a ti. Utiliza tus debilidades'. Y el plan llegó a él.

—De hecho, lo hice a propósito.

—¿Qué hiciste a propósito?— Dante preguntó. Ambos trabajaban en la mesa de la cocina.

—Usar la aspiradora muy temprano. No podía acercarme a ti porque me moría de nervios— Marco finalmente confesó.

—¿Qué?— Dante dejó el bolígrafo sobre las hojas.

—No. Pero, te vi cuando acomodadas cajas en la entrada y, bueno, ya sabes el resto.

Dante se había quedado perplejo. Se sintió muy importante al saber que Marco se había fijado en él primero.

—Cuéntame más.

Marco suspiró y sintió sus mejillas calentarse. Dante no necesitaba saber que si su plan fallaba, iba a utilizar el cliché de pedirle azúcar. Quizá, se lo confesaría cuando decidiera llevar la relación al siguiente nivel.

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