¿Qué hubiera pasado si... ?

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Camino al altar tomada del brazo de mi padre, mientras mis lágrimas se derraman por mis mejillas.

-Por favor papá reconcidera esto, estamos a tiempo de salir de este sitio.

-Basta por favor. - retiro mi brazo del suyo y me detengo justo en la puerta de la iglesia.

-Es un error casarme con Robert y si tu no lo puedes ver, todos en este lugar sí, esperemos a que tenga 21 años y la cláusula de la abuela se cumpla, por favor padre.

-Necesitamos salvar la empresa ahora, y esta boda se llevará acabo así tenga que llevarte arrastrando por el pasillo, ¿Me oíste?.

-Bien, entonces hagamos esta boda, pero te juro que haré de tu vida un martirio al igual que la de Robert, y ambos sufrirán hasta el día de su muerte.

Mientras camino por este gran pasillo veo mi vida pasar tan rápido, y juro cumplir mi promesa.

Al llegar al lado de Robert, le digo que por favor reconcidere esto, puedo darle parte de mi dinero pero no nos podemos casar.

Todo mis pensamientos me tienen distraída, que en cuanto me pongo de pie para dar el si acepto, veo como un joven alto, guapo, con un gran porte entrar a la iglesia, se queda de pie y no avanza.

-¿Señorita?.

-¿Perdón?.

-Por tercera vez ¿Acepta a Robert como su esposo?. - Observó a todos a mi alrededor, pero me concentró más en el joven que entró.

-Necesitamos una respuesta - dice Robert.

-Ah si, como sea - digo más bajo mientras sonrió hipocritamente.

-Los declaró marido y mujer, puede besar a la novia.

Cuando está por besarme, me volteo buscando a aquel joven misterioso. Camino fuera del altar con prisa pero mi ahora esposo me sigue hasta que me alcanza en la puerta.

-Jamás me volverás a hacer algo así ¿oíste?.

-Yo te lo advertí, solo estamos casados por palabra, por un papel, ante una iglesia, pero jamás esperes que tenga ninguna clase de contacto contigo. - fuera de la iglesia está la prensa por lo que corro al auto y Robert viene detrás de mí, pues ahora nos dirigimos a la recepción.

Al llegar al lugar todos nos felicitan como si algo bueno hubiéramos ganado.

El estar rodeada de muchas personas me agobia y sin dudarlo salgo al jardín donde no hay nadie. Tomo asiento justo al lado de la fuente y dejó que el agua me tranquilice.

-No la veo muy contenta en su noche, señorita - dice llegando a mi lado el joven misterioso.

-Tu eres el joven de la iglesia.

-Así es, quice mantenerme cerca por si alguna damisela se encontraba en apuros, pero veo que no necesitaba ser salvada. - se sienta frente a mí.

-Pues la verdad no, yo puedo rescatarme sola - le doy un sorbo a mi bebida.

-En ese caso salud - alza su copa, por lo que respondo a tan amable brindis.

-Y ¿Usted es?.

-Una disculpa, me presento, mi nombre es Gabriel Hamilton.

-Ya veo, de los famosos Hamilton ¿No es así?.

-Así es, como sabe hay negocios entre ambas familias, tal parece que también los hay con su esposo - me guiña el ojo.

-Le prohíbo si quiera pensar en que hay un trato de por medio en mi matrimonio.

Sin rumboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora